In the rustling of the leaves || En el Crujir de las Hojas [Eng /Esp]

In the quiet of the yard, amid the crunch of dry leaves and the damp scent of freshly turned earth, something was moving stealthily. It was the house cat, that small four-legged explorer, master of the territory and silent witness to everything that happens under the trees. He walked with a firm step among fallen branches and ash remains, sniffing as if searching for a buried secret.

A few meters away, at the foot of a white post, the previous day's work still lay dormant. Thick logs, marked by the years, awaited their fate next to a firm-handled axe. The wood, with its deep grain and rustic aroma, spoke of future warmth, of hearths, of long evenings by the fire.

The cat, curious, approached the woodpile. He paused for a moment, studied the axe, and then raised his gaze toward the nearest tree. Perhaps, in his feline mind, he understood that this corner was not only part of his kingdom, but also a place of history: the place where nature and man meet, where the warmth of the hearth begins with a sharp knock on the wood.

And so, amid soft meows and fluttering leaves, the day continued, slow and serene, in that corner where a cat and an axe share the scene of work, rest, and the simple life.

En la tranquilidad del patio, entre el crujir de las hojas secas y el perfume húmedo de la tierra recién removida, algo se movía con sigilo. Era el gato de la casa, ese pequeño explorador de cuatro patas, dueño del territorio y testigo silencioso de todo lo que ocurre bajo los árboles. Caminaba con paso firme entre ramas caídas y restos de ceniza, olfateando como si buscara un secreto enterrado.

A unos metros, al pie de un poste blanco, el trabajo del día anterior aún descansaba. Troncos gruesos, marcados por los años, esperaban su destino junto a un hacha de mango firme. La madera, con sus vetas profundas y su aroma rústico, hablaba de calor futuro, de fogones, de tardes largas junto al fuego.

El gato, curioso, se acercó al montón de leña. Se detuvo un instante, observó el hacha y luego alzó la vista hacia el árbol más cercano. Quizás, en su mente felina, comprendía que ese rincón no solo era parte de su reino, sino también un lugar de historia: el lugar donde la naturaleza y el hombre se encuentran, donde el calor del hogar comienza con un golpe seco sobre la madera.

Y así, entre maullidos suaves y hojas revoloteando, el día siguió su curso, lento y sereno, en ese rincón donde un gato y una hacha comparten la escena del trabajo, del descanso y de la vida simple.

🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱🐱