The Echo of an Aroma: A Journey through Time with Café Anzoátegui (Eng-Esp)

We continue giving use, or rather, giving life to my new coffee maker. It is a gift that I have loved, one of those that touch the soul, that is why I have chosen to venture to select new brands of coffee to enjoy in it. On this occasion, walking through the supermarket, my eyes fell on it: “Café Anzoátegui”. It had been a long time since I had bought it, and this time I simply could not resist.

As a child, this was the brand of coffee consumed at home. It was the one my father always chose, with a conviction that only he had. He said it was the best, although at that time I knew nothing about brands or preparations; I only knew that the aroma of coffee was synonymous with home.

My family and I, my parents and siblings, come from the state of Anzoátegui, specifically from Puerto La Cruz. And my father, with that wisdom that only the years give, always affirmed that this was a coffee of superior quality. I knew the owners of that coffee plantation, that is why, when I saw it, I did not hesitate for an instant to take it with me.

Seguimos dándole uso, o mejor dicho, dándole vida a mi nueva cafetera. Es un regalo que me ha encantado, de esos que tocan el alma, por eso he optado por aventurarme a seleccionar nuevas marcas de café para disfrutar en ella. En esta oportunidad, paseando por el supermercado, mis ojos se posaron en ella: "Café Anzoátegui". Hacía muchísimo tiempo que no la compraba, y esta vez, simplemente, no pude resistirme.

De niña, esta era la marca de café que se consumía en casa. Era la que mi papá siempre elegía, con una convicción que solo él tenía. Decía que era la mejor, aunque en aquel entonces, yo no sabía nada de marcas ni de preparaciones; solo sabía que el aroma a café era sinónimo de hogar.

Mi familia y yo, mis papás y hermanos, somos oriundos del estado Anzoátegui, específicamente de Puerto La Cruz. Y mi papá, con esa sabiduría que solo los años dan, siempre afirmaba que este era un café de calidad superior. Conocía a los dueños de esa cafetalera, por eso, al verla, no dudé ni un instante en llevarla conmigo.

That first sip... What a trip! This taste took me straight back to those times, when I was about 7 or 8 years old. My memory, it's funny, is tremendously good, especially in the long term. I have been amazed at how many things from childhood I manage to remember, with every detail, with every emotion, many that my siblings have already forgotten, lost in the whirlwind of adult life.

I remember waking up and smelling the aroma. My dad was already in the kitchen, immersed in the preparation of coffee and the art of his arepas. Of course, this happened when he was at home, because the rest of the time he spent traveling. His arepas were plump, generous, and his coffee, always sweet, like the memories I treasure.

This same memory was repeated so many times. Even when I was older, when I had to go to high school, finishing high school.... At that time, my dad worked nearby, and he was the first one to wake up, because his job as a truck driver got him used to get up as soon as the sun came up. I remember he would call me, with his morning voice, to go to school and not be late.

Aquel primer sorbo... ¡Qué viaje! Este sabor me trasladó directamente a esos tiempos, cuando tendría unos 7 u 8 años. Mi memoria, es curioso, es tremendamente buena, sobre todo a largo plazo. Me ha sorprendido la cantidad de cosas de la infancia que logro recordar, con cada detalle, con cada emoción, muchas que mis hermanos ya han olvidado, perdidas en el torbellino de la vida adulta.

Recuerdo despertar y sentir el aroma. Mi papá ya estaba en la cocina, inmerso en la preparación del café y el arte de sus arepas. Claro, esto sucedía cuando estaba en casa, porque el resto del tiempo se la pasaba viajando. Sus arepas eran gorditas, generosas, y su café, siempre dulce, como los recuerdos que atesoro.

Este mismo recuerdo se repitió tantas veces. Incluso ya más grande, cuando me tocaba ir al liceo, finalizando el bachillerato... En ese tiempo, mi papá trabajaba más cerca, y él era el primero en despertar, pues su trabajo de camionero lo acostumbró a levantarse apenas el sol asomaba. Recuerdo que me llamaba, con su voz matutina, para que fuera al liceo y no llegara tarde.

I always asked him for five more minutes. He, with infinite patience, heated the water for me to take a bath before going out; I don't like cold water, especially when I woke up. He always told me that it was an hour later than the real time so that I would hurry, or that the water would get cold, and so I would wake up “flying” to avoid the cold.

At that time, 6:00 a.m., my parents were already in the kitchen. The smell of roasted arepa and coffee permeated our whole house, and in the background, the sound of the television gave us the news summary of what was happening in the world. I always woke up to that, to such an extent that I said that when I grew up, I wanted to be one of those people who appeared on television informing people when they woke up.

