El pan nuestro (de cada día) | Our daily bread
Vuelvo con otro capítulo de mis crónicas, agrupadas bajo la etiqueta #Chronos y organizadas en la colección Chronos: Vivencias y literatura.
En esta oportunidad para hablar de esas inclinaciones que nos son intrínsecas y de las cuales desconocemos su origen o razón.
Sin duda, esta publicación tiene un tono distinto a la mayoría de las anteriores. Esto no es premeditado, sino una consecuencia natural del oficio de la escritura, que a veces parece buscar su propia manera de expresarse. ¡Espero que resulte grata su lectura!
I am back with another chapter of my chronicles, grouped under the hashtag #Chronos and organized in the collection Chronos: Vivencias y literatura.
This time to talk about those inclinations that are intrinsic to us and of which we do not know their origin or reason.
Undoubtedly, this publication has a different tone from most of the previous ones. This is not premeditated, but a natural consequence of the craft of writing, which sometimes seems to seek its own way of expressing itself. I hope you enjoy reading it!
English version below!
No sabemos de dónde vienen algunas pasiones nuestras. Es como si estuvieran en nuestro código genético, pero escrito por alguien a quien le gusta divertirse y que mezcla elementos curiosos que brotan en la vida de manera inexplicable. Estoy seguro de que tú conoces a alguien (o a muchos) que tienen inclinaciones que no se ajustan a su estereotipo y que se deleitan con cosas que sorprenden a quienes los conocen.
Mi mamá nunca fue “amiga” de la cocina, lo consideraba una esclavitud y mientras más rápido pudiera salir de allí, pues mucho mejor. Lo único que disfrutaba hacer eran las hallacas, sí, ese complicado plato navideño venezolano, que da tanto trabajo que, regularmente, se hace entre todos los miembros de la familia. Si había quien la ayudara, bien, si no, igual se ponía manos a la obra para producir aquel plato con el que había ganado un amplio reconocimiento. Porque vale decir que una buena porción de su trabajo iba para la famosa fiesta de Navidad que se organizaba en mi casa y que reunía a gente de teatro, pintores, poetas, políticos, músicos, cantantes, diplomáticos de cuantos países uno pueda imaginar. Además, había las hallacas de regalo para la familia, los vecinos, etc. Su récord: 800 hallacas en un solo diciembre.
Pero resulta imposible pensar en que alguien pudiera heredar de ella la pasión por la cocina.
A los 14 años de edad, por primera vez, se me ocurrió la idea de averiguar cómo se hacía el pan, la mantequilla y la cuajada. Y los preparé. Pero no solo fue que los hice, como quien hace un experimento escolar (que más nunca lo repite). No, esa se convirtió en una fiesta regular en que invitaba a los amigos a comer los tres elementos juntos.
Lo que más se me grabó fue el olor del pan casero. Desde el momento en que empieza su proceso la levadura, van surgiendo aromas que son muy especiales y que se me quedaron grabados desde aquel entonces. Lo que desprende el inicio de esa fermentación, me empieza a hablar de lo que viene después. El aroma de la levadura es el primer eslabón de una serie que se va forjando, que tiene su clímax al salir el pan del horno.
Es increíble todo lo que puede generar la mezcla de cuatro elementos tan sencillos como la harina, levadura, sal y agua. Una combinación que ha acompañado al hombre en más de 14 mil años. Está en la literatura, en las canciones, en los relatos de todas las religiones. Y aunque no era parte de nuestra historia nuestroamericana, vino con los colonizadores junto a lo bueno y lo malo que trajeron consigo y ya lleva medio milenio entre nosotros.
En mi vida, hacer pan es algo que va y viene. Cada vez que me acerco a ese proceso creativo, me atrapa, al igual que sus aromas. Si el pan recién hecho huele bien, el hecho por uno mismo, huele mejor. No es porque nuestra levadura sea mejor o que la harina sea de más calidad. No, el ingrediente principal del pan, es la pasión (además del aroma). Yo compro la misma harina que compras tú y la misma sal y la misma levadura y el agua es la misma.
