El peso de la ingratitud (Es-En)
Hola @abelarte, saludos querida comunidad @holos-lotus.
Cada mañana, rumbo a la casa de mi madre, paso por la casa de Emilia y le dejo un trago de café caliente. Ella es una mujer octogenaria con cierta dificultad para caminar, encorvada por los años y el abandono. Su hogar no es confortable; antier, una lluvia intensa se coló por todos los orificios de paredes y techos, mojando su colchón. Así, en esas condiciones, lleva los últimos años de vida, como si el tiempo se hubiera detenido para ella en un rincón de indiferencia.
Emilia tiene cinco hijos: dos mujeres y tres hombres. Algunos dicen que ella despilfarró su juventud en la distracción, dejando a sus hijos solos en casa, y que ahora se merece que no la atiendan. Otros murmuran que sus hijos son desagradecidos, porque, sin importar el pasado, una madre no debe quedar así, desvalida y a la intemperie de la vida. Ella lavaba y trabajaba en una fabrica para alomentarlos.
Este dilema me hace reflexionar sobre la naturaleza de la gratitud y la responsabilidad filial. ¿Hasta qué punto los errores de un padre o una madre justifican el abandono?. La relación entre padres e hijos no es una transacción comercial en la que se exige pago por servicios prestados, pero tampoco es un pozo sin fondo donde todo error debe ser perdonado sin consecuencias.
Emilia, en su juventud, pudo haber fallado. Quizás no supo amar como debía, o tal vez sus prioridades estuvieron torcidas. Pero ahora, en su vejez, su fragilidad es un espejo que refleja lo mejor y lo peor de quienes la rodean. Sus hijos, adultos con sus propias vidas, tienen ante sí una elección moral: pueden decidir que su madre se lo merece y seguir de largo, o pueden entender que la gratitud no siempre nace de lo que recibimos, sino de lo que somos capaces de dar, incluso cuando el otro no lo mereció. Ellos la viisitan, ríen un rato y parten a sus hogares dejándola en la más temible vulnerabilidad.
La familia, en su esencia, es un pacto de cuidado mutuo que trasciende la justicia estricta. No se trata de ignorar los errores de Emilia, sino de reconocer que, en su vulnerabilidad, ella ya no es la mujer que pudo fallar, sino simplemente una anciana que necesita ayuda. @maylink desde la distancia se preocupó por el destino de Emilia dada la intensidad de las lluvias. Ella fue portadora de un trago de café para esta mujer mientras pasaba horas de calor a la sombra de un arbusto porque la temperatura de su hogar es insostenible.
La ingratitud filial es una herida social que normalizamos con excusas: Es que mi madre no fue buena conmigo. El amor debe ser incondicional por lo menos con una madre que pese a sus errores no los abandonó.
Yo no sé si los hijos de Emilia la abandonan por resentimiento o por simple indiferencia. Lo que sí sé es que, cada mañana, cuando le llevo ese café, ella me sonríe con una mezcla de vergüenza y agradecimiento. Con tristeza porque al tener cinco hijos el estado no hace nada por ella.
La gratitud no siempre es hacia quienes nos dieron todo, sino también hacia quienes nos dieron la vida, al final, todos merecemos un poco de dignidad.
Quizás el verdadero juicio no sea sobre Emilia o sus hijos, sino sobre nosotros como sociedad, que permitimos que los ancianos mueran en el olvido.
La gratitud no es solo un deber filial; es un acto de humanidad. Y aunque la vida a veces nos dé razones para volvernos fríos, el verdadero valor está en dar calor cuando nadie más lo hace. Atendí a mi padre mientras lo necesitó, perdoné sus errores y nos curamos las heridas. Emilia, con su colchón mojado y su soledad, es un recordatorio de que nadie debería tener que mendigar lo que por derecho humano le corresponde, la dignidad.
Gracias por visitar mi blog. Soy crítica de arte, investigadora social y amante de la cocina. Te invito a conocer más de mí, de mi país y de mis letras. Texto y fotos de mi propiedad.
Hello @abelarte, greetings dear @holos-lotus community.
Every morning, on my way to my mother’s house, I stop by Emilia’s place and leave her a cup of hot coffee. She is an octogenarian woman with difficulty walking, hunched over by the years and neglect. Her home is far from comfortable; recently, heavy rain seeped through the cracks in her walls and roof, soaking her mattress. This is how she’s spent the last years of her life—as if time had stopped for her in a corner of indifference.
Emilia has five children: two daughters and three sons. Some say she wasted her youth in distraction, leaving her children alone at home, and that now she deserves their neglect. Others whisper that her children are ungrateful, because, regardless of the past, a mother should never be left so helpless and exposed to life’s harshness. She washed clothes and worked in a factory to feed them.
