Las palabras que heredamos (Es-En)
Un abrazo a mis amigos de @holos-lotus
El lenguaje es un factor importante en nuestro crecimiento, yo diría que es una puerta al conocimiento y una fotografía de nuestra cultura. Gran parte de nuestra vida, o por lo menos un período importante sobre todo en la niñez, aprendemos por lo que escuchamos.
Escuché a mi madre decir Cifló en lugar de Ciprofloxaxino como se le llama el medicamento y me resultó tan raro que debí preguntarle a qué se refería.
Desde niños, aprendemos a nombrar el mundo a través de los oídos. Las primeras palabras que articulamos no son inventadas, sino repetidas, eco fiel de lo escuchado en casa. Pero con el tiempo aprendemos a escribir y aún así seguimos pronunciándolas tal como las escuchamos. Existen pueblos que llevan estos errores del lenguaje como un detalle cultural.
Los que nacimos en el campo nos cuesta deshacernos del haiga, medecina, y si aún viven muy cerca de sus padres, como yo, escucharan una nueva versión de las Medianas y Pequeñas Empresas, MiPyme. Mi madre las nombra NyPine.
Cuando yo pronuncio o escribo una palabra mal, ya sea por ortografía o vicio del lenguaje, me agrada que quien desee ayudar a mi crecimiento pues me la corrija. Mi amigo Jorge me escribió un día por privado y con esa gracia y cariño que solo él da, me dijo: Mulata, se escribe sonrisa, la mía iba con doble r.
Muchas de las palabras que creemos correctas son, en realidad, deformaciones heredadas de nuestra familia, vecindad o región. Y así, sin darnos cuenta, perpetuamos una cadena de equivocaciones lingüísticas que, con el tiempo, se normalizan hasta confundirse con la verdad. Mi amiga Nilebys del centro de la isla, me mantenía atenta a sus palabras porque además de alegre, hace una conjugación muy inusual: íbanos, veníanos, estábanos. Luego supe que es una práctica de otros países latinos.
El lenguaje no es solo una herramienta de comunicación, sino un reflejo de identidad. En el hogar, los niños absorben no solo el vocabulario, sino también sus imperfecciones y con las nuevas formas de escribir en redes pues potenciamos el error: Palabras como dotor por doctor, madalena, por magdalena o güevón por huevón, se cuelan en nuestro repertorio porque, antes que la norma, está la costumbre. Lo cierto que no hay mejor remedio para sanar el lenguaje que leer, leer y leer.
Hay una palabra a la que le pongo mucho empeño cuando la escribo. Josè Luis mi amigo profesor me hizo ver la diferencia: obnubilado pues a mi me encanta la palabra y siempre ponía onnubilado. La lengua materna es tan grata por los recuerdos como mal hace el desarrollo sobre todo de un niño. Sobre todo cuando usamos diminutivos innecesariamente.
Este vicio de los diminutivos me lo señaló Tatiana, ella me dijo: poquito, chiquito, niñito, amorcito, pedacito es pobreza del lenguaje; igual que cuando te comes un pastel arrancando pequeños trozos como si no fuese tuyo.
La culpa no es del hablante, sino del oído.
Gran parte de estos errores surgen de la oralidad. En zonas donde el acceso a la educación formal es limitado, la lengua se transmite por imitación, sin filtros. Hay patrones que se adquieren, en personas que no tienen contacto con españoles, es frecuente el uso de vai, venis, estai, tenei. Lo emocional pesa más que lo normativo. La lengua materna no es la de la Real Academia, sino la del hogar.
Hay que escuchar más que lo que hablamos; debemos mostrar lo que aprendrmos. Al final, la lengua es un río que se alimenta de todos los afluentes, incluso los turbios. Las palabras mal dichas no son solo equivocaciones, sino huellas de cómo nos relacionamos con el mundo. Y aunque la cultura del hogar no siempre acierte, tiene algo invaluable, nos recuerda que, antes que hablantes, somos hijos.
Corregir a otros debe ser un acto de ayuda al crecimiento no generador de verguenza. Así lo asumí cuando Ana Ibis, amiga y locutora de radio me escribió al privado y me dijo: Querida es echar de menos, no echar meno como yo había escrito. Pues sin pena les digo que debo esforzarme porque constantemente digo, la calor, la radio.
Este tema de las palabras mal dichas como práctica cultural, es muy cercano a la dislexia pero ese ya es otro tema del que les contaré en otro post.
Gracias por visitar mi blog. Soy crítica de arte, investigadora social y amante de la cocina. Te invito a conocer más de mí, de mi país y de mis letras. Texto de mi propiedad. Fotos de Pixabay.
*The Words We Inherit
A hug to my friends at @holos-lotus
Language is an important factor in our growth; I would say it is a gateway to knowledge and a snapshot of our culture. A large part of our lives, or at least a significant period—especially during childhood—we learn through what we hear
I heard my mother say "Cifló" instead of Ciprofloxacin, the actual name of the medication, and it sounded so strange that I had to ask her what she meant.
