Esa vida nuestra, un salto inesperado. [ES/EN]

Hola querida comunidad @holos-lotus, agradezco la iniciativa #38 de Esa Vida Nuestra de @charjaim, Nuestro Insólito Universo.
Cuando comencé a redactar el post para participar en la iniciativa, buscando en mi memoria repase diversas situaciones en las que la vida nos pone a prueba, y es ahí donde vemos lo que somos capaces en situaciones extremas. Lo cierto es que a mis 50 años he experimentado varias situaciones, pero hoy vengo a hablarles de algo que viví hace muchos años, una de esas que quedan grabadas en la memoria y que, al recordarlas, uno se sorprende de lo que fue capaz de hacer en un solo segundo.
Era la década de los 90 en el pasado siglo, estaba estudiando en la universidad. Todos los días tenía que transportarme en lo que apareciera, porque llegar a tiempo a clases era casi una odisea. Ese día, varios amigos y yo subimos a una rastra sin barandas, pero lo hicimos sin el consentimiento del chofer, no era la primera vez aquello constituía una práctica habitual ya que en el período especial había poco transporte pero también poca sensibilidad y un grupo decidió que al aflojar en una curva podíamos trepar y mantenernos escondidos sobre la rastra, cuidando de no ser vistos por el espejo retrovisor.

Era lo que había, y el deseo de no llegar tarde podía más que el miedo. En esta ocasión regresábamos a casa y ya era de noche, nos acomodamos como pudimos, sujetándonos con fuerza de cualquier punto firme, mientras el aire golpeaba el rostro y el ruido del motor hacía difícil incluso hablar.

Cuando llegamos a nuestro destino, el chofer no quiso detenerse. Apenas aflojó la velocidad, dijo algo que no entendí, y siguió adelante. En ese instante, todo fue una decisión rápida, casi instintiva, salté. Sentí el aire frío de la noche, justo en el momento del salto, algo se atascó. La punta de mi pie se enganchó en uno de los aros de metal donde se colocan las estacas que sirven de baranda, que como ya dije no tenía.

Recuerdo con claridad el tirón, el sobresalto y ese instante que pareció eterno, aunque solo transcurrió una centésima de segundo. En el aire giré, sin pensarlo, movido por una mezcla de reflejo y pura necesidad. No hubo tiempo para el miedo, solo una reacción del cuerpo que me salvó, al girar logré zafarme y caer de pie, pero el equilibrio perdido retrocedí unos pasos hasta caer sentado. Sentí el golpe del impacto subir desde los talones hasta el pecho, pero estaba entero. A mi alrededor, mis amigos gritaban mi nombre, asustados. Yo solo podía reír nerviosamente, con el corazón desbocado, sin entender del todo lo que acababa de pasar. Por mi mente la imagen mía de lo que pudo haber pasado, de haber seguido atorado habría caído de boca al suelo y podía ser arrastrado.

Después vino la conciencia. El temblor en las manos, el pensamiento que llega tarde, pude haberme roto algo, o incluso peor. Pero no. Solo había una mezcla extraña de alivio y asombro. En aquel momento comprendí que, en situaciones extremas, hay algo dentro de nosotros que actúa sin pedir permiso, una especie de inteligencia del cuerpo, una sabiduría antigua que nos protege cuando el pensamiento no alcanza. Un instinto animal de conservación.
En ocasiones creemos que el coraje es planear, pensar, tener control. Pero también el coraje puede ser un salto. Un salto sin cálculo, sin tiempo para el miedo, confiando en algo invisible que nos guía.
Al pasar los años, cada vez que recuerdo aquella escena, no la veo solo como una imprudencia juvenil, sino como una muestra de esa fuerza silenciosa que todos llevamos dentro. Esa vida nuestra, tan frágil y tan poderosa al mismo tiempo, nos demuestra que hay momentos en los que no somos nosotros quienes decidimos, sino la vida misma actuando a través de nosotros.
El recuerdo me permite ser más previsor y aprendí a evaluar las consecuencias que puede tener un acto de imprudencia. Se lo pongo de ejemplo a mi hija para que trate de siempre evaluar la situación lo mejor posible para no correr riesgos como ese.
Por mi educación soy una persona un poco incrédula. En aquella ocasión no sé si fue suerte, reflejo o algo más, pero aquel giro en el aire me dejó pensando que la vida a veces parece tener sus propios reflejos.