Cuando mezclo un ingrediente con el otro, sueño lo que va a resultar de allí y lo visualizo y lo anhelo. La textura que se va logrando, ver crecer aquella combinación de sustancias, verlo levar, verlo crecer en la mesa, verlo tomar forma en el horno, es un ritual placentero y que llena de satisfacción. Supongo yo que de esa vivencia se alimentaron para decir aquello de que lo que compartió Jesucristo, fue precisamente el pan. ¡Porque es un acto sublime.!
Desde la última vez que me volvió a atraer este acto idílico, lo repito casi a diario y día a día es una experiencia nueva. A veces sientes que no lograste el “ideal” y esa es una nueva razón para volver a hacerlo al día siguiente. Y cuando sí lo logras, debes repetirlo al día siguiente para saber que ya lo dominas.
Más allá de esa pasión, casi desenfrenada, que me produce esta milenaria tarea, me recompensa la familia, los amigos, quienes me acompañan en cada uno de estos experimentos (porque siempre quieres probar algo nuevo) y ver sus caras de satisfacción, el gusto al saborear, el disfrute de cada sabor, de cada textura, de cada aspecto. ¡Y siempre, el olor…!
English version
We don’t always know where some of our passions come from. It’s as if they were embedded in our genetic code, but written by someone who enjoys having fun—mixing curious elements that appear in life in inexplicable ways. I'm sure you know someone (or many people) whose inclinations don’t fit their stereotype, and who delight in things that surprise those around them.
My mother was never “friends” with the kitchen. She considered it a form of slavery, and the quicker she could get out of there, the better. The only thing she enjoyed making was hallacas—yes, that complicated Venezuelan Christmas dish that requires so much effort that it’s usually prepared by the whole family. If she had help, great. If not, she would still get to work and make the dish that had earned her widespread recognition. It’s worth mentioning that a large portion of her work went toward the famous Christmas party held at my house, which brought together people from the theater, painters, poets, politicians, musicians, singers, and diplomats from all corners of the world. In addition, there were hallacas gifted to family, neighbors, and others. Her record: 800 hallacas in a single December.
Yet the idea that someone could inherit her passion for cooking seemed impossible.
At 14, I had the idea to figure out how to make bread, butter, and curd for the first time. And I did. But it wasn’t just a one-time experiment, like a school project that never gets repeated. No, it became a regular event where I invited friends to enjoy all three elements together.
What stayed with me the most was the smell of homemade bread. From the moment the yeast starts its process, aromas begin to emerge—special scents that have stuck with me ever since. The beginning of fermentation hints at what is to come. The aroma of yeast is the first link in a chain that builds toward its climax when the bread emerges from the oven.
It’s incredible what can be created from the simple mixture of flour, yeast, salt, and water—a combination that has accompanied humanity for more than 14,000 years. It appears in literature, songs, and the stories of all religions. Though it wasn’t part of our Latin American history, it arrived with the colonizers, along with the good and bad they brought. And it has been with us for half a millennium.
In my life, bread-making comes and goes. Every time I approach this creative process, it captivates me—along with its aromas. If fresh bread smells good, bread made by one's own hands smells even better. It’s not because our yeast is superior or our flour is higher quality. No, the main ingredient in bread is passion (along with its aroma). I buy the same flour you buy, the same salt, the same yeast, and the water is the same.
When I mix one ingredient with another, I dream about the result, visualize it, and crave it. The texture that develops, watching the combination of substances rise, seeing it grow on the table, watching it take shape in the oven—it’s a delightful ritual, one that brings immense satisfaction. I suppose it was this experience that led people to say that what Jesus Christ shared was precisely bread—because it is a sublime act.
Since I was once again drawn to this idyllic craft, I’ve been repeating it almost daily, and each day brings a new experience. Sometimes, you feel like you didn’t achieve the “ideal,” which gives you another reason to do it again the next day. And when you do get it right, you have to repeat it the next day to know you’ve truly mastered it.
Beyond this almost unbridled passion that this ancient task brings me, I am rewarded by my family, my friends—those who accompany me in each of these experiments (because you always want to try something new). I see their faces of satisfaction, their enjoyment as they savor each bite, each texture, each aspect. And always, the scent…!

