RE: Cosas de Iris #4 La huella invisible de mi maestro - La lección no es siempre la aparente / The Lesson is Not Always the Obvious One (ESP/ENG)
¡Hola a todos los amigos y amigas de #Hive! De la mano de una iniciativa muy especial de @iriswrite regreso a #holos-lotus para pasar revista a algunos de los profesores mas influyentes de mi vida. Este es un ejercicio necesariamente incompleto pues no puedo mencionarlos a todos, pero a la vez necesario para dejar fluir algunas cosas a la vez que me quedo con lo constructivo o positivo, el mejor consejo que me ha dado @roswelborges.
Maestros los he tenido malos, buenos y regulares. Todos me dejaron alguna lección, aunque no siempre la que ellos aspiraban a enseñar. La cuestión radica en que aprendemos lo que nos enseñan, no lo que quieren enseñar, es una diferencia sutil pero críticamente importante. A veces las acciones no acompañan las palabras y en esas ocasiones el alumno está en tierra de nadie, aunque siempre termine por aprender algo.
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Con mucho cariño recuerdo a mis profesores de matemáticas a los diferentes niveles, cada uno con sus técnicas. De Fátima aprendí que cualquier solución es aceptable si está bien fundamentada y es útil. A veces necesitamos solucionar una situación, con completa independecia de la idoneidad de nuestra respuesta. Llegar a puerto es importante, aunque nos dejemos las velas en el camino.
De Catalina aprendí el trabajo meticuloso, paciente y transparente. Dividir el problema en etapas, avanzar asegurándome de que cada paso se erige sobre uno anterior del que puedo fiarme porque lo verifiqué varias veces y de formas diferentes. Tener un mínimo de confianza en lo que hemos hecho es esencial para poder avanzar.
De Tony Morales aprendí la aspiración a encontrar la mejor solución posible, la más elegante, la que requiriese el razonamiento menos complejo y la elaboración menos larga. La elegancia y la simplicidad son valores estéticos aplicables fuera de las artes visuales a cada aspecto de la vida, y su búsqueda nunca es una aspiración vana.
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También recuerdo a Quintana, comediante frustrado que nos asignaba las notas en dependencia de que le riéramos o no sus desastrosos chistes. Su frustración alcanzó niveles épicos el día en que nos acusó de tener humor en el sentido en vez de sentido del humor justo antes de repartir malas notas a toda el aula.
De él aprendí a cuidarme de los dobles estándares, de la moralidad fingida y de las apariencias, pues era una persona cuando su clase resultaba evaluada por un superior y otra muy diferente cuando estaba a solas con nosotros. Aprendí también a no proyectar mis insatisfacciones sobre los demás, que no es poco.
Con especial desprecio recuerdo a Miguel Ángel, acosador de estudiantes, un ser sin ética como para ser profesor y que sin embargo ejerce la profesión hasta nuestros días. De él aprendí que con la escoria no caben medias tintas, debimos haberlo acusado pero éramos adolescentes y no teníamos idea de cómo lidiar con aquella "personalidad" que tanto mérito académico reunía.
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De él aprendí también que los títulos y reconocimientos no son indicadores de calidad humana. Se puede ser un Master o Doctor en ciencias y continuar siendo el mismo ser despreciable. Con él mantuvimos un duelo tirante, saboteó nuestras notas de cada forma posible y nosotros en respuesta saboteamos cada una de sus clases hasta el punto de provocarle problemas de hipertensión arterial. Lo triste es que algunos conocidos aún intentan defenderlo.
Con él fuimos crueles en formas en que solo los adolescentes pueden serlo, no teníamos otra manera de encauzar el rechazo tan profundo que nos producía. Creo que tuvo suerte, si hubiéramos llegado a tomar acción legal, que era lo que merecía, las cosas se le podrían haber puesto bien feas. Supongo que hicimos lo que sabíamos hacer y no lo que había que hacer.
