RESEÑA|Llegaron Los Van Van (ESP-ENG)
Crecí escuchando a esa orquesta y bailando con ella los temas que pasaban en la radio de pilas de mi mamá allá en medio del marabuzal mágico de mi infancia. Aquel aparato verde, gastado por el uso, era nuestra ventana al mundo. No importaba si la señal era débil o si las pilas se agotaban antes de tiempo; cuando sonaba Los Van Van, todo cobraba vida.
Era una época en la que la música no se elegía con un clic. Había que esperar, a veces horas, para escuchar esa canción que te movía el alma. Y cuando al fin llegaba, era como si el tiempo se detuviera. "Que le den candela", "Soy normal, natural", "De igual a igual"... Cada tema tenía su propio sabor, su propia historia. No eran solo canciones; eran relatos de la calle, de la gente, de Cuba misma.
En mi casa, los domingos eran sagrados. Después del almuerzo, alguien siempre decía: "Pon a Los Van Van". Y entonces empezaba el ritual. Mi padre ajustaba el dial de la radio, mi madre sacudía el mantel mientras tarareaba, y yo, pequeño todavía, intentaba seguir el ritmo con mis pies descalzos sobre el piso de tierra. No hacía falta saber bailar bien. Lo importante era sentir la música, dejarse llevar por ese sonido que parecía hecho a la medida de nuestros corazones.
Recuerdo cuando salió "El baile del buey cansao". El marabuzal entero hablaba de ella. La gente la silbaba en el río, los muchachos la cantaban a gritos subidos en las matas de mangos, y hasta los viejos, sin darse cuenta movían la cabeza mientras araban la tierra. Era imposible resistirse. Los Van Van tenían eso: una manera de colarse en la vida de todos, sin pedir permiso.
Con los años, fui entendiendo que su música era más que ritmo. Las letras, llenas de humor y verdad, hablaban de lo que vivíamos. "El negro está cocinando" no es solo una canción pegajosa; es la crónica de un vecino, de un amigo, de cualquiera que se las arreglaba para seguir adelante, aunque faltara de todo. "Deja la ira" sonaba a consejo de abuelo, a llamado a no perder la calma. Y cuando decían "Permiso que llegó Van Van", era como si anunciaran una fiesta a la que todos estábamos invitados, sin excepciones.
La primera vez que los vi en vivo fue en un carnaval. El escenario no era gran cosa, pero cuando empezaron a tocar, "El buena gente", el lugar se transformó. La gente cantaba y bailaba cada palabra, cada frase, como si las canciones fueran suyas. Y en cierto modo, lo eran. Porque Los Van Van no hacían música para escucharse; la hacían para vivirse.
Hubo un tiempo en que pensé que, como todo, su sonido cambiaría demasiado, que perdería esa esencia que tanto amaba. Pero luego llegaron temas como "Llévala a tu vacilón" y "Temba, tumba, timba", y me di cuenta de que la esencia seguía ahí. Lo mismo pasó con discos más recientes. Aunque los tiempos fueran otros, aunque el mundo girara más rápido, ellos seguían siendo ellos.
Hoy, cuando pongo sus canciones, vuelvo a ser aquel niño del marabuzal. Los años pasan, los tiempos cambian, la gente se va, pero esa música permanece. Es un hilo que une mi pasado con el presente, que me recuerda de dónde vengo.
Hay quien dice que la música es solo entretenimiento. Quienes crecieron con Los Van Van saben que es mucho más. Es memoria, es identidad, es la banda sonora de una vida. Por eso, aunque pasen los años, aunque nuevas orquestas lleguen, yo sigo siendo el mismo vanvanero de siempre. Porque hay cosas que el tiempo no borra. Y esta, definitivamente, es una de ellas.
Ahora, cuando mis sobrinos me preguntan por esa música que siempre pongo, les digo lo mismo que me decían a mí: "Escucha bien, que esto es parte de tu historia también". Y aunque al principio no lo entiendan, sé que algún día, cuando menos lo esperen, una canción de Los Van Van los atrapará. Y entonces, como a mí, les llegará ese ritmo que no se explica, solo se siente.