Y lo más interesante es que, después del susto, cuando el cuerpo se calma y el alma vuelve a su ritmo, uno siente gratitud. Por estar vivo, por haber caído de pie, y por descubrir que, a veces, la vida nos salva con la misma rapidez con que nos pone a prueba.
Quisiera invitar a 2 hivers, a @edward777 y a @lianny a participar en la iniciativa.
Hasta aquí mi participación. Las imágenes son de pixabay y para la versión en inglés utilicé el traductor de Google.
English Version
That Life of Ours: An Unexpected Jump

Hello dear community @holos-lotus, I appreciate the initiative #38 of That Life of Ours by @charjaim, Our Unusual Universe.
When I began writing the post to participate in the initiative, searching through my memory I reviewed various situations in which life tests us, and it is there that we see what we are capable of in extreme situations. The truth is that at 50 years old I have experienced several situations, but today I come to talk to you about something I lived many years ago, one of those that remain engraved in memory and that, when remembered, one is surprised by what they were capable of doing in a single second.
It was the 1990s, I was studying at the university. Every day I had to use whatever transportation appeared, because arriving on time to classes was almost an odyssey. That day, several friends and I got on a flatbed truck without railings, but we did it without the driver’s consent. It was not the first time, this was a common practice since during the special period there was little transportation but also little sensitivity, and a group decided that when the truck slowed down on a curve we could climb and stay hidden on top of it, taking care not to be seen in the rearview mirror.

It was what there was, and the desire not to be late outweighed the fear. On this occasion we were returning home and it was already night, we positioned ourselves as best we could, holding firmly onto any secure point, while the wind hit our faces and the noise of the engine made it difficult even to speak.

When we reached our destination, the driver did not want to stop. He barely slowed down, said something I did not understand, and kept going. At that moment, everything was a rapid, almost instinctive decision, I jumped. I felt the cold night air, and just at the moment of the jump, something got stuck. The tip of my foot caught on one of the metal rings where the stakes used as railings are placed, which as I said, it did not have.

I remember clearly the tug, the shock, and that instant that seemed eternal, although it only lasted a hundredth of a second. In the air I spun, without thinking, moved by a mixture of reflex and pure necessity. There was no time for fear, only a bodily reaction that saved me, as I spun I managed to free myself and land on my feet, but having lost my balance I stepped back a few steps until I sat down. I felt the impact travel from my heels to my chest, but I was intact. Around me, my friends were shouting my name, scared. I could only laugh nervously, with my heart racing, not fully understanding what had just happened. In my mind, the image of what could have happened, if I had remained stuck I would have fallen face first to the ground and could have been dragged.

Then came awareness. The trembling in my hands, the thought that arrives late, I could have broken something, or even worse. But no. There was only a strange mixture of relief and amazement. At that moment I understood that, in extreme situations, there is something inside us that acts without asking permission, a kind of intelligence of the body, an ancient wisdom that protects us when thought does not reach. An animal instinct for preservation.
Sometimes we think courage is planning, thinking, having control. But courage can also be a jump. A jump without calculation, without time for fear, trusting in something invisible that guides us.
As the years go by, each time I remember that scene, I do not see it only as youthful recklessness, but as a display of that silent strength we all carry inside. That life of ours, so fragile and so powerful at the same time, shows us that there are moments when it is not us who decide, but life itself acting through us.
The memory allows me to be more cautious and I learned to evaluate the consequences that an act of recklessness can have. I use it as an example for my daughter so she always tries to assess the situation as best as possible to avoid risks like that.
By my upbringing, I am a somewhat skeptical person. On that occasion I do not know if it was luck, reflex, or something else, but that spin in the air made me think that life sometimes seems to have its own reflections.