Fuente de las imágenes || Image sources [1] | Album personal / Personal album

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Saludos Señor Ylich! Me gustó mucho leerlo y saber que realmente disfruta hacer esta tarea milenaria, como usted mismo la llama. En casa solo lo hemos hecho una sola vez, nos sentimos orgullosos de ello, pero no lo repetimos ja ja, creo que fue mucho trabajo, aunque no nos molesta el largo proceso de hacer hallacas en Diciembre, de verdad que es clase aparte ese sentimiento. Muy bueno su post, me alegra haberlo leído! .
¡Qué bueno que te hay gustado la lectura!
Yo creo que en realidad no es tanto trabajo, cuando uno sabe lo que está haciendo. Al principio se hace muy pesado por la falta de práctica y experiencia, pero después empieza a fluir...
¡Bueno, también es cuestión de gustos! ¡Gracias por comentar!
Coincido en que el aroma es el que activa la memoria @ylich... Me quedé pensando en esas pasiones que no encajan según el perfil que hemos creado de nosotros mismos pero que al final nos representan igual. Mi papá también hace pan y jamás pensó que de técnico mecánico en una fábrica de harina de maíz, sería éste su oficio con harina de trigo.
Jajaja, bueno también son una realidad los giros sorprendentes que da la vida. Aunque eso es un tema aparte.
¡Sí, el aroma funciona de manera destacada en la memoria!
¡Muchas gracias por comentar!
:) tan bello! Ummm ese pancito con cafe con leche ufff! Me encanto la historia querido Ylich y las reflexiones.
Hay tantas cosas de cada artistas de Hive que uno quisiera vivir de muy cerca, no solo me huiera encantado un dia verte cantar en vivo y tocar un instrumento, ahora es probar del pancito que haces con cafe <3
Bendiciones.
Bueno, nada de eso está negado en el futuro... Así que quien quita que un día de estos sucedan ambas cosas 😉
¡Gracias por tu bonito comentario!
Me recuerda a mi madre y su devoción por las hallacas. Como la suya, no era cocinera, pero en diciembre, la cocina se transformaba en un santuario de amor y tradición. En la Venezuela próspera, sus manos creaban más de 500, un festín para el alma, sin interés comercial, solo el gozo de dar. Hoy, con la situación allá, sería un milagro llegar a 100. Esa generosidad desbordante, esa pasión que describe usted con el pan –que acá en Canadá descubro con asombro en sus texturas– es la verdadera esencia: un legado de amor que nutre más allá del alimento, conectándonos con lo mejor de nosotros, incluso en la distancia y la nostalgia. Es el impulso de crear y compartir, ese hilo invisible que nos une a través del tiempo y las dificultades.
Sí, por eso mencioné lo de las hallacas y mi mamá, porque son muchísimas las personas que, aunque no les guste la cocina, se fajan con nuestro plato navideño. ¡Qué bonito que trajeras el recuerdo de tu madre a este espacio!
¡Hermosas palabras con las que describes tu experiencia con el pan en Canadá! ¡Gracias por eso!
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¡Muchas gracias, amigos!
Corre que se te quema el pan!!!!!
jajaja jajaja
😀
What I find fascinating about bread is how unique it is across the world. When I came to Armenia I was introduced to Lavash. It's an incredible creation, baked on the inside of the walls of a hole in the ground. In Georgia just down the road they have Shoti, which is baked in a similar fashion but is made in a longer, thinner style. Both of which are so good freshly baked ;^)
Yes, you're absolutely right! The bread world is amazing!
I googled both breads you mentioned, and it's incredible. I had seen a video of how they made shoti, because it has gone viral. Both of them look delicious... 😋
Thanks for commenting!
BTW I didn't realize you live in Armenia...! It sounds so exciting!
Good luck!
Hacer lo que uno le gusta tan apasionadamente es un sentimiento bonito,me ha encantado lo todo lo que ha dicho usted.
Lo has dicho muy bien... 👍
¡Muchas gracias.
@ylich, you're rewarding 7 replies from this discussion thread.