Porque la buena música, la verdadera, no tiene fecha de caducidad. Y Los Van Van, con su songo, sus historias y su manera única de hacer las cosas, ya demostraron que están aquí para quedarse. No solo en la radio, no solo en los discos, sino en la memoria de todo un pueblo que, como yo, sigue bailando al mismo compás, aunque la vida nos lleve por caminos distintos.
Siempre fui un vanvanero. Y hoy, más que nunca, lo sigo siendo. Porque hay amores que no se abandonan. Y este, sin duda, es uno de ellos.
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📚Conóceme. He publicado Convite de Cenizas (2002), Tras la piel (2004), En este lado de la muerte (2014), El orden natural de las cosas (2015), La Sangre del Marabú (2020), La Sexta Caballería de Kansas (2024) y La Nada Infinita (2024)
REVIEW | Los Van Van Arrived
I grew up listening to that orchestra and dancing along to the songs played on my mom's battery-powered radio back in the magical jungle of my childhood. That green device, worn from use, was our window to the world. It didn't matter if the signal was weak or if the batteries died prematurely; when Los Van Van played, everything came alive.
It was a time when music wasn't chosen with a click. You had to wait, sometimes hours, to hear that song that moved your soul. And when it finally arrived, it was as if time stood still. "Que le den candela," "Soy normal, natural," "De igual a igual" (Let it be candela), "Soy normal, natural," "De igual a igual" (De equal to equal). Each song had its own flavor, its own story. They weren't just songs; They were stories from the street, from the people, from Cuba itself.
In my house, Sundays were sacred. After lunch, someone always said, "Put on Los Van Van." And then the ritual began. My father adjusted the radio dial, my mother shook the tablecloth while humming, and I, still little, tried to keep the rhythm with my bare feet on the dirt floor. It wasn't necessary to know how to dance well. The important thing was to feel the music, to let ourselves be carried away by that sound that seemed tailor-made for our hearts.
I remember when "El baile del buey cansao" came out. The entire marabuzal (a dance of the tired ox) was talking about it. People whistled it in the river, young people sang it loudly from up in the mango trees, and even the old people, without realizing it, bobbed their heads while plowing the land. It was impossible to resist. Los Van Van had that: a way of sneaking into everyone's lives, without asking permission.
Over the years, I came to understand that their music was more than rhythm. The lyrics, full of humor and truth, spoke to what we were experiencing. "El Negro Está Cocinando" isn't just a catchy song; it's the story of a neighbor, a friend, anyone who managed to keep going, even when everything was missing. "Deja la ira" sounded like a grandfather's advice, a call to stay calm. And when they said "Permiso, que llega Van Van," it was as if they were announcing a party to which we were all invited, without exception.
The first time I saw them live was at a carnival. The stage wasn't much, but when they started playing "El buena gente," the place was transformed. People sang and danced to every word, every phrase, as if the songs were theirs. And in a way, they were. Because Los Van Van didn't make music to be heard; they made it to be experienced.
There was a time when I thought that, like everything else, their sound would change too much, that it would lose that essence I loved so much. But then songs like "Llévala a tu vacilón" and "Temba, tumba, timba" came along, and I realized that the essence was still there. The same thing happened with more recent albums. Even though times were different, even though the world was turning faster, they were still themselves.
Today, when I play their songs, I go back to being that kid from the marabuzal. The years go by, times change, people leave, but that music remains. It's a thread that connects my past with the present, that reminds me of where I come from.
Some say music is just entertainment. Those who grew up with Los Van Van know it's much more. It's memory, it's identity, it's the soundtrack to a life. That's why, even as the years go by, even as new orchestras arrive, I remain the same Van Van fan I've always been. Because there are things that time doesn't erase. And this is definitely one of them.
Now, when my nephews ask me about the music I always play, I tell them the same thing they told me: "Listen carefully, this is part of your story too." And even if they don't understand it at first, I know that one day, when they least expect it, a Los Van Van song will captivate them. And then, like me, they'll be struck by that rhythm that can't be explained, it can only be felt.
Because good music, the real thing, never expires. And Los Van Van, with their songo, their stories, and their unique way of doing things, have already proven that they're here to stay. Not just on the radio, not just on records, but in the memories of an entire community who, like me, continue to dance to the same beat, even when life takes us down different paths.
I've always been a Van Van fan. And today, more than ever, I remain one. Because there are loves that never give up. And this, without a doubt, is one of them.
✍️ I am the author of this post; it is completely original and written without the use of artificial intelligence.
