Pront: Un plato sucio.

Uno en la vida le dedica mucho tiempo al trabajo y al estudio, y ahora, como está la situación económica, uno le dedica más tiempo al proceso productivo que a cualquier otra cosa. Esa regla de oro que uno antes se recomendaba, de dedicar 8 horas al trabajo o al estudio, 8 de recreación y 8 de descanso, desapareció ante la realidad de la vida actual.

Aunque rara vez cumplí con esta norma, cuando estudiaba podía dedicar tiempo a la recreación. Sin embargo, al comenzar a trabajar, esa realidad cambió drásticamente.

Uno le dedicaba las 8 horas al trabajo, cuando no hacía horas extras para ganar más, pero después del trabajo, uno terminaba haciendo otras actividades que nada tenían que ver con la recreación.

Como era el estudio de la maestría, o la realización de especializaciones y cursos de formación, para luego sí tomar un tiempo de recreación con los amigos y compañeros de clase, que al final era un tiempo que uno le robaba a las horas de descanso, pero se hacía con alegría, debido a que esas actividades nos ayudaban a eliminar el estrés laboral y académico.

Finalmente, uno le dedicaba, realmente, tiempo a la recreación. Era los fines de semana donde uno sacaba a la novia a pasear y, después, le dedicaba un tiempo a sus padres, llevándoles a comer o a compartir un rato agradable.

Y este punto, para mí, era fundamental y constante, ya que tenía por costumbre llevar casi todos los fines de semana a mi novia y a mi mamá a comer en la calle. Y ese era un espacio de compartir y convivir con las dos mujeres que más amaba en el mundo. Y, como siempre, teníamos lugares que visitábamos de manera constante para ir a comer y compartir.

Un fin de semana, salimos a hacer nuestra rutina, así que iríamos al teatro y, después del teatro, nos íbamos a comer y a tomar unos tragos. Pero en el teatro, nos encontramos con unos amigos al salir, y ellos nos convencieron de acompañarlos a un restaurante que nos estaban recomendando. Aunque yo quería ir a mis lugares conocidos, mis dos mujeres, dueñas de mi corazón y mi chequera, me convencieron de ir con ellos, y así lo hicimos.

Y la recomendación realmente fue un fiasco, debido a que la comida no era buena, o por lo menos, no de la calidad a la que estábamos acostumbrados, y el trato del personal era muy diferente al del lugar donde nos conocían.

Finalmente, cuando pedimos el postre después de la comida, a mi novia le pusieron un plato sucio, sacado de la mesa de postres. Ella logró verlo antes de que le sirvieran la torta. Y, para terminar, cuando pedimos la cuenta, la misma era sumamente alta para un servicio de tan mala calidad.

Lo único bueno de ese día es que, a partir de ese momento, siempre íbamos a nuestros lugares preferidos, y así recibíamos buena atención, buena comida y todo a un precio razonable.

Muchas gracias, por leerme.

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