MOVIE REVIEW: “Presence” (2024)

Synopsis: When a family moves into a new house in the suburbs, they are convinced that they are not alone after a traumatic event.

One of the main characteristics of horror movies based on the supernatural aspect is to make people have an immersive experience within the narrative that is being developed. All the “small” details count, and it is necessary to pay attention to each one of them in order to make the most of the experience that a production within this cinematic genre brings. This was the intention of this project, which despite being well-intentioned and relatively interesting, ended up losing its purpose by always going around in tiresome circles.

In the plot, a family has just bought a new house in the suburbs. They are recovering from some personal problems, and one of them is precisely the unstable relationship they have with their youngest daughter, after she lost her best friend (who was murdered). However, shortly after they start living in this place, they realize that something is wrong there. An entity lives in the house, and it is precisely Chloe who maintains a kind of “connection” with what can’t be seen, creating a very turbulent situation as no one believes what she says.

There is no great mystery to be unraveled here (which ends up being a relatively bad point because it generates a possible lack of interest in those who are watching the movie... at least that is how I felt most of the time), and within a simplistic plot, the script tries to “hook” the audience with another bait: the perception of how everything happens. Traditionally, it is the audience that follows what happens in the stories through the characters' point of view, but here, the opposite happens: the point of view to be observed is that of the entity.

The “camera game” is the great asset of this movie, which, despite having an irritatingly slow pace throughout its poor development, still manages to be somewhat attractive by offering the audience an immersion well directed by Steven Soderbergh (who, by the way, did a positively good job... considering the fact that he is a director who does not usually work with this cinematographic genre), which could have been even better if the script written by David Koepp had been more dynamic and meaningful, by showing an entity as the real protagonist.

Aesthetically, there is evident care with the production of this movie. Narratively, everything is very simple (in fact, the characters end up suffering because of this, because there is no depth whatsoever about everything that happens to them and this is very frustrating because there is nothing substantial about them), but the visual part is exquisite and, in many scenes, it seems as if the audience is playing some kind of video game in the first person. Whenever the focus is on the entity, we can perceive the small details that support the narrative and a “dark” climate of “voyeurism”.

Unfortunately, this wasn't enough to make the movie more daring. There are few suspenseful scenes, with a reasonable level of fear, and the drama, in general, is poorly explored. There's no way to create empathy for any of the characters, especially since the movie is 80 minutes long (and most of it has the entity as the main character). Any and all more robust ideas end up being "eroded" by escapist decisions, which, by the way, are edited by dry cuts of scenes, fostering the idea that this movie has something experimental in its entire conception.

The performances are wavering everywhere, and the only important name in the cast is Lucy Liu, who, like all the other characters, can't do anything special with what the script gave her. Any and all chances to create some more predominant tension are "swallowed up" by a great "stagnation" where it seems that nothing relevant to the plot happens. The characters just “parade” through different rooms of the house without bringing anything that captures the attention of those watching the movie, and even the entity does not end up having all its due recognition.

Presence relies on a narrative subjectivity that does not provide any further explanations, but merely flirts with some aspects of the genre in an attempt to “intrigue” the audience. Although it brings some very interesting criticisms (such as the broken relationship between a family seeking reconciliation and the very harmful behavior of generation Z in today’s society), the script is almost inert, with extremely specific moments that give the movie a lifespan that is lost due to the lack of new narrative elements. In short, here is a good idea, but with very poor execution.

Sinopsis: Cuando una familia se muda a una casa nueva en las afueras, están convencidos de que no están solos tras un suceso traumático.

Una de las principales características del cine de terror basado en lo sobrenatural es ofrecer a los espectadores una experiencia inmersiva dentro de la narrativa que se desarrolla. Todos los pequeños detalles cuentan, y es necesario prestar atención a cada uno de ellos para aprovechar al máximo la experiencia que ofrece una producción de este género cinematográfico. Esta era la intención de este proyecto, que a pesar de ser bienintencionado y relativamente interesante, terminó perdiendo su propósito al dar vueltas en círculos tediosos.