Con admiración recuerdo a Luis Manuel Refeca, que recién graduado entró al aula en la Universidad a darnos clases de Matemática Discreta y lanzó el siguiente desafío:
"El que crea que puede corregirme algo que lo haga, con el debido respeto. Si ustedes pueden corregirme significa que saben más matemática que yo, que es en definitiva mi objetivo."
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Lo intentamos, pusimos en ello todo nuestro empeño de jovenzuelos sin lograrlo jamás. Mientras tanto aprendimos lo que él quería enseñarnos y también a cuestionar con respeto. De él aprendí que haga lo que haga, debo poner en ello todo mi empeño para ser lo mejor posible. Más tarde en la vida, cuando me tocó ser profesor por un año, entendí el peso y la responsabilidad que implicaba su desafío, a él toda mi admiración.
Un lugar especial le reservo a uno de mis profesores, que sin ser parte del claustro de ninguna escuela, las recorría una por una hasta ser aceptado, @restaurador. Nos enseñó poesía y también el esfuerzo propio y la constancia que requiere alcanzar un sueño. Ad astra per aspera (aproximadamente: "hacia las estrellas a través de las adversidades") bien pudiera ser su divisa, una que nos recuerda que toda búsqueda requiere que nos entreguemos a ella, nada en la vida es fácil si es hermoso o valioso.
A todos ellos mi agradecimiento. Fui siempre el alumno incomodante, preguntón, que todo lo cuestiona, muchas veces carente del conocimiento necesario para articular un cuestionamiento válido. Algunos tienen mi admiración, otros no, pero lo que sí es innegable es que todos me enseñaron algo valioso que luego apliqué, incluso si lo que al final aprendí no era lo que intentaban enseñar.
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Fui alumno y profesor, conocer los dos extremos me ayudó a entender muchas de sus decisiones difíciles, muchas de sus dicotomías. Entiendo a la perfección el esfuerzo y sacrificio que implica ser profesor, y qué tan fácil es perderse en las justificaciones a la hora de asumir una profesión tan difícil, tan importante y con frecuencia sub valorada.
Por eso les agradezco su huella y legado, aunque a algunos con la salvedad: a pesar de todo.
Hello to all the friends of #Hive! Thanks to a very special initiative by @iriswrite, I’m returning to #holos-lotus to reflect on some of the most influential teachers in my life. This is an inevitably incomplete exercise since I can’t mention them all, but it’s also necessary to let some things flow while holding onto the constructive or positive, the best advice @roswelborges ever gave me.
I’ve had bad, good, and mediocre teachers. They all left me with some lesson, though not always the one they intended to teach. The key lies in the fact that we learn what they teach us, not what they want to teach, a subtle but critically important difference. Sometimes actions don’t align with words, and in those moments, the student is left in no man’s land, though they always end up learning something.
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I fondly remember my math teachers at different levels, each with their own techniques. From Fátima, I learned that any solution is acceptable if it’s well-founded and useful. Sometimes, we just need to resolve a situation, regardless of how suitable our answer is. Reaching the destination matters, even if we lose a few sails along the way.
From Catalina, I learned meticulous, patient, and transparent work, breaking problems into stages, advancing only after ensuring each step rests on a previous one I could trust because I’d verified it multiple times in different ways. Having even a minimal confidence in what we’ve done is essential to move forward.
From Tony Morales, I learned to aspire to the best possible solution, the most elegant one, requiring the least complex reasoning and the shortest elaboration. Elegance and simplicity are aesthetic values applicable beyond visual arts to every aspect of life, and their pursuit is never a vain endeavor.
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I also remember Quintana, a frustrated comedian who graded us based on whether we laughed at his disastrous jokes. His frustration reached epic levels the day he accused us of having humor in the sense instead of a sense of humor, right before handing out bad grades to the entire class.
From him, I learned to be wary of double standards, feigned morality, and appearances, he was one person when his class was being evaluated by a superior and a completely different one when alone with us. I also learned not to project my frustrations onto others, which is no small lesson.
