Los autitos de mi hermano / My brother's little cars

Mientras iba a las corridas pasando por el centro comercial, una vitrina enorme repleta de juguetes me hizo parar de repente, y no porque estuviera buscando alguno de ellos, sino que vi algo que fue como dar un paso atrás, y retroceder el tiempo, volviendo a ser una niña de 5 años.

Una serie de autitos coleccionables, me llevó a la época en la que mi hermano mayor siempre le decía a papá que le comprara uno de esos, para jugar, y aunque tenía montones de ellos, cada vez había uno diferente y por supuesto, el impulso era querer tenerlo. Era una colección difícil de completar.

Nosotros nunca tuvimos auto propio, y viajar en colectivo era lo normal para la familia, que en algún momento llegó hasta viajar con el perrito, cuando eso no era visto normalmente. Me imagino que esa era también la motivación de mi hermano, aunque muchos años después tampoco hizo el empeño por comprarse uno, o siquiera aprender a manejar.

Pero este cuento no va sobre eso, sino por la colección de autitos de juguete que tenía él cuando era niño. Le llego a calcular unos 30 como mínimo, quizás eran más, pues lo que recuerdo era que llenaban a medias dos bolsas de supermercado de entonces.

Como no era un coleccionista formal, no prestaba atención a su cuidado excesivo, pero tampoco era de los que buscaba jugar con ellos. Por lo general, cuando hacía uso de los autos, era para hacer una larga fila al borde de la pared. Los colocaba como si fuera una exhibición, o en el peor de los casos, la fila para surtir gasolina en Venezuela, sobre todo en los tiempos de crisis extrema de combustible.

A mi, eso me parecía absurdo y aburrido, así que decidía (siendo yo menor que él) ponerle un poco de picante a su juego, llegando cual Godzilla a destruir su orden casi arquitectónico de autos, algunas veces hasta clasificados por colores. Por supuesto, venía la crisis de llanto de su parte, y el consecuente regaño para mi. Todavía me pregunto cuál era la finalidad de un juego en el que al terminar de colocarlos, se sentaba solo a contemplar.

Terminábamos molestos y yo decidía jugar sola los siguientes días, hasta que era él quien me pedía que jugáramos juntos, pues a él no se le ocurría cómo hacerlo. Hasta el sol de hoy, cuarenta años después, la ocurrente sigo siendo yo.

Fue lindo poder volver a ese tiempo, quedándome un rato viendo y detallando los autitos en la vitrina. Quizás ahora a él ya no le llamen la atención, ni siquiera para coleccionarlos, pero en mi caso, difícilmente no relacione un auto de estos, con el recuerdo de mis travesuras infantiles.

As I was rushing through the mall, a huge display case full of toys made me stop suddenly, and not because I was looking for any of them, but because I saw something that was like taking a step back, and going back in time, going back to being a 5 year old girl.

A series of collectible cars, took me back to the time when my older brother would always tell dad to buy him one of those, to play with, and even though he had tons of them, each time there was a different one and of course, the impulse was to want to have it. It was a difficult collection to complete.

We never had our own car, and traveling by bus was the norm for the family, which at some point even went as far as traveling with the doggy, when that was not normally seen. I imagine that this was also my brother's motivation, although many years later he didn't make the effort to buy one, or even learn to drive.

But this story is not about that, but about the collection of toy cars he had as a child. I estimate that he had at least 30 of them, maybe more, as I remember that they half filled two grocery bags back then.

Not being a formal collector, he did not pay attention to their excessive care, but neither was he one to play with them. Usually, when he did make use of the cars, it was to make a long line at the edge of the wall. I would set them up as if it were an exhibition, or in the worst case, the line to get gas in Venezuela, especially in times of extreme fuel crisis.

To me, that seemed absurd and boring, so I decided (being younger than him) to put a little spice to his game, arriving like Godzilla to destroy his almost architectural order of cars, sometimes even classified by colors. Of course, there would come the crying crisis on his part, and the consequent scolding for me. I still wonder what was the purpose of a game in which, when he finished placing them, he would sit alone to contemplate.

We would end up annoyed and I would decide to play alone the following days, until it was he who asked me to play together, as he could not figure out how to do it. To this day, forty years later, I am still the witty one.

It was nice to be able to go back to that time, spending some time looking at and detailing the little cars in the showcase. Maybe now he is not interested in them, not even to collect them, but in my case, it is hard not to relate one of these cars with the memory of my childhood pranks.


Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated and formatted with Deepl



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Chica pero que mala 🤣😂 su juego era ese mantenerlos en orden.

Yo también hubiese hecho lo mismo.

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El me tenía terror cuando me veía acercarme. Yo esperaba a que terminará, y era Mazinger, king Kong, un tornado, cualquier cosa para desordenarle y salir corriendo.
Para esos años, el era maniático del orden y yo desordenada, después de adultos se invirtieron los papeles.

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¡Pero qué hermosa colección e autitos! Jorge tenía carritos por montón, pues era lo que le gustaba. Para ese entonces, sus tíos, le regalaban carritos y mi hermana, le mandaban carritos desde Miami, de hierro, y su padre, igualmente cada vez que se antojaba de uno. Tú sabes el hijo mayor. El que tiene acceso a todo... Me encantaron esos, por cierto, ¿en qué lugar estaba esa vitrina?

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Es increíble como un objeto puede despertar en nosotros tantos recuerdos y llevarnos a lugares en nuestra memoria. Que lindo momento.


It's amazing how an object can bring back so many memories and take us back to places in our memory. What a beautiful moment.

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