[Esp./Eng.] Un verano inolvidable. || An unforgettable summer.

4 days ago

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Un verano inolvidable

LO QUE VEO

En esta imagen… a ver, lo primero que salta a la vista es ese flotador. Uno de esos con forma de flamenco, ¿sabes? De un rosa supervivo, ¡un color que te alegra el día! Está ahí, tan tranquilo, flotando en un agua que… madre mía, es de un azul turquesa ¡cristalino! De esos que dan ganas de tirarse de cabeza.

La luz del sol le da de lleno a la escena, haciendo que el agua brille un montón, casi como si fuera un sueño. Lo curioso es que la foto tiene como dos enfoques a la vez: ves el agua por encima, sí, pero también te deja ver un poquito lo que hay justo debajo. Te da una sensación extraña, como si estuvieras ahí mismo.

Ahí, al fondo, en el horizonte, se adivinan unas colinas o montañas, medio borrosas. Te da la idea de que es un sitio aislado, de esos donde no hay jaleo, donde puedes desconectar de todo. Un paisaje, en fin, que te pide a gritos que te relajes y te pongas a pensar en tus cosas.

LO QUE SIENTO, lo que me inspira.

Esta imagen… ¿qué me provoca? Uf, una paz inmensa. Y una libertad… Ver el flotador ahí, tan quieto, en medio del agua… es como una invitación a parar, ¿verdad? Un momento de esos sin prisa, donde parece que todo encaja, que todo fluye sin esfuerzo.

Es que los colores son tan suaves a pesar de ser vibrantes… ese contraste del rosa con el azul… y el flotador, solito, en medio de tanta inmensidad de agua. Todo eso nos habla de calma, de estar a gusto, de disfrutar el momento… y sí, quizás hasta de un poquito de nostalgia por veranos pasados.

Te pones a imaginarte ahí, en ese sitio. ¿Te imaginas? Sintiendo la brisa en la cara, dejándote llevar por las olitas suaves. Qué gustazo, de verdad.

MI HISTORIA, inspirada en la imagen y los sentimientos que afloran.

Ahí estaba el flamenco rosa, flotando sin prisa, dejándose llevar por esa corriente suave del lago. Su rosa tan fuerte, casi como que le decía al azul turquesa “aquí estoy yo, ¡y qué bien!”. Igual que esos recuerdos que no se te van, que se quedan ahí, bien vivos en la memoria.

La brisa hacía cosquillas en el agua, y el sol… ¡uff! Sus reflejos bailaban en la superficie. Una maravilla.

Me recordó a Sofía. Ella tenía un flotador parecido, aunque el suyo era un ratoncito con orejas redondas. Su compañero de mil batallas, de todas las aventuras posible de su infancia. Si estuviera aquí, ya se habría tirado al agua de cabeza, con esa risa suya que contagia. Dejando un rastro de alegría que, aunque efímero como las olas, te llenaba el alma.

Y de repente, ves que alguien nada hacia el flamenco. Va despacio, como pensando cada brazada. No solo se acerca al flotador, parece que va hacia un momento importante, no sé… ¿Quién será? ¿Alguien que lo vio desde la orilla y dijo “voy a por él”? ¿O quizás alguien que, sin buscar nada en particular, se topó con algo que le recordó a… vete a saber qué?

Mientras el agua seguía a lo suyo, con ese movimiento que no para, el flamenco ni se inmutaba. Ahí, flotando, sin más… pero a la vez, diciendo tantas cosas. Porque al final, lo que parece un simple flotador.… sí, lo miras bien, puede ser un puente. Entre lo que fuiste y lo que eres, entre un recuerdo que creías olvidado y el ahora mismo.
Recuerdos de verano, sí. De esos que se quedan para siempre.