With particular disdain, I recall Miguel Ángel, a student harasser, someone utterly unfit to teach, yet still practicing to this day. From him, I learned that with scum, there’s no room for half-measures. We should have reported him, but we were teenagers with no idea how to handle such a "personality" wrapped in academic accolades.
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From him, I also learned that titles and accolades are no indicators of human quality. One can be a Master or Doctor in science and still remain a despicable being. With him, we waged a tense battle, he sabotaged our grades in every possible way, and we, in turn, sabotaged every one of his classes to the point of giving him hypertension. The sad part? Some acquaintances still defend him.
We were cruel in ways only teenagers can be, we had no other outlet for the deep revulsion he provoked. I think he was lucky; had we pursued legal action (which he deserved), things could have gotten much uglier for him. I suppose we did what we knew how to do, not what should have been done.
With admiration, I remember Luis Manuel Refeca, who, fresh out of graduation, walked into our university classroom to teach Discrete Mathematics and issued this challenge:
"Whoever thinks they can correct me, do so, with due respect. If you can correct me, it means you know more math than I do, which is ultimately my goal."
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We tried. We poured all our youthful effort into it and yet never succeeded. Meanwhile, we learned what he wanted to teach us, as well as how to question respectfully. From him, I learned that whatever I do, I must strive to be the best. Years later, when I became a teacher for a year, I understood the weight and responsibility behind his challenge. To him, my utmost admiration.
A special place is reserved for one of my teachers, who, though not part of any school’s faculty, went from one institution to another until he was accepted, @restaurador. He taught us poetry, as well as self-reliance and the perseverance required to achieve a dream. Ad astra per aspera (approximately: "to the stars through hardships") could well be his motto, a reminder that every pursuit demands our full commitment. Nothing in life is easy if it’s beautiful or valuable.
To all of them, my gratitude. I was always the troublesome student, the one who asked too much, questioned everything, often lacking the knowledge to articulate a valid challenge. Some have my admiration; others don’t. But what’s undeniable is that they all taught me something valuable, even if what I ultimately learned wasn’t what they intended to teach.
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I’ve been both student and teacher. Experiencing both ends helped me understand many of their tough decisions and dilemmas. I fully grasp the effort and sacrifice teaching entails, and how easy it is to lose oneself in justifications when taking on such a difficult, crucial, and often underappreciated profession.
That’s why I thank them for their imprint and legacy, though for some, with the caveat: despite everything.
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Muy sabio y perspicaz tu profe de matemáticas.🤭. He leído tu post de un tirón y lo he disfrutado mucho. Llevo días pensando en participar pero no me sale nada decoro.😥🤭. Felicidades y éxitos.😘🙏👏👏👏
Trata de empezar por algo simple, como quienes eran tus profesores preferidos y por qué. Estoy seguro de que una vez que empieces todo va a fluir. Gracias por tus palabras y por llegarte a mi post.
😘🙏
Que maravilla de texto, lo disfruté al máximo. Gracias por sumarte, cada experiencia es conmovedora. Un abrazo
Gracias por tus palabras. Esta iniciativa fue una verdadera oportunidad para abordar algunas cuestiones de esas que se van acumulando y que no siempre encuentran salida.
Lamentable existan los Quintana y esos Miguel Ángel...
Afortunadamente priman mucho más los positivos y ello es lo importante.
Gracias por el honor de citarme jajaja...
¡Un abrazo!
De todo hay en la viña del señor, como diría mi abuela materna. Entre los profesores siempre hay personajes épicos y otros rastreros, pero como dices los positivos son más, por suerte. Gracias por tus palabras y por llegar hasta mi post.
¡A ti!
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Muchas gracias por su apoyo, siempre resulta alentador.
Un texto muy agradable de leer, me imagino que te firmaste en matemáticas, lo digo porque es lo que más te marcó. Siempre vamos a encontrar maestros malos, sin ética. Nos quedamos con los buenos.