I prepared my Anzoátegui coffee and my mind went back to that time, where I saw myself in the background, almost as a spectator of my own life. That was me: protected by my parents, always in a hurry, and with that latent dream of becoming the journalist who would tell what was happening to everyone who woke up. Today, I drink my coffee remembering my mother, who is no longer here; my father, whom I see very little, but with the same taste and smell I enjoyed in those years. It is a bittersweet taste, of presences and absences.

Siempre le pedía cinco minutos más. Él, con una paciencia infinita, me calentaba el agua para que me bañara antes de salir; no me gusta el agua fría, y menos al despertar. Siempre me decía que era una hora más tarde de la verdadera para que me apurara, o que el agua se iba a enfriar, y así despertaba "volada" para evitar el frío.

Ya a esa hora, las 6:00 a.m., mis papás estaban en la cocina. El olor a arepa asada y café impregnaba toda nuestra casa, y de fondo, el sonido del televisor nos brindaba el resumen noticioso de lo que ocurría en el mundo. Siempre me despertaba con eso, a tal punto que yo decía que cuando fuese grande, quería ser una de esas personas que salían en la televisión informando a la gente al despertar.

Preparé mi café Anzoátegui y mi mente se trasladó a esa época, donde me veía en segundo plano, casi como una espectadora de mi propia vida. Esa era yo: protegida por mis padres, siempre apurada, y con ese sueño latente de llegar a ser la periodista que contara lo que estaba pasando a todo el que despertara. Hoy, tomo mi café recordando a mi mamá, que ya no está; a mi papá, a quien veo poco, pero con el mismo sabor y olor que disfruté en aquellos años. Es un sabor agridulce, de presencias y ausencias.

Twenty-five years have passed since then, but I can swear that in my mind it has been like yesterday. I enjoy my cup of Café Anzoátegui in my house today, and in every sip, I see that hurried girl who was going to high school and barely ate breakfast because she was always late.

But today, I look up to my living room and I see those two golden medals that remind me that the dream that that little girl once had of being a journalist is now a dream come true. I fulfilled my dream, and tears have flowed from my eyes as I recall with melancholy that time that flew away.

I am the same, although with more weight and a few lines of expression, but in my being there is still that enthusiastic, unstoppable girl, who has always been able to achieve each of her goals, no matter how far away they may seem. Everything now makes more sense than before. It is incredible how I have grown in mentality and how each stage in my life has made me the woman I am today.

What a melancholy and what a joy, all the journey of years I made with just a scent! It made me travel back in time, it made me see myself not as the woman I am today, but it reminded me of the little girl who never stops dreaming and who always lives in me. cheers! Enjoy together with your memories of your rich cup of coffee.

Han pasado 25 años de aquel entonces, pero puedo jurarles que en mi mente ha sido como ayer. Disfruto de mi taza de Café Anzoátegui en mi casa de hoy, y en cada sorbo, veo a esa niña apurada que se iba al liceo y que apenas comía el desayuno porque siempre se le hacía tarde.

Pero hoy por hoy, levanto la mirada hacia mi sala y veo esas dos medallas doradas que me recuerdan que el sueño que en un tiempo tuvo esa niña de ser periodista, hoy por hoy, es un sueño materializado. Cumplí mi sueño, y han salido lágrimas de mis ojos mientras recuerdo con melancolía ese tiempo que se fue volando.

Soy la misma, aunque con más peso y una que otra línea de expresión, pero en mi ser sigue estando esa niña entusiasta, imparable, que siempre ha podido cumplir cada una de sus metas, por lejos que parecieran. Todo ahora tiene más sentido que antes. Es increíble cómo he crecido en mentalidad y cómo cada etapa en mi vida me ha hecho ser la mujer que hoy soy.

¡Qué melancolía y qué alegría, todo el viaje de años que hice con solo un aroma! Me hizo viajar en el tiempo, me hizo verme no como la mujer que soy hoy en día, sino que me recordó a la niña que nunca deja de soñar y que siempre vive en mí. ¡Salud! Disfruta junto a tus recuerdos de tu rica taza de café.

Imágenes propias de Yeli Marín. Utilicé el traductor DeepL para compartirles la versión inglesa y la aplicación Canva para la foto de miniatura/ Own images by Yeli Marín. I used the translator DeepL to share with you the English version and the Canva application for the thumbnail photo.