The journey was worth it!| [EN-ES]

Hello dear friends of #Hive!

Today's #WednesdayWalk takes us to Havana, the capital of Cuba, to share what a typical Wednesday might look like, in keeping with the initiative that @tattoodjay brings us each week to share with everyone on life's journey.

I begin this post by stopping on the iconic 23rd Avenue to say hello. As you can see, it's practically empty. There's hardly any traffic on a thoroughfare that, in the past, was difficult to cross due to its congestion. Today, this emptiness is just a glimpse of the decline of a capital city that presents itself in all its vibrant colors to those who choose to see it in their preferred colors.

In my case, I want to focus on the positive once again and show you a small glimpse of our Wednesday city walk.

It all started with a breakdown of the bus we were traveling on. But that wasn't going to dampen the smiles and positive energy that sustained our trip. My visit to the capital was linked to an invitation I received from the Dulce María Loynaz Cultural Center, as a guest writer to read my poems to the audience.

Fortunately, the wait to continue the journey wasn't long. In my excitement, the trip seemed short, and as soon as I got off the bus, I started walking without waiting for any other transport, which, I should add, wasn't available.

The road, whenever I travel it, deserves to be savored to the fullest. Trees with their roots hanging down to filter the wind seem to welcome you with a gentle caress before you approach the asphalt and the grand monuments that are a must-see for close-up views.

The weather is crazy. One moment it's cloudy, gray over the cornice and columns, and the next it's blue and sunny, casting shadows that follow us every step of the way.

I make the innocent decision to stop again along the way and approach a bus stop hoping to rest for a few minutes, wipe the sweat from my face, drink some water, and even chat with the girl in blue—just like the blank sign at the bus stop, just like the blank space I left when no bus came by...

I take a deep breath and continue trying not to think about anything, just contemplating my surroundings. Tall buildings, like the tower that marks the Russian embassy, ​​confirm that we're in the middle of a network of embassies lining both sides of the road. I don't have a valid visa for any of them right now, but I look at them anyway. Who knows, maybe soon I'll manage to get into one, smile at whoever hands me their visa, and the trip will become a dream come true...

It's still early in the morning, and what better way to wash off the dust from the road than with a swim in the sea?

So we submerged ourselves and floated in silence, in the tranquility of its small waves and their caresses against the reefs. We also shouted at the horizon, shouted to release the catharsis and let go of some of the pain that threatens to consume us... We shouted because it was necessary...

And so, feeling a little more relieved, we changed our clothes into white outfits, our energy recharged, ready to smile again and head to the place where I was to read my poems to people I would be meeting for the first time.

The audience, mostly teenagers, truly surprised me. They reacted with emotion to each poem read. They smiled, and that, for me, made the whole experience worthwhile.

For now, we'll say goodbye, but not before reminding you to never stop smiling!

To everyone, a hug full of light!

Hello dear friends of #Hive!

Hoy #WednesdayWalk nos lleva a La Habana, capital de Cuba, para compartirles cómo puede resultar un miércoles cualquiera a tono con la iniciativa que @tattoodjay nos trae cada semana para compartir con todos en el camino de la vida.

Comienzo esta publicación haciendo un alto en la icónica Avenida 23 para saludarles. Como pueden ver, está prácticamente vacía. Apenas hay tránsito de vehículos en una arteria vial que, antaño resultaba compleja de cruzar por lo aglutinada que resultaba. Hoy día, este vacío es apenas un resquicio de la decadencia de una capital que se muestra variopinta a los ojos de quien quiera verla con sus colores preferidos.

En mi caso, quiero centrarme en lo positivo una vez más y mostrarles un pequeño atisbo de nuestra caminata de miércoles citadino.

Todo comenzó con una rotura del ómnibus en que viajábamos. Pero eso no iba a mutilar la sonrisa y la buena energía que sostenía nuestro viaje. Mi visita a la capital era vinculada a una invitación que me hicieron al Centro Cultural Dulce María Loynaz, en calidad de escritor invitado para leer mis poemas al público asistente.

Por fortuna, el tiempo de espera para continuar el viaje no fue extenso. Por la emoción, se me hizo corto el recorrido y comencé, apenas me bajé del ómnibus, a caminar sin esperar otro transporte, que tampoco había, aclaro.

El camino, siempre que lo transito, merece sea disfrutado al extremo. Árboles con sus raíces colgando para filtrar al viento, parecen dar la bienvenida con una caricia antes de aproximarnos a la conquista del asfalto y los grandes monumentos que serían de obligada parada para contemplarlos en detalle.

El clima, una locura. Lo mismo un instante se torna nublado, gris sobre la cornisa y las columnas, que se convierte en azul y soleado para proyectar sombras que nos acompañan en cada paso.

Cometo la inocente decisión de hacer un alto nuevamente en el camino y me aproximo a una parada de ómnibus con la esperanza de descansar unos minutos, limpiar el sudor de mi rostro, beber agua y hasta dialogar con la chica de azul, como azul es el cartel en blanco de la parada, como en blanco fue que me fui al no haber pasado ningún ómnibus...

Respiro hondo y continúo intentando no pensar en nada, solo contemplar el entorno. Edificaciones altas, como la torre que anuncia a la embajada rusa, nos confirma que estamos en pleno entramado cubierto de embajadas a diestra y siniestra de la vía. No tengo visa activa ahora mismo para ninguna, pero igual las contemplo. Quién sabe si pronto logro entrar a cualquiera, para sonreírle a quien me entregue el pasaporte visado y el viaje se torne sobre las nubes...

Es aún temprano en la mañana y, ¿qué mejor manera de quitarnos el polvo del camino que con un baño en el mar?

Pues allí nos sumergimos y flotamos en silencio, en la tranquilidad de sus pequeñas olas y sus caricias ante los arrecifes. También gritamos al horizonte, gritamos para hacer catarsis y soltar un poco del dolor que nos pretende consumir... Gritamos porque es preciso...

Y así, un poco más desahogados, nos cambiamos la ropa para vestirnos de blanco con energía recargada para sonreír nuevamente y dirigirnos al sitio donde debo leerle mis poemas a personas que vería por primera vez.

El público, en su mayoría adolescente, realmente me sorprendió. Reaccionaron con emoción a cada poema leído. Sonrieron y eso para mí hizo que todo el camino haya valido la pena.

Por ahora, nos vamos despidiendo, no sin antes recordarles que ¡no dejen de sonreír!

A todos, ¡un abrazo de luz!