Todos hablan de las almas gemelas, seres que por un místico poder, se encuentran y viven juntos felices, y bla bla bla… Dos personas que navegan en el mundo unidos por lo que creen es amor, pero yo les diré la verdad, no creo en el amor, creo en la lealtad y la hermandad de eso se trata la vida.

Conocí a Athena en un momento de autodescubrimiento, no es sencillo decirle al mundo que viniendo de una amplia familia de médicos, tu decides ser músico; tu familia te apoya para que logres el éxito, pero tu decides seguir siendo una oveja distinta y te revelas diciendo que quieres ser docente.

Athena estaba atendiendo mi mesa donde mis padres asimilaban el “desastroso plan de vida”, y accidentalmente le derramó miel al traje de mi papá, luego mojó la cartera de mi mamá, y por último, cuando yo perdía mi último gramo de valentía, gritó: “su hijo Karter es de los pocos que merecen el cielo, pero ustedes no lo merecen”.

Basta decir que fue despedida, pero la invité a salir, y luego de un beso que resultó como un “incesto mal planificado” (en palabras de ella), nos volvimos inseparables, ella me enseñó que los únicos estándares que debo llenar son lo míos y espantó el Síndrome del impostor que me aquejaba desde hace mucho.

A los años, conocí a mi némesis Jacob un hombre que nació para amargar el mundo, como mi tutor de tesis me hizo ver que mis inseguridades eran absurdas frente a sus críticas, y por supuesto, me presionó tanto, que Athena y yo estábamos pensando seriamente en un muñeco vudú con su cara.

Sin embargo, las impresiones son equivocadas cuando no ves más allá de la crítica, luego de aprobar y graduarme me invitó a su casa de playa para celebrar y me contó que veía mucho potencial en mí, una pedagogía que pocas veces había visto y así nos convertimos en buenos amigos.

Tenía a Athena que me apoyaba en todo y a Jacob que me mostraba la realidad, incluso cuando se peleaban en “discusiones filosóficas de impacto”, basta decir que me sentía apoyado y querido, era la familia que había adquirido luego de vagar por el mundo demostrando una forma de amor que no conocía.

Con ambos compartí momentos que pocos entenderán, y para otros serán de poco sentido, me hacían creer que la estabilidad era posible si los tenía, y una amistad como esa era para toda la vida o al menos eso creía.

Athena se fue del país para alcanzar sus sueños, y todos prometimos no perder el contacto, al principio teníamos llamadas grupales con Jacob y el mundo parecía seguir su ritmo.

Con el tiempo las llamadas fueron menos frecuentes, la vida de cada uno comenzó a separarnos, yo tenía un empleo de tiempo completo y Jacob se dedicaba a su nueva familia, y me sentí abandonado.

Como una amistad había acabado, la vida separaba mis buenos momentos nuevamente, y así pasaron los años.

Un día mientras caminaba por la escuela, me presentaban un nuevo niño, me recordaba a mi de joven, y era evidente que contaba con un hogar hermoso, pues hablaba maravillas de sus padres.

Cuando nos tocó la primera reunión me quedé impresionado al saber que ese niño era hijo de Jacob y ambos tomamos un café para recordar viejos tiempos.

Jacob me comentó de su vida y como le gustaba navegar entre los buenos recuerdos que vivió con Athena y conmigo, le comenté mi decepción de como terminó, y desconcertado me dió el aprendizaje más grande de mi vida:

“Todo es momentáneo, la alegría, el temor y la tristeza, la vida gira y los caminos como se entrelazan se separan, eso no resta valor a cada recuerdo hermoso y en el corazón en donde se guardan esas historias sin final”.

Esa tarde recuperé a mi amigo y (aún mejor) a mí mismo, comprendí que el cariño que mis amigos tenían, poco o nada tiene que ver con la distancia que hoy nos separaba, los recuerdos vivirán por siempre porque hoy entendí el verdadero sentido de la amistad.

Everyone talks about soulmates, beings who, through some mystical power, find each other and live happily ever after, blah blah blah... Two people who navigate the world united by what they believe is love, but I'll tell you the truth, I don't believe in love, I believe in loyalty and brotherhood, that's what life is all about.

I met Athena at a time of self-discovery. It's not easy to tell the world that, coming from a large family of doctors, you decide to be a musician. Your family supports you so that you can achieve success, but you decide to continue being a different sheep and rebel by saying that you want to be a teacher.

Athena was waiting on my table where my parents were digesting my “disastrous life plan,” and she accidentally spilled honey on my dad's suit. then she wet my mom's purse, and finally, when I was losing my last ounce of courage, she shouted, “Your son Karter is one of the few who deserve heaven, but you don't deserve him.”

Suffice it to say that she was fired, but I asked her out, and after a kiss that turned out to be “ill-planned incest” (in her words), we became inseparable. She taught me that the only standards I have to meet are my own and dispelled the imposter syndrome that had plagued me for so long.

Years later, I met my nemesis Jacob, a man born to make the world miserable. As my thesis advisor, he made me see that my insecurities were absurd in the face of his criticism, and of course, he pressured me so much that Athena and I were seriously considering getting a voodoo doll with his face on it.

However, impressions are wrong when you don't see beyond criticism. After I passed and graduated, he invited me to his beach house to celebrate and told me that he saw a lot of potential in me, a pedagogy he had rarely seen, and so we became good friends.

I had Athena, who supported me in everything, and Jacob, who showed me reality, even when they fought in “philosophical discussions of impact.” Suffice it to say that I felt supported and loved. They were the family I had acquired after wandering the world, showing me a form of love I had never known.

With both of them, I shared moments that few will understand, and for others will make little sense. They made me believe that stability was possible if I had them, and that a friendship like that was for life, or at least that's what I believed.

Athena left the country to pursue her dreams, and we all promised not to lose touch. At first, we had group calls with Jacob, and the world seemed to follow its rhythm.

Over time, the calls became less frequent, and our lives began to separate us. I had a full-time job, and Jacob was devoted to his new family, and I felt abandoned.

As a friendship had ended, life separated my good times again, and so the years passed.

One day, while walking through school, I was introduced to a new boy. He reminded me of myself when I was young, and it was clear that he had a beautiful home, as he spoke highly of his parents.

When we had our first meeting, I was impressed to learn that this boy was Jacob's son, and we had coffee together to reminisce about old times.

Jacob told me about his life and how he liked to dwell on the good memories he had with Athena and me. I told him how disappointed I was with how things had turned out, and, puzzled, he gave me the greatest lesson of my life:

“Everything is momentary, joy, fear, and sadness. Life turns, and paths that intertwine separate. That does not detract from each beautiful memory and the heart where those endless stories are stored.”

That afternoon, I regained my friend and (even better) myself. I understood that the affection my friends had for me had little or nothing to do with the distance that separated us today. The memories will live on forever because today I understood the true meaning of friendship.