Que mi infancia se terminara a los 12 años, no ha impedido que continúe jugando, aunque en algunos momentos de mi vida me lo tomara tan en serio que el juego dejara de ser divertido.

Saludos @brujita18 y @annafenix, aquí estoy atendiendo su simpática invitación a recordar a que jugábamos ayer y a que, hoy. Y la verdad es que aunque los juegos de mesa han estado presentes a lo largo de toda mi vida, en la infancia le dedicaba más tiempo al futbol y toda clase de ocurrencias callejeras.
Un tiempo en que no existía la preocupación por la inseguridad, desde que fui al colegio a los 5 años, a la salida tiraba en morral en casa, para irme a jugar a la calle.
Además de la calle, contábamos con amplios terrenos sin construir en los alrededores y un gran pinar donde podíamos ejercitar el cuerpo y la imaginación.
Tengo noticias de que aquel pinar, ya no existe, quedo el nombre y una o dos docenas de pinos. Se llamaba Pinar del Rey y quedaba en la carretera a Hortaleza, pueblito famoso por las chuletas de cordero que servían en sus mesones.
Hoy todo está construido y solo quedan los nombres, ya ni existirá el campo de los olivos, donde Don Bernardino nos mandaba a buscar a los que hacían novillos.

Volviendo al juego; indios y vaqueros, canicas al gua, chapas, el escondite y en invierno al parchís, la mona o el monopolio.
Pero mis últimos juguetes infantiles fueron un tren eléctrico y un juego de química. Ambos se los dejé en herencia a mi primo, quien conservo el tren hasta hace muy poco, pero me comento que él de química desapareció muy pronto.
Las sospechas señalan a mi querida tía que lo más seguro se cansó de los fétidos experimentos.
También disfrutaba de dibujar y pintar, pero con el juego de ganarse la vida, deje olvidados los colores y los pinceles.
Sospecho que la lectura ocupo su lugar y mientras llegue a la edad de trabajar, me dedique al comercio y las ventas, nunca deje de leer. Como decía mi madre, hasta los ingredientes del paquete de sal.

Los trenes me encantan, igual que los barcos, en especial los de vela, pero he viajado muchísimo más por carretera que sobre las vías, lo mismo que en avión más que por mar, aunque si cuento los viajes en ferry y algunos paseos en bote, puede que sumen más horas.
Considerando que cuando las circunstancias me enfrentaron a una jubilación temprana y sin jubilación, me convertí en jabonero por 11 años, y ahora, luego de un año y una mudanza a 5.000 kilómetros de mi casa, le dedico un buen tiempo a imitar a Cervantes y como el intercambio palabras por céntimos.
Vanidoso el chico, no encontró nadie mejor con quien medirse. Ja, ja.
Si aspiro al cielo, no apunto al sol, mejor a las estrellas, además jugando todo es broma y nada va en serio.

Como siempre escribo en español, dejando la traducción en manos de Google. Declaro bajo fe de juramento que todas las fotos son propias, salvo el baner final, que fue elaborado para mí por @isauris .

Gracias por leerme y más por dejar un comentario.

Playing, playing until old age/Tell me the story

The fact that my childhood ended at 12 hasn't stopped me from continuing to play, although at times in my life I took it so seriously that the game stopped being fun.

Greetings @brujita18 and @annafenix, here I am, responding to your kind invitation to remember what we played yesterday and what we play today. The truth is that although board games have been present throughout my life, during my childhood I spent more time playing soccer and all kinds of street games.
A time when there was no concern about safety, from the time I started school at 5, I would throw my backpack at home after school to go play outside.

In addition to the street, we had large, undeveloped lots in the surrounding area and a large pine forest where we could exercise our bodies and imaginations.
I've heard that that pine forest no longer exists, only the name and one or two dozen pines remain. It was called Pinar del Rey and was on the road to Hortaleza, a town famous for the lamb chops served in its inns.

Today, everything is built, and only the names remain. The olive grove, where Don Bernardino used to send us to look for those who were playing truant, will no longer exist.

Back to the game: cowboys and Indians, marbles, bottle caps, hide-and-seek, and in winter, Parcheesi, Monkey, or Monopoly.
But my last childhood toys were an electric train and a chemistry set. I left both as a legacy to my cousin, who kept the train until very recently, but told me that his chemistry set disappeared very soon.
My dear aunt suspects that he most likely grew tired of the foul experiments.
I also enjoyed drawing and painting, but with the game of earning a living, I left the colors and brushes behind.
I suspect that reading took its place, and until I reach working age, dedicating myself to commerce and sales, I'll never stop reading. As my mother used to say, even the ingredients in a packet of salt.

I love trains, as do ships, especially sailing ones, but I've traveled much more by road than on rails, and by plane more than by sea, although if I count ferry rides and some boat trips, it might add up to more hours.
Considering that when circumstances forced me to retire early and without a pension, I became a soap maker for 11 years, and now, after a year and a move 5,000 kilometers from home, I spend a good amount of time imitating Cervantes and exchanging words for pennies.
Vain, the boy, he didn't find anyone better to compete with. Ha ha.
If I aspire to the sky, I don't aim for the sun, but rather the stars. Besides, all games are a joke and nothing is serious.

As always, I write in Spanish, leaving the translation to Google. I declare under oath that all photos are my own, except for the final banner, which was created for me by @isauris.

Thank you for reading and even more for leaving a comment.