El lenguaje secreto de las caricias – Bitácora de una Neuróloga [Esp/Eng]



A veces quiero librarme de este pensamiento recurrente, que supongo es por mi especialidad, que me obliga a siempre intentar adivinar qué sucede en el cerebro durante determinadas circunstancias, y precisamente eso me pasó al leer la convocatoria de @damarysvibra acerca de las caricias.

Apenas leí su publicación, vino un recuerdo de mi infancia que guardo como un tesoro y no es una imagen nítida sino solo una sensación: la sensación de mi madre pasando su mano por mi frente para apartarme el pelo y saber así si tenía fiebre o no. En ese gesto simple y casi instintivo de las madres había un mundo entero de consuelo, porque aunque el malestar y el dolor no desaparecieran, de alguna manera entendía que estaba protegido y todo acabaría pronto.



Hoy quisiera invitarlos a un breve recorrido en mi bitácora, para intentar descifrar ese lenguaje secreto que esconden las caricias, y que es precisamente un idioma que nuestro cerebro habla a la perfección desde los primeros días de vida. Cada uno de estos gestos o caricias desencadena una sinfonía química, de la que ya alguna vez hemos hablado, en nuestro interior, conjuntamente con una coreografía de las neuronas que es sencillamente fascinante.

El viaje comienza en la piel, que es nuestro primer órgano social, y está densamente poblada de receptores que envían información a una velocidad increíble a nuestro cerebro. Pero claro, mis amigos, tanto ustedes como yo, saben que todos los tactos no son iguales; hay unos que son las llamadas fibras C táctiles, que se especializan en las caricias lentas y suaves, y cuando ellas se activan, envían impulsos nerviosos a un lugar muy especial del cerebro donde se procesan las emociones, y ese lugar es la ínsula.



En resumen, una caricia no es una simple sensación táctil, como cuando tocamos una fruta para ver si está madura o cuando nos rozan las sábanas; la caricia es una emoción y el cerebro la identifica como algo agradable, bueno y seguro.

¿Y qué? Se estarán preguntando por los neurotransmisores de los que siempre hablo. Pues no se equivocan, allí están ellos. El primero es la oxitocina, la molécula del amor, la estrella del espectáculo que se libera en grandes cantidades durante el contacto afectivo. Luego está la dopamina, que cuando se activa se encarga del placer y la anticipación, y eso explica por qué deseamos tanto el contacto físico cuando vemos frente a nosotros a esa persona que tanto queremos.

Luego, a este baile de caricias llegan la serotonina, que estabiliza el ánimo y nos aleja de la depresión, y el cortisol, ese que tiene tan mala fama, y que cuando nos dan una caricia linda y tierna deja de producirse… nada, amigos, que una caricia casi nos ayuda a sanar.



Entonces, mis amigos, yo sé que han sacado sus propias conclusiones y que habrán notado que todo este viaje o baile neuroquímico desencadenado por las caricias, más que un lujo, es una verdadera necesidad. Por eso es que ya en nuestros hospitales se instaura el sistema piel a piel para los bebés prematuros. Así ellos ganan peso más rápido, se desarrollan mejor y disminuyen su estadía hospitalaria. El tacto se convierte en esos pequeños en el nutriente esencial para el cerebro en desarrollo.

Y aquí viene un dato hermoso, y es que nuestro cerebro no solo se regocija al recibir caricias, sino también al darlas; y cuando acaricias a alguien con un genuino cariño, tu propio cerebro libera oxitocina y serotonina. Y claro, lo mismo ocurre cuando acaricias a una mascota.



Al final, con esta bitácora, solo les digo que la neurología no hace más que confirmar lo que nuestro corazón ya sabía: las caricias son el lenguaje universal de la compasión y son un medicamento gratuito y poderoso, y de alguna forma nos confirma que evolutivamente no estamos destinados a estar solos, sino conectados, y que en un mundo a menudo frío, ese pequeño milagro neuroquímico de una caricia es, quizás, una de las cosas más humanas que podemos experimentar.

¡Hasta la próxima bitácora!

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¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓!
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔.💛

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ENGLISH VERSION

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The Secret Language of Caresses ~A Neurologist's Log



Sometimes I want to get rid of this recurring thought, which I suppose is due to my specialty, which forces me to always try to guess what happens in the brain during certain circumstances, and that's precisely what happened to me when I read the call from @damarysvibra about caresses.

As soon as I read her post, a memory from my childhood came to me, which I treasure, and it's not a clear image but just a sensation: the sensation of my mother running her hand across my forehead to move my hair aside and thus know if I had a fever or not. In that simple, almost instinctive gesture of mothers, there was a whole world of comfort, because even though the discomfort and pain didn't disappear, in some way I understood that I was protected and everything would end soon.



Today I would like to invite you on a brief journey through my log, to try to decipher that secret language hidden in caresses, which is precisely a language that our brain speaks perfectly from the first days of life. Each of these gestures or caresses triggers a chemical symphony inside us, which we have talked about before, together with a choreography of neurons that is simply fascinating.

The journey begins in the skin, which is our first social organ and is densely populated with receptors that send information at an incredible speed to our brain. But of course, my friends, you and I both know that not all touches are the same; there are some called C-tactile fibers that specialize in slow and gentle caresses, and when they are activated, they send nerve impulses to a very special place in the brain where emotions are processed, and that place is the insula.



In summary, a caress is not a simple tactile sensation, like when we touch a fruit to see if it's ripe or when the sheets brush against us; a caress is an emotion, and the brain identifies it as something pleasant, good, and safe.

So what? You must be wondering about the neurotransmitters I always talk about. Well, you are not mistaken, there they are. The first is oxytocin, the molecule of love, the star of the show that is released in large quantities during affectionate contact. Then there is dopamine, which, when activated, is responsible for pleasure and anticipation, and that explains why we so desire physical contact when we see that person we love so much in front of us.

Then, to this dance of caresses, come serotonin, which stabilizes mood and keeps depression away, and cortisol, the one with such a bad reputation, which stops being produced when we receive a nice and tender caress… it's nothing, friends, but a caress almost helps us heal.



So, my friends, I know you have drawn your own conclusions and will have noticed that this entire journey or neurochemical dance triggered by caresses is more than a luxury; it is a true necessity. That is why the skin-to-skin system is already being implemented in our hospitals for premature babies. This way, they gain weight faster, develop better, and have shorter hospital stays. Touch becomes the essential nutrient for the developing brain in these little ones.

And here comes a beautiful fact: our brain not only delights in receiving caresses but also in giving them; and when you caress someone with genuine affection, your own brain releases oxytocin and serotonin. And of course, the same thing happens when you pet an animal.



In the end, with this log, I just want to tell you that neurology does nothing but confirm what our heart already knew: caresses are the universal language of compassion and are a free and powerful medicine, and in some way, it confirms to us that evolutionarily we are not destined to be alone, but connected, and that in a world often cold, that small neurochemical miracle of a caress is, perhaps, one of the most human things we can experience.

Until the next log!

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𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈!
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛



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(Edited)

Es así mi estimada amiga, cada profesión nos condiciona a ver el mundo a través de ella, un estomatólogo o dentista u odontólogo, como se conoce en otras partes, en la primero que se fija al ver a otra persona es en los dientes o el barbero o peluquero en nuestro cabello y así sucesivamente. Yo como psiquiatra pienso en en las funciones psíquicas, en las emociones y también en la química cerebral porque el cerebro es la base biológica de la psiquiatría, así como las glándulas de otras partes del cuerpo que también producen hormonas; aunque llevo tiempo tratando de salirme de ese marco estrecho e ir más allá. Respecto al tema en cuestión intento ver al ser humano en sus cuatro dimensiones, está además de la biología en este caso la neurología, y el factor psicológico (por ahí van dos dimensiones) está la social que tiene que ver con el mundo de relaciones tanto de pareja como de todos nuestras relaciones sociales con seres queridos y demás congéneres. Es decir que por ahí van tres de las cuatro dimensiones que tenemos como especie y que son tradicionalmente las que han sido tomadas más en cuenta por las ciencias médicas y sociales; pero falta la espiritual, casi siempre , la 'pobre', tan soslayada y sin dudas la única trascendente y eterna. En este sentido estoy pensando en que también existen las caricias espirituales que nos liberan de la falsa percepción de que estamos separados o quizás sólo conectados íntimamente a nuestros seres más cercanos, cuando en realidad formamos parte de un Todo, al haber sido creados a imagen y semejanza de Dios o de la Divinidad; pero es bastante difuso, en este viaje que llamamos vida esa noción de Unidad que parece como una habitación en semipemumbras, opacada tras el nacimiento, por suerte cada día la ciencia se acerca más a esa realidad de la Iluminación de la cual, esa otra forma de la Conciencia que es la Religión viene hablando casi desde el principio de los tiempos. La neurología y la neuropsicología van a la vanguardia en arrojar luz, desde el pensamiento científico, sobre estas verdades bastante crípticas y que para mí el Apóstol Pablo describió de forma magistral al manifestar "ahora vemos por espejo, oscuramente..."

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Siempre agradable leerte y aprender un poquito de la psicología reescrita de modo tan nítido.
Salud amiga. Gracias.

!LOLZ!

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Buenas noches @neuropoeta, siempre un gusto leerte para profundizar en ese mundo de la neurociencia que de manera muy didáctica logras explicar dejándonos conocimiento. Saludos y que estés muy bien.

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¡Felicitaciones!



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