This dilemma makes me reflect on the nature of gratitude and filial responsibility. To what extent do a parent’s mistakes justify abandonment? The relationship between parents and children is not a commercial transaction where payment is demanded for services rendered, nor is it a bottomless pit where every mistake must be forgiven without consequence.
Emilia, in her youth, may have failed. Perhaps she didn’t love as she should have, or maybe her priorities were misplaced. But now, in her old age, her frailty is a mirror reflecting the best and worst of those around her. Her children, adults with their own lives, face a moral choice: they can decide their mother deserves it and walk away, or they can understand that gratitude doesn’t always arise from what we receive but from what we’re capable of giving—even when the other person didn’t earn it. They visit her, laugh for a while, and then return to their homes, leaving her in terrifying vulnerability.
Family, at its core, is a pact of mutual care that transcends strict justice. It’s not about ignoring Emilia’s mistakes but recognizing that, in her vulnerability, she is no longer the woman who may have failed—just an old woman in need of help. @maylink, from afar, worried about Emilia’s fate due to the heavy rains. She brought her a cup of coffee as this woman spent hours under the shade of a bush, escaping the unbearable heat inside her home.
Filial ingratitude is a social wound we’ve normalized with excuses: "But my mother wasn’t good to me." Love should be unconditional, at least toward a mother who, despite her flaws, never abandoned them.
I don’t know if Emilia’s children neglect her out of resentment or mere indifference. What I do know is that every morning, when I bring her that coffee, she smiles at me with a mix of shame and gratitude. With sadness, because despite having five children, the state does nothing for her.
Gratitude isn’t always owed to those who gave us everything, but also to those who gave us life. In the end, we all deserve a little dignity.
Perhaps the true judgment isn’t on Emilia or her children, but on us as a society, allowing the elderly to die forgotten.
Gratitude isn’t just a filial duty—it’s an act of humanity. And though life may give us reasons to turn cold, true worth lies in offering warmth when no one else does. I cared for my father when he needed me, forgave his mistakes, and we healed our wounds. Emilia, with her soaked mattress and loneliness, is a reminder that no one should have to beg for what is rightfully theirs by human right: dignity.
Thank you for visiting my blog. I’m an art critic, social researcher, and lover of cooking. I invite you to learn more about me, my country, and my writing. Text and photos are my own.
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STOP
Desgraciadamente hay muchos casos como el de Emilia. El abandono es más duro en estos tiempos difíciles que vivimos. Muy buena reflexión sobre el tema. Un abrazo.
Gracias por estar 💜
Por desgracia, casos como el de Emilia se ven a diario. En mi familia, mi abuela lo sufrió por parte de sus hijos varones. Menos mal que estaban mi mamá y tía.
El amor es incondicional o no es amor.
Qué buena imagen has dejado ver: la gratitud como un espejo.
Gracias Miles por compartir este testimonio, esta lección de vida a través de Emilia.
Muchas gracias 🫂
Gracias a ti por la oportunidad. 💜🤍
La agratitud nace de la práctica sincera y profunda, es un estado del ser que proviene de la consciencia. Lamentablemente en el mundo muy pocas personas se preocupan por practicarla y es cada vez menos. Gracias por mostrar un ejemplo tan claro y cotidiano
Gracias por ser parte de ese tejido de buena fibra. Un abrazo 💜🤍
¡Qué triste y qué común!
Yo trabajé como médico de familia por muchos años, en un consultorio del centro de la ciudad cuya población estaba muy envejecida, y eran tantos los adultos mayores solos, que oprimía el alma verlos llegar con sus bastones, andadores a buscar sus recetas, hacer las colas, o simplemente ellos esperar a mi terreno y así aprovechar y conversar para intentar alejar la soledad que les caía de aquellos altos techos, porque sí, era una zona de casas enormes, pero solo invadidas por la soledad. Hijos viviendo lejos, que no matenian comunicación con los padres, o que si la mantenían pero habían decidido abandonar el país sin importar que dejaban atrás, eso era lo menos que encontraba... Si, apretaba el pecho y lo grabas deprimirte al ver la repetición del patrón una y otra vez y pensar que a lo mejor a ti te pase lo mismo.
Es un lastre social, un país envejecido que no tiene programas para atender ese detalle. Por otro lado la familia desatendida del asunto. Gracias por tu visita 💜💚
@topcomment
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Conozco unos cuantos casos así, que desgraciadamente parecen ir en aumento en estos tiempos. No solo casos de ancianos solos, sino de hijos dejados al cuidado de octogenarios porque sus padres decidieron probar suerte con la emigración o de otras formas.
Tengo amigos que son trabajadores sociales y a veces tengo que pedirles que no me hagan las historias, porque es un tema que de verdad llega a afectar a uno. Uno de mis grandes amigos es el jefe de los trabajadores sociales de La Parra y Crespo, zonas rurales del municipio, y a veces me asombra su resiliencia emocional, porque lidia diariamente con casos así sin rendirse ni desanimarse.