En la trama, una familia acaba de comprar una casa nueva en las afueras. Se recuperan de algunos problemas personales, y uno de ellos es precisamente la inestable relación que mantienen con su hija menor, tras la pérdida de su mejor amiga (quien fue asesinada). Sin embargo, poco después de comenzar a vivir en este lugar, se dan cuenta de que algo anda mal. Una entidad vive en la casa, y es precisamente Chloe quien mantiene una especie de "conexión" con lo invisible, creando una situación muy turbulenta, ya que nadie cree en lo que dice.

No hay un gran misterio que desentrañar (lo cual termina siendo un punto relativamente malo porque genera una posible falta de interés en quienes ven la película... al menos así me sentí la mayor parte del tiempo), y dentro de una trama simplista, el guion intenta "enganchar" al público con otro cebo: la percepción de cómo sucede todo. Tradicionalmente es el público el que sigue lo que sucede en las historias a través del punto de vista de los personajes, pero aquí ocurre lo contrario: el punto de vista a observar es el del ente.

El "juego de cámara" es la gran baza de esta película, que, a pesar de su ritmo irritantemente lento durante su pobre desarrollo, logra resultar atractiva al ofrecer al público una inmersión bien dirigida por Steven Soderbergh (quien, por cierto, hizo un trabajo realmente bueno, considerando que no es un director que suela trabajar con este género cinematográfico), que podría haber sido aún mejor si el guion de David Koepp hubiera sido más dinámico y significativo, mostrando a una entidad como el verdadero protagonista.

Estéticamente, se aprecia un cuidado evidente en la producción de esta película. Narrativamente, todo es muy simple (de hecho, los personajes acaban sufriendo por ello, ya que no hay profundidad en todo lo que les sucede, lo cual resulta muy frustrante, ya que carecen de sustancia), pero el apartado visual es exquisito y, en muchas escenas, parece como si el público estuviera jugando a algún tipo de videojuego en primera persona. Siempre que el foco está puesto en la entidad, podemos percibir los pequeños detalles que sostienen la narrativa y un clima “oscuro” de “voyeurismo”.

Desafortunadamente, esto no fue suficiente para hacer la película más audaz. Hay pocas escenas de suspenso, con un nivel razonable de miedo, y el drama, en general, está poco explorado. Es imposible crear empatía con ninguno de los personajes, especialmente considerando que la película dura 80 minutos (y la mayor parte tiene a la entidad como protagonista). Cualquier idea más sólida termina siendo "erosionada" por decisiones escapistas, que, por cierto, se ven alteradas por cortes de escenas secos, lo que fomenta la idea de que esta película tiene algo experimental en toda su concepción.

Las actuaciones son vacilantes en todas partes, y el único nombre importante en el reparto es Lucy Liu, quien, como todos los demás personajes, no puede hacer nada especial con lo que le dio el guion. Cualquier oportunidad de crear una tensión más predominante se ve "engullida" por un gran "estancamiento" donde parece que no sucede nada relevante para la trama. Los personajes simplemente “desfilan” por diferentes estancias de la casa sin aportar nada que capte la atención de quienes ven la película, e incluso el ente no termina de tener todo el reconocimiento que le corresponde.

Presence se apoya en una subjetividad narrativa que no ofrece más explicaciones, sino que simplemente flirtea con algunos aspectos del género para intentar intrigar al público. Si bien presenta algunas críticas muy interesantes (como la ruptura de la relación entre una familia que busca la reconciliación y el comportamiento tan dañino de la generación Z en la sociedad actual), el guion es casi inerte, con momentos extremadamente específicos que le dan a la película una vitalidad que se pierde por la falta de nuevos elementos narrativos. En resumen, es una buena idea, pero con una ejecución pésima.

Sinopse: Ao se mudarem para uma nova casa no subúrbio, uma família que está em busca de um recomeço após um evento traumático, está convencida de que eles não estão sozinhos naquele lugar.

Uma das principais características dos filmes de horror que tem como base o aspecto sobrenatural, é fazer com que as pessoas consigam ter uma experiência imersiva dentro da narrativa que está sendo desenvolvida. Todos os “pequenos” detalhes contam, e é preciso estar atento a cada um deles para conseguir aproveitar ao máximo a experiência que uma produção dentro desse gênero cinematográfico traz. Essa foi a intenção deste projeto, que apesar de bem intencionado e relativamente interessante, acabou se perdendo dentro da própria proposta ao andar sempre em círculos cansativos.