From childhood, we learn to name the world through our ears. The first words we articulate are not invented but repeated—an exact echo of what we hear at home. Over time, we learn to write, yet we still pronounce them the way we heard them. Some communities embrace these language quirks as cultural traits.
Those of us born in rural areas struggle to let go of "haiga" (instead of haya), "medecina" (instead of medicina), and if we still live close to our parents, like me, we might hear a new version of "Small and Medium Enterprises" (Mipyme). My mother calls them "NyPine."
When I mispronounce or misspell a word, I appreciate it when someone corrects me—whether due to spelling or a linguistic habit—to help me grow. My friend Jorge once privately messaged me with the charm and affection only he has, saying: "Mulata, it's spelled 'sonrisa' (smile), yours had a double r."
Many words we assume are correct are actually distortions inherited from our family, neighborhood, or region. Unknowingly, we perpetuate a chain of linguistic mistakes that, over time, become normalized and mistaken for truth. My friend Nilebys, from the center of the island, always kept me attentive to her words because, besides being cheerful, she used unusual conjugations: "íbanos," "veníanos," "estábanos." Later, I learned this is common in other Latin countries.
Language is not just a communication tool but a reflection of identity. At home, children absorb not only vocabulary but also its imperfections. And with new ways of writing on social media, we amplify errors: words like "dotor" (instead of doctor), "madalena" (instead of magdalena), or "güevón" (instead of huevón) slip into our repertoire because, before rules, there’s habit. The truth is, there’s no better remedy for refining language than reading, reading, and reading.
There’s one word I take extra care to spell correctly. My friend José Luis, a professor, pointed out the difference: "obnubilado" (dazzled)—a word I adore—because I kept writing "onnubilado." Our mother tongue is as sweet for its memories as it can hinder development, especially in children, when we overuse unnecessary diminutives.
Tatiana once called me out on this habit: "Poquito, chiquito, niñito, amorcito, pedacito (tiny bits of words) reflect poverty of language—like eating a cake by nibbling small crumbs as if it weren’t yours."
The fault lies not with the speaker but the ear. Many of these errors stem from oral traditions. In areas with limited formal education, language passes unfiltered through imitation. Some patterns emerge—like "vai," "venis," "estai," "tenei"—among people with no exposure to Spanish from Spain. Emotion outweighs norms. Our mother tongue isn’t the Royal Academy’s but the home’s.
We must listen more than we speak and share what we learn. Ultimately, language is a river fed by all tributaries, even murky ones. Mispronounced words aren’t just mistakes—they’re traces of how we relate to the world. And though home culture isn’t always "correct," it holds something priceless: it reminds us that before we are speakers, we are children.
Correcting others should foster growth, not shame. I embraced this when Ana Ibis, a friend and radio host, privately messaged me: "Querida, it’s 'echar de menos' (to miss someone), not 'echar meno' as I’d written." So, without embarrassment, I admit I must keep working on my tendency to say "la calor" (instead of el calor) or "la radio" (instead of el radio).
This topic of culturally ingrained mispronunciations is close to dyslexia—but that’s another story for another post.
Thank you for visiting my blog. I’m an art critic, social researcher, and cooking enthusiast. I invite you to learn more about me, my country, and my writing. Text is my own. Photos from Pixabay.
Mi abuelo decía Ya vide, en lugar de Ya ci. Luego descubrí que era una reminiscencia del español antiguo, en alguna lectura de la universidad. Lo que me dejó maravillado cómo el originario de la Sierra Potosina en México aún guardaba un tesoro lejano de la lengua.
Si y me parece interesante, porque he escuchado a personas mayores utilizar palabras que escucharon de sus antepasados y que no son muy usadas: cobija, aquí no es muy usada y una anciana la dice.
Gracias por tu comentario.
💜🤍🫂
Un placer, gracias por compartir!
💜🤍🫂
It still fascinates me that there are over 7,000 languages and virtually, impossible to count dialects.
It is one of the wonders of the world that we can grow to understand ourselves through sounds.
I can relate to much of what you've said here. Personally, when reading a text, I often pay little attention to consonants within words and that often results in mispronounciation of those words until I hear someone else say it aloud.
Thqnk you 💜🤍
Esto de cambiar algunas palabras es hasta gracioso y no es inherente solo a personas de poco nivel cultural le he oído decir a personas con cierto nivel " carcamonia" en lugar de calcomanía.
Ayer escuché a tres borrachos cantar "Rosita de olivo" canción del folklore mexicano muy conocida, y yo reía porque se sabían muy poco de la letra y repetían continuamente " cuando haiga lugar,se va a suponer que encuentre a Rosita con otro querer" y regresaban de nuevo sobre el " haiga".
Si jjj porque si esta mal dichas pues a repetirla jjj. Gracias querida 💜🤍
Que buen tema nos traes Iris. Creo que el lenguaje es inherente a nuestra vida, desarrollo y crecimiento. De mi abuela heredé la palabra enjaguar en ves de enjuagar por suerte temprano eliminé el defecto, hay siempre.mucho que aprender, lo importante es no avergonzarnos cuando somos corregidos y ser delicados cuando lo hacemos con otros. Un beso.
