My style, my rules / Mi estilo, mis reglas (eng-esp)

Hello, my friends.

For too long, my wardrobe and I lived in a love-hate relationship. Even terror. The fear that something wouldn't fit, that I'd stand out too much, or that I wouldn't fit in at all, was a constant fear.

Makeup was another layer of anxiety: Is it too much? Too little? Does it look like so-and-so's? All of it was hundreds of voices in unison telling me what to do and what not to do.

Until one day, exhausted by so much noise, I decided to listen to just one voice: my own.

The first step was the most liberating: sending everything to hell and understanding that not everything that's fashionable looks good on me. And I didn't see this as a defeat; it was an important step toward self-knowledge.

source

Of course, at first, I did that out of tiredness. Because I couldn't please everyone, and I realized I'd always been doing it wrong.
That pastel color that flooded the Victoria's Secret runways dulls my complexion. That oversized cut that looks divine on others wraps me like a sack on my petite figure. I'm not Angelina Jolie, nor do I have her eye color, much less a Kardashian.

source

Accepting this isn't an act of resignation, but of empowerment. It's honoring my own body, my unique skin tone, and the texture of my hair, working with them, not against them.

Only in this way did I stop seeing myself as a mannequin or mirror for other people's trends and begin to be the architect of my own image. It doesn't matter if it's not in style or if someone doesn't like it: now I choose a new outfit for the confidence it gives me, because I like it, for how it highlights my shoulders or waist. Or simply for the fact that its color brightens my day.
Makeup has become a game: some days, a bold liner that's pure personality, while other days, I go au naturel, with none at all. Both extremes are equally authentic.

source

Going against the grain isn't always a bad thing. In fact, it often isn't. That deliberate choice, that outfit that may not be in any magazine but is undeniably me, speaks more about my personality than any viral outfit.
True elegance lies not in blindly following, but in curating with one's own judgment. My reflection is no longer a question, it's an agreement. I dress for myself, and in that freedom, I have found the most genuine version of who I am.

---

Leer en español

---

Hola, amigas mías.

Durante demasiado tiempo, mi armario y yo vivimos una relación de amor y odio. Incluso terror. El miedo a que algo no cuadrara, a destacar demasiado o a no encajar en absoluto, era un miedo constante.
El maquillaje era otra capa de ansiedad: ¿será demasiado? ¿Demasiado poco? ¿Se parece al de fulana o mengana? Todo aquello eran cientos de voces al unísino diciéndome lo que tenía que hacer y lo que no.
Hasta que un día, exhausta de tanto ruido, decidí escuchar solo una voz: la mía.

El primer paso fue el más liberador: Mandar todo al demonio y entender que no todo lo que está de moda me queda bien. Y esto no lo vi como una derrota, fue un paso importante hacia el autoconocimiento.

fuente

Por supuesto, al inicio, aquello lo hice por cansancio. Por no poder complacer a todo el mundo y me di cuenta que siempre lo estuve haciendo mal.
Ese color pastel que inundó las pasarelas de Victoria´s Secret me apaga el cutis. Ese corte oversized que a otras les queda divino, a mi figura menuda me envuelve como un saco. No soy Angelina Jolie ni tengo su color de ojos y mucho menos soy una Kardashian.

fuente

Aceptarlo no es un acto de resignación, sino de empoderamiento. Es honrar mi propio cuerpo, mi tono de piel único y la textura de mi cabello, trabajando con ellos, no en su contra.

Solo de esa manera dejé de verme como un maniquí o espejo para tendencias ajenas y empecé a ser la arquitecta de mi propia imagen. No importa si no está de moda o a alguien no le guste: ahora elijo una muda de ropa por la confianza que me infunde, porque me gusta, por cómo resalta mis hombros o mi cintura. O simplemente por el hecho de que su color me alegra el día.
El maquillaje se transformó en un juego: algunos días, un delineado audaz que es pura personalidad, mientras que otros días, voy al natural, sin ninguno. Ambos extremos son igualmente auténticos.

fuente

Ir en contra de la corriente no siempre es algo negativo. De hecho, muchas veces no lo es. Esa elección deliberada, ese conjunto que quizás no está en ningún magazine pero que es indudablemente yo, habla más de mi personalidad que cualquier outfit viral.
La verdadera elegancia no reside en seguir ciegamente, sino en curar con criterio propio. Mi reflejo ya no es un cuestionamiento, es un acuerdo. Me visto para mí, y en esa libertad he encontrado la versión más genuina de quien soy.