[Esp./Eng.] Festival Canadiense del Tulipán. || Canadian Tulip Festival.

@amigoponc 67

16 days ago

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Festival Canadiense del Tulipán

Lo que observo más allá de la imagen

^{De la iniciativa}

Esa foto me cuenta historias recientes. Lo primero que me salta a la vista es un primerísimo plano de un montón de tulipanes que tienen unos colores ¡que flipas! Seguro que los que más se ven son unos rojos superintensos, como si fueran de terciopelo, ¿verdad? Y entre ellos, me imagino otros amarillos bien chillones, de esos que parece que se han tragado el sol. Las flores están a tope, con los pétalos bien abiertos como diciendo “¡aquí estamos!”, y al fondo, se intuye un cielo azul, de esos de día buenos. Los tallos y las hojas, de un verde bien vivo, hacen como de colchoncito para tanto color. Quizás, si nos fijamos más lejos, veremos más y más tulipanes, como un mar de flores, y alguna que otra personita paseando, lo que te da una idea de que el sitio es enorme. La luz parece de esas mañanas o tardes soleadas perfectas, que hace que todo brille más. Es de esas imágenes que te sacan una sonrisa y te hacen pensar en lo bonita que es la primavera.

Lo que me hace sentir la Imagen

¡Me fascina cómo esta foto logra traerme de vuelta a ese festival, aunque no sea exactamente “la nuestra”! Es increíble, solo con tus palabras ya estoy reviviendo esa aventura y la alegría me invade por completo. ¡Y qué te digo de la naturaleza! Simplemente, me deja sin palabras.

Siento ese calorcito de nuevo, como si Matthew y yo estuviéramos ahí, compartiendo esa complicidad tan nuestra al quedarnos boquiabiertos ante algo tan alucinante. Cuando mencionas esa “multitud de colores y formas”, ¡uf!, mi mente se va directo a una paleta infinita, un verdadero festín para la vista. Es que cada tulipán es una pequeña obra de arte, ¿no crees? Desde los más clásicos y elegantes hasta los más atrevidos y salvajes.

¡Y el olor!

¡Ay, madre mía, casi lo huelo desde aquí! Me llega ese perfume sutil, dulce, pero con un toque terroso, mezclándose con el aire fresco de la primavera canadiense. Es como el aroma a algo nuevo, a la vida despertando después del frío. La imagen que has pintado y el recuerdo que has desenterrado me hacen sentir la energía de la gente, el bullicio, pero también esa paz que encuentras cuando te detienes un segundo a contemplar un simple tulipán. Es una mezcla de la emoción del evento y una calma absoluta por la belleza, todo envuelto en el cariño de la amistad y los buenos momentos.

La Anécdota Detrás de Todo

Viernes, 9 de mayo de 2025. Matthew y yo llegamos a Ottawa con los nervios a flor de piel, ¡listísimos para zambullirnos en el Festival Canadiense del Tulipán! Desde el minuto uno, alucinamos con lo bestial que era todo. ¡Más de un millón de tulipanes, imagínate! Nuestra primera parada, cómo no, fue el Commissioners Park, al ladito del lago Dow's, que es un remanso de paz. Allí, con el lema de ese año, “Celebrando los Colores de la Liberación”, los jardines temáticos eran un espectáculo. Nos pasamos horas, dale que te pego a caminar por los senderos, perdiéndonos entre olas de rojos, amarillos, naranjas, rosas, morados… Matthew, con su cámara, no paraba de buscar el ángulo perfecto, mientras yo me dedicaba más a empaparme del ambiente, del olor, de la increíble variedad de formas y, claro, a charlar con alguna gente que nos encontrábamos.

^{Mosaico propio hecho en PowerPoint 365 Pro.}

Los días siguientes, ¡a explorar cada rincón como si no hubiera un mañana! Un día lo dedicamos a aprender más sobre la historia de amistad entre Canadá y los Países Bajos. Nos metimos a alguna charla o nos paramos a leer los paneles que contaban cómo este festival es un símbolo de gratitud enorme porque Canadá acogió a la familia real holandesa durante la Segunda Guerra Mundial, y cómo las tropas canadienses fueron clave para liberar los Países Bajos. De repente, cada tulipán tenía como un significado más profundo, ¿sabes? Representaba ese lazo que se formó en tiempos chungos y que se renueva cada año. Sentimos de verdad ese espíritu de libertad y de buen rollo entre países flotando en el aire. Matthew, por cierto, se agenció unos cuantos trípticos para una tarea del cole que, ¡ojo!, ya la presentó y le fue de maravilla.

Pero no todo fue estar parados, mirando flores, ¡qué va! Nos apuntamos a algunas de las actividades culturales: escuchamos música en directo en alguno de los escenarios al aire libre, con canciones que celebraban la diversidad y la alegría. Picoteamos algunas delicias locales en los puestecillos de comida, desde un poutine de los de verdad hasta algún dulce con inspiración holandesa, para hacer honor a la ocasión.

Una tarde, con un sol de esos que pegan fuerte, pero se agradecen, decidimos alquilar unas bicis para darnos un buen paseo por el Major's Hill Park. Desde allí, las vistas del Parlamento, con los tulipanes de colores haciendo de marco, eran una pasada. Nos sentamos en un banco, con la brisita primaveral dándonos en la cara, y comentamos lo especial que era estar allí, no solo celebrando la primavera, sino también ese mensaje tan potente de esperanza y gratitud.

Los días se nos pasaron volando entre risas, fotos, descubrimientos y la belleza apabullante de las flores. El festival se convirtió para nosotros en mucho más que ir a ver plantas; fue como sumergirnos en la historia, celebrar la amistad —la nuestra y la de dos naciones enteras— y un recordatorio supervivo de cómo la belleza puede surgir con fuerza incluso después de las peores épocas. Cuando el festival terminó, el 19 de mayo, nos llevamos en la retina (¡y en la cámara!) imágenes preciosas… Esta era la tercera vez que Matthew iba, ¡y la décima mía! Y seguro que no la última.