Don't look to the sides, look straight ahead / No mires a los lados, mira al frente (eng-esp)
Hello everyone.
In this highly competitive world, it's sometimes inevitable that we look around and compare. No matter what kind of comparison it is, we inevitably do it. However, this isn't always good or necessary.
To get straight to the point, I want to make something clear: in my opinion, comparisons are bad. Not to generalize, of course. I'll explain in a moment.
When we compare ourselves to someone who seems more successful than us, whether in their career, finances, or personal life, the result is always the same: we end up feeling inferior, depressed, or frustrated. It's an unnecessary emotional drain.
I've come to realize that I can't (and shouldn't) compare myself to anyone, because no one is like me. No one has lived my same experiences, no one has gone through my same circumstances, and no one faces my same challenges in the same time and place.
Comparing my worth (or yours), success, failure, or anything else, using someone else's life as a measure is a mistake many of us often make.
Furthermore, this comparison game is a trap with no way out. There will always be someone better than me at something or at multiple things. Nobody is good at everything.
The only thing I have to do is strive to be the best, giving my all. Doing my best to achieve my goals.
On the other hand, of course, there will always be someone in a worse situation. Comparing myself to those at the top can lead to frustration. But comparing myself to those at the bottom is just as dangerous, because it can lead to complacency and toxic self-sufficiency. Thinking "at least I'm not as bad off as them" is poison for healthy ambition. Both extremes, envy and complacency, directly attack my ability to evolve and improve myself.
I've also realized that focusing my energy on observing and comparing myself to others steals precious time. Those hours I spend analyzing what others have, what others achieve, or how others live are hours I'm taking away from my own development. It's a costly distraction. Instead of using that energy to improve my skills, learn something new, or correct my mistakes, I waste it on an illusory competition that only exists in my head.
That's why I've come to a simple conclusion: the only valid competition is myself. My only point of reference should be the person I was yesterday. My daily goal is to be a little better today than I was yesterday. Correcting a mistake I made, learning a lesson I hadn't understood, improving an aspect of my character that was neglected—that's real progress. I am my own greatest competition, and at the same time, I can be my worst enemy if I allow myself to fall into the trap of external comparisons. When I stop looking around and start looking at myself, that's when I truly begin to move forward.
Leer en español
Hola, estimados.
Este mundo tan competitivo, a veces es inevitable que miremos hacia el lado y comparemos. No importa qué tipo de comparación sea: es inevitable que lo hagamos. Sin embargo, esto no siempre es bueno ni necesario.
Para comenzar ya de a lleno, quiero dejar algo claro: a mi modo de ver, las comparaciones son malas. Sin generalizar, claro está. Me explicaré ahora mismo.
Cuando nos comparamos con alguien que parece más exitoso que nosostros, ya sea en su carrera, en su economía o en su vida personal, el resultado siempre va a ser el mismo: terminamos sintiéndonos inferiores, deprimidos o frustrados. Es un desgaste emocional innecesario.
He podido darme cuenta que no puedo (ni debo) compararme con nadie, porque nadie es igual a mí. Nadie ha vivido mis mismas experiencias, nadie tiene ha pasado por mis mismas circunstancias y nadie enfrenta mis mismos desafíos coincidiendo en tiempo y espacio.
Comparar mi valor (o el tuyo), éxito, fracaso o cualquier otra cosa, usando la vida de otro como medida es un error que muchos cometemos a menudo.
Además, este juego de comparaciones es una trampa sin salida. Siempre va a haber alguien mejor que yo en algo o en múltiple cosas. Nadie es bueno en todo.
Lo único que tengo que hacer es esforzarme por ser el mejor, dando lo mejor de mí. Haciendo mi mayor esfuerzo para cumplir mis metas.
Por otro lado, por supuesto, siempre habrá alguien en una situación peor.
Compararme con quienes están arriba me puede llevar a la frustración. Pero compararme con quienes están abajo es igual de peligroso, porque puede llevarme al conformismo y a una autosuficiencia tóxica. Pensar "al menos no estoy tan mal como aquel" es un veneno para la ambición sana. Ambos extremos, la envidia y la conformidad, atacan directamente mi capacidad para evolucionar y superarme.
También me he dado cuenta de que enfocar mi energía en observar y compararme con los demás me roba un tiempo valiosísimo. Esas horas que invierto en analizar lo que otros tienen, lo que otros logran o cómo otros viven, son horas que le estoy quitando a mi propio desarrollo. Es una distracción costosa. En lugar de usar esa energía en mejorar mis habilidades, en aprender algo nuevo o en corregir mis errores, la malgasto en una competencia ilusoria que solo existe en mi cabeza.
Por eso, he llegado a una conclusión simple: la única competencia válida soy yo mismo. Mi único punto de referencia debe ser la persona que fui ayer. Mi objetivo diario es ser hoy un poco mejor que ayer. Corregir un error que cometí, aprender una lección que no había entendido, mejorar un aspecto de mi carácter que estaba descuidado. Ese es el progreso real. Yo soy mi mayor competencia, y al mismo tiempo, puedo ser mi peor enemigo si me permito caer en la trampa de las comparaciones externas. Cuando dejo de mirar a los lados y empiezo a mirarme a mí mismo, es cuando realmente empiezo a avanzar.