Así es. Esa palabra me recuerda mi infancia, siii jjj. Que hermoso recuerdo. Gracias querida 💜🤍🫂
Que bueno poder leerte amiga, maravilloso tema, realmente es así como dices el lenguaje se va deformando y en estos tiempos más ya nadie quiere leer buenos libros ya sean físicos o digitales y nos acostumbramos a hablar según lo que otros digan. Mi madre ya fallecida fue maestra de las buenas pero cambio de trabajo y fue a parar a una cooperativa con personas que hablaban mal y con el tiempo se acostumbro a repetir palabras como esas que mencionas. Un saludo
Gracias por tu experiencia. Un abrazo
Muchos son los errores que cometemos al escribir o pronunciar. Por ejemplo, en mi caso escribo bien las palabras que poseen r o l, pero la pronunciación no es la adecuada. Yo realmente no me percato, pero tengo una compañera que siempre me corrige y me dice has el ejercicio con la boca para pronunciar la r.
También nos pasa al escribir siglas porque desconocemos su significado. Ejemplo: Se escribe MIPYME ( Micro, pequeña o mediana empresa)
Así es querida. Gracias por tu comentario
Cuando era niña mi padre y yo nos inventamos un juego en el que él me decía una palabra con errores y yo tenía que corregirle. Así fui aprendiendo el lenguaje más correcto , aunque no escapo de alguna que otra palabra que me causa duda al escribir
Buena técnica. Si es normal que hasta se nos olvidan algunas.
Gracias por llegarte
Gracias a ti 🙂
Sobre todo quienes nos involucramos de alguna manera con la comunicación ya sea escrita u oral tenemos la responsabilidad de no perpetuar patrones negativos. En mi Camagüey, por ejemplo, se emplea una forma española arcaica y corrompida de la conjugación de ciertos verbos y así dicen "hacei, tomai, caminai" por "haceis, tomais, caminais" que en buen criollo solo debía ser "haces, tomas, caminas"
Así es, sobre todo en las zonas rurales. Me parece interesante. Gracias amiga 💜🤍🫂
Mi abuelo tenía un hermoso campo de frijoles y un hermoso campo de maíz. Con el país en crisis hasta de la lengua era imposible corregirle alguna palabra. Solo cuando decíamos "abuelo tienes un frijol"él entendía referencias a su campo pero los nietos irreverentes nos reíamos escondidos bajo las matas de café.
Después entendimos que en la lectura y en su correcto hábito estaban todas las respuestas para comunicarnos con el mundo, que la ortografía y el buen decir son como esa ropa que llevamos puesta a la que no le falta un botón.
Es tristísima la secuencia en crecimiento del uso incorrecto del lenguaje y lo que más alarma me causa tiene que ver con el hecho comunicativo en sí. Sin el lenguaje correcto se pierde la identidad y nace una cosa ahí que no tiene sustento y se va convirtiendo en ese tipo de árbol que crece con raíces muertas.
Te abrazo en el fervor del lenguaje y la palabra bien dicha ✨✍️
Y yo te abrazo en el fervor de nuestro campo y recuerdos. 🤍💜🫂
@topcomment
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Te sorprendería saber que muchos usos no correctos del lenguaje en zonas rurales eran correctísimos hace siglos. Algunas zonas conservan antiguos usos del lenguaje que han caído en desuso. Teresa de la Parra lo comenta en alguno de sus ensayos. Pero si eres docente o trabajas en algún medio de comunicación masivo sí es importante que hables correctamente porque vas a influir en otras personas.
Siii es así. Hay muchas curiosidades. Gracias
Hola @iriswrite.Un tema que apasiona, sus variantes y esos toque culturales que definen "el nivel de cultura" del hablante, al respecto un autor venezolano, el Dr. Arturo Uslar Pietri, parafraseando, escribió: La amplitud de tu lenguaje es la amplitud de tu mundo.
A veces el lenguaje incorrecto, lo mal dicho o mal escrito tiene un significado profundo y con mayor sentido en quien lo pronuncia, tomó como referencia el ejemplo que señalas de jugábanos, estàbanos. En un grupo de estudio en el que participé durante más o menos veinte años, nuestro mentor, Alejandro Moreno, señalaba: no es un error, es la manera que tiene el otro de incluirse, es un nosotros que no sabe de reglas sino de vivencia.
Saludos, me encanta este tema del por qué, decimos lo que decimos.
Si que hermosa tu manera de decir. Así es, es una manera de ser todos. Gracias amiga
💜🤍🫂
@topcomment
Ah, pues, y mi mamá que nació con una magistral forma de trocar nombres... A nadie se le ocurrirían esos trueques antes de que ella lo mencione y qué manera de reír por esa causa 🤭🤭🤭.
Me encantaría escucharla jjj
@tipu curate 8
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Gracias por el apoyo . 💚
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