Na trama, uma família acaba de comprar uma nova casa no subúrbio. Eles estão se recuperando de alguns problemas pessoais, e um deles é justamente a relação instável que eles têm com a sua filha mais nova, após ela perder a melhor amiga (que foi assassinada). No entanto, pouco tempo depois de começarem a morar nesse lugar, eles percebem que há algo de errado ali. Uma entidade vive na casa, e é justamente Chloe quem mantém uma espécie de “conexão” com o que não pode ser visto, criando uma situação bastante turbulenta à medida em que ninguém acredita no que ela diz.

Não há nenhum grande mistério a ser desvendado aqui (o que acaba sendo um ponto relativamente ruim porque isso gera um possível desinteresse em quem está assistindo ao filme... ao menos foi assim que eu me senti na maior parte do tempo), e dentro de uma trama simplista, o roteiro tenta “fisgar” o público com uma outra isca: a percepção sobre como tudo acontece. Tradicionalmente, é o público que acompanha o que acontece nas estórias através do ponto de vista dos personagens, mas aqui, acontece justamente o inverso: pois o ponto de vista a ser observado é o da entidade.

O “jogo de câmeras” é o grande trunfo deste filme, que mesmo tendo um ritmo irritantemente cadenciado em todo o seu pobre desenvolvimento, ainda consegue ser algo minimamente atrativo por oferecer ao público uma imersão bem direcionada por Steven Soderbergh (que aliás, fez um trabalho positivamente bom... considerando o fato de que ele é um diretor que não costuma trabalhar com esse gênero cinematográfico), que poderia ter sido algo ainda melhor se o roteiro escrito por David Koepp fosse mais dinâmico e significante, ao mostrar uma entidade como a real protagonista.

Esteticamente, há cuidado evidente com a produção desse filme. Narrativamente, tudo é muito simples (inclusive, os personagens acabam sofrendo com isso, porque não há o menor aprofundamento sobre tudo o que acontece com eles e isso é muito frustrante porque não há nada de substancial neles), mas a parte visual é requintada e em muitas cenas, parece que o público está jogando algum tipo de vídeo game em primeira pessoa. Sempre que o foco está voltado para a entidade, podemos perceber os pequenos detalhes que sustentam à narrativa e um clima “obscuro” de “voyerismo”.

Infelizmente, isso não foi o suficiente para tornar o filme em algo mais ousado. Há poucas cenas de suspense, com um nível razoável de medo e o drama, de maneira geral, é bastante mal explorado. Não há como criar empatia por nenhum dos personagens, até mesmo porque o filme tem 80 minutos (e a maior parte dele tem a entidade como personagem principal). Toda e qualquer ideia mais robusta acaba sendo “corroída” por decisões escapistas, que aliás, são editadas por cortes de cenas vem secos, fomentando a ideia de que esse filme traz algo de experimental em toda sua concepção.

Performances oscilantes estão por todos os lados, e o único nome de peso no elenco é o da Lucy Liu, que assim como todos os outros personagens, não consegue fazer nada demais com o que foi dado no roteiro. Toda e qualquer chance de criar alguma tensão mais predominante é “engolida” por grande um “marasmo” onde parece que nada de relevante para a trama acontece. Os personagens apenas “desfilam” por diferentes cômodos da casa sem trazer nada que prenda a atenção de quem está assistindo ao filme, e até mesmo a entidade não acaba tendo todo seu devido reconhecimento.

Presença aposta em uma subjetividade narrativa que não traz maiores explicações, apenas flerta com alguns aspectos do gênero para tentar “intrigar” o público. Ainda que traga alguns tipos de críticas muito interessantes (como a relação quebrada entre uma família em busca de reconciliação e o comportamento bastante danoso da geração Z na sociedade atual), o roteiro é algo quase inerte, tendo momentos extremamente pontuais que dão ao filme uma sobrevida que se perde pela falta de novos elementos narrativos. Em síntese, eis aqui uma boa ideia, mas com uma execução bem pobre.