The teachings of Don Pedro / Las enseñanzas de Don Pedro (eng-esp)

Hello, friends of Holos & Lotus, I appreciate this opportunity to discuss the teachings of older people. Even more so now, after recently losing one of the pillars of my life.

I especially thank @emiliorios for bringing this initiative to us. As the contest rules state, I'm going to focus on two of his teachings.

Above all, on two of the teachings I didn't understand until I had my own children, and it was then, years after receiving the advice, that I understood what he meant.

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Financial independence is independence of thought.

When my father-in-law told me this, I didn't understand, or rather, I understood something else that wasn't exactly what he meant.
At that moment, I thought he was saying that I didn't have independence of thought. In other words, that I let myself be led by others, that I thought according to what others wanted me to think.
That really bothered me. However, when his daughter and I were already married and living together, I only had a graduate's salary, and until then, I had been supported largely by our parents' finances.
That's when I found out I was going to be a father for the first time. I immediately realized what Don Pedro was referring to.

I understood that if I couldn't make my family financially solvent, I would depend on the conditions decided by my parents, or anyone else who would support us.
I don't mean that they decided for us, but rather that their words and conditions would carry more weight than ours.
Therefore, I worked harder and stopped being a semi-supported young man, with the help, of course, of my wife.
Her support was crucial for me to finish my master's degree. Then I took over, taking care of the house and the children, so she could study for her master's degree and doctorate.
To the point that, thanks to that and thanks to her work, today we find ourselves living in Spain with our children.

Perhaps if my father-in-law hadn't given me that advice, I would have continued supporting my parents, which was very convenient for us, and I would never have surpassed myself professionally or financially.

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No matter what happens: the family must stay together.

Every young person or teenager has experienced that moment of thinking they hate their parents, or of being desperate to graduate and get away from the sibling yoke.

Needless to say, I was also one of those who couldn't wait to break free from my parents and their rules, regulations, and the like.
However, from the first moment I knew I was going to be a father and was responsible for other people, I understood my father-in-law's words.
Family is an altar and a pedestal; it's our support in any moment and situation. We can always distrust anyone, but never our own family.
They never fail; they're always there. And by family, I also mean family and friends, those who, even if we don't share a blood relationship, are always there.
Life has shown me this. You can't imagine how much I regretted those thoughts of a rebellious and immature young man.
You don't know what I would give now to hear the words of my parents and father-in-law again.

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Versión en español

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Hola, amigos de Holos & Lotus, agradezco esta oportunidad de poder conversar de las enseñanzas de las personas mayores. Mucho más ahora, cuando recientemente, perdí a uno de los pilares de mi vida.

Agradezco en especial a @emiliorios, por traer esta iniciativa a nosotros. Como dice la base del concurso, voy a enfocarme en dos de sus enseñanzas.
Sobre todo, en dos de las enseñanzas que no comprendí hasta que fui a tener mis propios hijos y fue entonces que, años después de haber recibido el consejo, comprendí a qué se refería.

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Independencia económica es independencia de pensamiento.

Cuando mi suegro me dijo esto, yo no entendí, o mejor dicho, entendí otra cosa que no era precisamente lo que quería decir.
En aquel instante creí que estaba diciendo que yo no tenía independencia de pensamiento. O sea, que me dejaba llevar por otros, que pensaba según lo que otros quería que pensara.
De verdad que eso me molestó. Sin embargo, cuando ya su hija y yo estábamos casados y vivíamos juntos, solamente contaba con un salario de recién graduado y hasta entonces, había sido ayudado, en gran medida por la economía de nuestros padres.
En ese entonces me enteré que sería padre por primera vez. Enseguida me di cuenta de que se refería Don Pedro.

Comprendí que si no lograba que mi familia fuera solvente económicamente, iba a depender de las condiciones que decidieran mis padres, o cualquier otra persona que nos mantuviera.
No me refiero a que ellos decidían por nosotros, sino de qué sus palabras y sus condiciones, iban a tener mayor peso que la nuestra.
Por tanto, me esforcé más, y dejé de ser un joven semi-mantenido con la ayuda, por supuesto, de mi mujer.
Su apoyo fue crucial para que pudiera terminar mi maestría. Luego yo me hice caso cargo de la casa y de los niños, para que ella pudiera estudiar su maestría y su doctorado.
Al punto que, gracias a eso y gracias a su trabajo, hoy nos encontramos viviendo en España, con nuestros hijos.

Quizás si mi suegro no me hubiera dado aquel consejo, hubiera continuado recostado a mis padres, lo que lo cual era muy cómodo para nosotros, y nunca me hubiera superado ni profesional y económicamente hablando.

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No importa lo que pase: la familia debe permanecer unida.

Todo joven o adolescente ha pasado por ese momento de pensar que odia a sus padres, o de estar desesperado por graduarse y alejarse del yugo fraternal.
Está de más decir que yo fui también uno de esos, que no veía el momento de liberarme de mis padres y de sus reglas, normativas y demás.
Sin embargo, desde el primer momento en que supe que iba a ser padre y fue responsable de otras personas, fue que comprendí las palabras de mi suegro.
La familia es ara y pedestal, es nuestro soporte ante cualquier momento y situación. Siempre podremos desconfiar de cualquier persona, pero nunca de nuestra familia.
Ella no falla, siempre está ahí. Y por familia también me refiero a la familia de amigos, aquellos que aunque no compartamos un lazo de consanguinidad, siempre están ahí.
La vida me lo ha demostrado. No se imaginan cuánto me arrepentí de aquellos pensamientos de joven rebelde e inmaduro.
No saben lo que diera ahora por volver a escuchar las palabras de mis padres y de mi suegro.