And the most interesting thing is that, after the scare, when the body calms and the soul returns to its rhythm, one feels gratitude. For being alive, for having landed on my feet, and for discovering that sometimes life saves us with the same speed with which it tests us.
Up to here is my participation. The images are from Pixabay and for the English version I used Google Translate.
Gracias por contarnos está historia. Me mantuvo en vilo unos segundos, qué bueno que no te pasó nada y solo queda la experiencia para contar a los demás para que se cuiden. Cuando se es estudiante se pasan pruebas difíciles y a veces hay gente que no tiene solidaridad para ayudar a los jóvenes a que no sea tan ruda la travesía.
Saludos.
Gracias, así es la solidaridad a veces no llega. Un saludo 💛
Muy lamentable. Gracias por participar.
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Me encantó tu narración, quizás alguien nos acompaña. Mi sobrina tiene un nene de 5 años como un ímpetu que por Dios, el otro día estando mi casa sola el subió por un hueco de la escalera y subió hacia el otro piso para mirar. De solo pensarlo da escalofríos porque lo hacían jugando con otros niños. Un descuido de segundo, y cuando la madre lo supo le dijo angustiada: nené tu ángel de la guarda no podrá con todo lo que haces.
Si que a veces algo nos salva.
Gracias por tu texto
Así es, a mí me ha salvado en varias ocasiones. Será por eso que ahora evaluó todo lo que voy a hacer, o al menos procuro hacerlo, porque no siempre se corre con suerte. Un abrazo
¡Increíble! Esta es una de esas historias que demuestran que el instinto de supervivencia es una fuerza palpable que se activa en la centésima de segundo en que el pensamiento consciente falla.
Me parece muy poderosa la forma en que narras el salto: el aire frío, la sensación de sobresalto, el tirón del pie atascado, y el giro instintivo que te salvó. Es una maestría narrativa que nos coloca justo ahí, en la oscuridad de la noche, experimentando ese "instante eterno".
Pero la mayor lección de tu post es la reflexión que viene después: el coraje no siempre es planear, sino a veces, simplemente saltar y confiar en esa sabiduría antigua del cuerpo.
El contraste que mencionas entre la imprudencia juvenil de los 90 y la posterior previsión que le enseñas a tu hija es muy valioso. Tu salto no fue solo una anécdota de supervivencia, sino que se convirtió en un ejemplo tangible de las consecuencias y de la necesidad de evaluar los riesgos.
Nos dejas una pregunta fascinante: ¿fue suerte, reflejo, o ese algo más que nos guía? Creo que fue la vida actuando a través de ti, demostrando que tu cuerpo ya había calculado las probabilidades antes de que tu cerebro pudiera procesar el miedo. ¡Gracias por compartir esta intensa vivencia!"
Gracias por leer y por comentar, lo aprecio mucho. Un abrazo
Magnífica historia 👏
💛
El reflejo de la vida le diría yo. A veces uno ni siquiera sabe cómo pasan algunas cosas, ni como las hicimos como en tu caso.
Saludos cordiales! 😃
Gracias por pasar por aquí y comentar. Así es no sé ni cómo lo logré. Un saludo
Excelente manera de narrar. Esa época dura dejó muchas historias. Gracias
Gracias a ti por leer y comentar. Saludos
Saludos, es importante que incluyas el enlace directo de la fuente de donde provienen las imágenes que usas en tus publicaciones, no es suficiente con la mención de que fueron tomadas de Pixabay, debes incluir los respectivos enlaces para facilitar la verificación por parte de los curadores. Recuerda que en Hive es un punto importante, por el cuidado que se tiene con el derecho de autor.
Te dejamos el resumen de nuestras normas, en ellas encuentras lo relativo a la indicación de las fuentes de las imágenes, entre otros aspectos:
Las mismas puedes encontrarlas en los siguientes enlaces:
https://peakd.com/hive-131951/@holos-lotus/actualizacion-de-las-normas-comunitarias
https://peakd.com/hive-131951/@holos-lotus/sobre-el-uso-de-la-about-the-use-of-la
De acuerdo, lo haré en el futuro. Pensaba que con solo poner que las tomé de pixabay era suficiente, a partir de ahora cuando las descargue buscaré el enlace y el nombre del autor. Me estaba guiando por otros que a menudo ponían en sus post las imágenes son de pixabay y creí estaba bien así. Ya leo nuevamente las reglas. Gracias y un abrazo al equipo de la comunidad.
@vladimirmf la juventud no las piensa, me tuviste nerviosa todo el tiempo. Si que hay que agradecer que salieras ileso. Un abrazo
Gracias por pasar por aquí y comentar. Un abrazo
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STOPEl amor por la vida y el instinto de conservarla se ve reflejo al cien por ciento en tu historia que afortunadamente no pasó a mayores.
Así es amiga, gracias por leer y comentar. Un saludo
Wow! Eso fue intenso! Gracias a Dios estás vivo y todo terminó bien 🙏