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📚Get to know me. I have published A Banquet of Ashes (2002), Behind the Skin (2004), This Side of Death (2014), The Natural Order of Things (2015), The Blood of the Marabou (2020), The Sixth Cavalry of Kansas (2024), and Infinite Nothingness (2024)
El marabuzal está de fiesta, esa imagen me lleva a mi pedazo de tierra. Esta orquesta siempre me gustó aunque no fui bailadora. La etapa con Rojita e Isrrael para mi fue una hermosa época. Con ellos se puede enamorar, reír, bailar y llorar. Todo en esta fenomenal orquesta.
💜🤍
Gracias, querida.
Van Van siempre "pone la cabeza mala" jajaja
Un abrazo y un pasillo🌻
Qué tiene Van avan que ahí, aquí, así?
Has explicado muy bien y decir algo más sería casi imposible. No obstante, Van Van es historia, pasado musical, presente cultural y futuro identitario cubano. Es mucho más que una orquesta musical, es la vocación alegre de un pueblo proyectada en todos esos músicos que bajo la guía de Juan Formel pusieron al mundo a bailar y Cuba los honra como los hijos pródigos que son.
Recuerdo una entrevista realizada al músico y cantante dominicano Juan Luis Guerra que entre otras cosas dijo que viajó de su país a Madrid para estar en un concierto de Van Van y, con una temperatura de 1 grado bajo cero.
Lo increíble de esta orquesta es que han pasado más de 50 años y no pierde su esencia ni su estilo musical. Se han renovado, incorporado nuevos instrumentos y tecnologías, pero el sabor, la cadencia y la sabrosura siguen intactas.
En este último disco es increíble cómo siguen utilizando los problemas cotidianos para ponernos a reflexionar y a bailar porque de eso siempre se trató.
Gracias estimado @marabuzal por traer esta parte de la historia de Cuba al ecosistema @hive y disculpe por extenderme tanto, pero, es parte de mi vida también.
Ah, y que nadie piense que es música chabacana ni nada por el estilo porque los Grammy y Grammy Latinos, entre otros prestigiosos premios adornan la vitrina musical de su galaxia musical.
Gracias por compartir.
Feliz sábado.
Salud y saludos.
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Muchas gracias por apreciar y apoyar nuestro trabajo.
Siempre que alguien valora lo que hacemos nos invita a seguir mejorando y a continuar creando.
Feliz fin de semana.
Salud y saludos.
Agradezco mucho tu comentario y tu visita a mi blog.
Afectos!!✍️
¡El tren de la música cubana!
Cuánta emoción al disfrutar esta maravillosa reseña de quienes han sabido defender nuestra cultura durante décadas.
Hace par de meses estuve escuchando sus discos y compartiendo algunos temas de ellos en algún grupo de whatsapp para contagiarles.
¡Gracias por traerlos!
Es un tren en plan con movimiento!!✍️
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Agradecido por apoyar mi trabajo! ✍️
En la radio era una de la música cubana más solicitada.
Particularmente creo que Pedrito Calvo, Mayito y Jeny dejaron una impronta con su voz, cada quien en su momento, muy díficil de olvidar.
Muchas cosas que son difíciles de olvidar. La música cubana tiene en Van Van un notable referente 🌻
No soy un fan de los Van Van, de su música apenas me gustan uno o dos temas, francamente los géneros en los que destacaron por su innegable calidad no son lo mío. Lo que si me gusta de Van Van es la visión, el proyecto musical en sí, la forma de armar una propuesta sonora flexible y en constante evolución, a la vez que coherente y reconocible en todo momento.
Van van acumuló discos, y el cambio de uno a otro es innegable, como también es innegable que no hubo rupturas con la idea general de la banda, saltos sí los hubo, también regresos y anillos, pero el proyecto conservó la identidad de una forma que otros no pudieron. Dentro del "soundtrack nacional" Van Van ocupa un lugar destacado que supieron ganarse concierto a concierto y lo más difícil de todo: después de ganado lo supieron conservar.
Y si todo eso lo dice alguien que de verdad disfruta muy poco de su música, ahora imagínate lo que dirá un fan.
Sonidos, colores y sabores.
De eso está hecha la vida entre otras cosas.
Un abrazo ✍️
@tipu curate
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