Imponente, con sus dos torres que tocan el cielo, allí espera, diferente, silenciosa, majestuosa.

Ya es agosto y eso significa más tiempo libre, o no tanto, pero sí más que el resto de los meses del año. En mi país siempre hay verano, por lo que un viaje o paseo no se limita a la condición climática, pero sí a la del bolsillo (broma, pero no tanto 😂). Así que, para iniciar el octavo mes de este 2025, y aventurarme a buscar pasatiempos diferentes, decidí viajar casi 61 kilómetros hasta la ciudad de Maturín, en Venezuela, para visitar la catedral "Nuestra señora del Carmen", la más bonita y elegante de mi país y, según otras fuentes, la segunda más alta de Latinoamérica.

Ya he ido otras veces, pero para esta ocasión, pude ingresar por primera vez a las instalaciones de la catedral, o sea, que deseé retratar este momento contigo, amante de las aventuras viajeras. Bueno, primero que nada, debo decir que lo que me gusta de esta catedral es su contraste majestuoso con el resto de la ciudad que la alberga.

Verás, Maturín es una ciudad cuya arquitectura es simple; las altas temperaturas y los drásticos cambios entre el sol achicharrante y la lluvia intensa son, en definitiva, uno de sus elementos más distintivos. Además, sigue siendo una ciudad joven y en crecimiento, que apenas está despertando del letargo económico que sigue azotando a mi país. Entonces, la catedral "Nuestra señora del Carmen", debido a su diseño románico, viene a ser un punto distintivo, algo diferente: es como si un diamante aterrizara de pronto en un cofre de perlas; de alguna forma, llamará la atención.

Esta catedral está ubicada en el centro de la ciudad, en el que podrás ver un bulevar repleto de árboles. Los exteriores de esta gran estructura románica están resguardados por extensos pórticos, en los que los visitantes suelen resguardarse del sol abrazador. Las temperaturas son altas; al momento de llegar a este lugar la sensación térmica era de 40°, y todavía no era mediodía.

A pesar de que había mucho calor (mezclado con un tiempo de lluvia que apenas se asomaba) las personas se tomaban fotografías y paseaban a sus perros. Como esta Catedral está en uno de los puntos más estratégicos de la ciudad, es muy recurrente que el volumen de transeúntes sea muy alto, sobre todo en estas épocas del año cuando inician la temporada de vacaciones escolares.

Los espacios están muy bien cuidados y limpios. Algunas personas visitan la catedral para hacer un pequeño break antes continuar sus actividades. Cerca hay muchos restaurantes, cafeterías y heladerías, por si se antoja finalizar la visita con un buen bocadillo.

Realicé un recorrido de 180° por los exteriores de la catedral, intentando capturar toda su envergadura. La edificación es majestuosa por donde la mires, por lo que es casi imposible que pase desapercibida si estás cerca de ella o caminas por sus alrededores. Independientemente, si eres o no creyente, la estructura es un deleite para los ojos. Noté a algunas personas de diferentes religiones tomándose fotografías en el lugar. Eso me gusta mucho, pues a pesar de las diferentes corrientes de pensamiento, creo que todos tenemos un espacio para disfrutar de algunos lugares, sobre todo si son emblemáticos.

En el ala izquierda de la catedral hay mucha brisa fresca, por cierto, por lo que es habitual ver a los visitantes sentados en la grama, conversando o al igual que yo, tomando fotografías.

Ahora bien, debo decir que nunca había logrado hacer un tour completo por esta catedral, por lo que en esta ocasión decidí fotografías por primera vez sus interiores. Las puertas siempre están abiertas, pero me sorprendió que muy pocas personas estuvieran dentro, quizás, porque ya era casi mediodía al momento de ingresar y, de hecho, a esa hora estaban limpiando el recinto. Aun así, me dejaron pasar.

A diferencia del calor achicharrante del exterior, el interior de la catedral está inundado del frío agradable de los aires acondicionados. Es algo que sin duda agradecí, y que, por los intensos calores que hacen en esta ciudad, creo que casi todo el mundo agradece. La estructura interior tiene algo a lo que yo llamo "sistemas modernos", sobre todo en los puntos de ventilación, seguridad y áreas de ingreso.

Lo primero que llamó mi atención fueron los vitrales. En el cristal de colores cambiantes, las figuras religiosas resplandecen con la infiltración del sol, bañando los espacios de un azul tenue. La iluminación de las lámparas no es intensa, lo que encaja casi a la perfección con este tipo de arquitecturas románicas.

Tuve que bajarle la iluminación a la cámara de mi teléfono para que los vitrales pudieran notarse.

A los lados hay una gran cantidad de capillas en arco, en las cuales reposan imágenes alusivas al catolicismo y cristianismo. Cada una contiene un simbolismo alegórico. Intenté fotografiarlas todas, pero debido a que estaban realizando labores de limpieza, solo pude fotografías tres de las 24 (o 26).

Y por supuesto, no pueden faltar las cúpulas: ¡muchas cúpulas! No pude acercarme lo suficiente (otra vez la jornada de limpieza) pero intenté capturarlas lo mejor que pude.

Mi apreciación final

La catedral "Nuestra Señora del Carmen" es uno de los atractivos más simbólicos de la ciudad de Maturín, y por lo tanto, uno de sus grandes referentes. Al estar en la zona céntrica, permite que los visitantes puedan trasladarse al lugar de una forma más sencilla. La seguridad es buena, los espacios están limpios y hay bastantes zonas de recreación y comida al rededor.

Lo que a mí más me gusta es, sin duda, el estilo románico, exportado de las corrientes europeas de siglos bastante antiguos. De alguna forma, sientes que estás en un espacio diferente y único.

Esta fue mi primera parada para lo que será mi nueva aventura de agosto. ¡Iniciando con buen pie!