A veces veo a los ancianos en las calles recogiendo latas de cerveza y la pregunta que se me atraganta es si eso es lo que me tocará a mí cuando envejezca.
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¿De verdad es tan difícil perdonar a quien, a pesar de errores y defectos, no abandonó sino que trabajó para sostener?; más aún, sin mirar circunstancias adversas Emilia eligió la vida ante cada nuevo embarazo aunque el número aumentado de hijos pondría responsabilidades y penurias extras.
Sucede que las más de las veces las madres callamos esos sacrificios y así los hijos crecen con la idea de que para nosotras todo fue color de rosas y nuestros errores son injustificados.
Emilia al menos sostuvo, suplió para sus necesidades, ¿cómo es que no consiguen hacer lo mismo con ella ahora? Si tan difícil les resulta a 5 hijos cuidar de una madre ¿no valoran cuan difícil habrá sido para una madre cuidar de 5 hijos?
Siento haberme extendido pero estos temas me duelen en la misma medida que me indignan profundamente.
Les dejo un abrazo y me llevo otro, que lo necesito 🤍🫂
Muy real y sentido tu comentario. Así es 💜🤍
Este grave problema está sucediendo más a menudo en nuestra sociedad y es doloroso porque en otros momentos difíciles de cuba estos casos eran más esporádicos, y como dice la canción de Buena fe, hay la culpa, no la tiene nadie pero en realidad todos tenemos un granito en ella.
Nos centramos en nuestro problema y lo demás no existe. Gracias por estar 💜
Así como Emilia hay muchos... sin animo de juzgar, evidencia claramente esas heridas que aun duelen siendo adulto por muy fuerte que sea, mirarlo desde la compasión y el poder transformador del amor. Como bien dice la sistémica: -lo que precede al mor es el orden- los padres, abuelos, los mayores de la nuestra familia tienen y merecen nuestro respeto, independientemente como hayan vivido su vida y las decisiones tomadas.
Gracias por tu apoyo. Un abrazo y éxitos 💜🤍
Es una situación muy triste. En Cuba hay muchos casos así. Los hijos se olvidan de sus padres y abuelos, los maltratan de diversas formas. Crecen sin amor por ellos.
Es una brecha que crece y demorarán muchas décadas en cambiar. Gracias 💜
Que triste el caso de Emilia, que trajo 5 hijos al mundo y ahora nadie la ampara, este caso me hizo recordar un meme que leí:
Criamos hijos, no condiciones, y nadie da lo que no hay en su corazón, es lamentable que situaciones como estás se vean, siento que el desconocimiento a la palabra (biblia), no aleja del temor a Dios, quiero llevarles unos versículos en estás escritura en sus Cartas a los Efesios 6:1-3
No se como fue la vida de Emilia, solo se que todos cometemos errores, tal vez era muy joven y no tenía quien la orientará bien, solo siento que debemos saber perdonar, ya que solo el hecho de ellos existir, fue porque ella decidió tenerlos y cada uno seremos juzgados, por nuestras obras, no por las ajenas.
Dios entre en el corazón de esos hijos y dejen de lado la ingratitud, empiecen a ver motivos de agradecimiento y el cielo se abra para ellos. Bendiciones🙏🏼
Gracias por tu bondad. Interesante tu comentario 💜🤍
Hay muchas Emilias por ahí. Es lamentable que sucedan estas cosas. Y en nuestro país que hay tanto envejecimiento esto crece. No me imagino dejando a un lado a mis padres que han dado toda su vida por mí. Gracias por traernos siempre historias y anécdotas tan emotivas.
Que bueno que pienses así. Un abrazo para ti y larga vida juntos 💜🤍
😘🌹
No sólo en Cuba se ven casos como el de Emilia. El mundo enteró está plagado de historias como esta que nos compartes.
Hola, @iriswrite
Sabes, has tocado un punto sensible. Más allá del deber filial, de la indiferencia o del resentimiento, el problema, quizás, resida en una deficiente educación de valores y falta de amor. No sé si sea el caso de la anciana desvalida que señalas y la indolencia de sus propios hijos. Pero al parecer, es una situación muy común en nuestros días. Falta de magnanimidad, empatía y compasión. Epítetos de los ingratos.
Me dejas reflexionando, y encuentro motivos para ser agradecido por la vida que tengo.
Saludos, que tengas un bendecido día de lleno de cosas buenas.
Gracias a ti por tu sensibilidad. Este aspecto hay que valorarlo a tiempo, desde dos puntos de bidtas: que le damos o enseñamos a nuestros hijos y en consecuencia de lo que hemos sembrado así será el fruto que cosecharemos. El aspecto social también influye y determina y entonces es así el desastre.
Gracias por acudir
@topcomment