MI ENTRADA al Concurso #28 / Soloescribe / Conversaciones Nocturnas 📝✨🫂

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A Argenis Osorio, Alias @marabuzal


Cuando tu alma, hermano,
tensa los cables eléctricos de la noche
y el dolor se extiende fluvial por ellos,
no importa si en Verano o en Otoño,
por todas las arterias de tu cuerpo
no deberías profesarle un odio visceral
ni un rencor violento al Invierno.

Cuando la mía, variopinta, virulenta
y diabólica torció ya una vez
los alambres oxidados que a mi cuerpo
al cielo lo aferraban, yo, que ya había asumido
era una buena argucia
para declarar mi derecho a amanecer
al lado de la luna, yo, que ya vivía resignado
y conforme con mi naturaleza arbórea
comprendí que cuando algo así ocurre
es que, allá arriba en el cielo,
algo muy grave han de andar tramando
para uno los Dioses.

Comprendí, hermano Argenis,
que incluso el mecanismo de un árbol
para sobrevivir, puede terminar corroído,
demasiada herrumbrosa su savia interior
por tan poco uso en la luz.

Creí que engrasándole bien me rejuvenecería
y me ensucié las manos como un mecánico,
como mismo mete las manos en lo pútrido
el plomero, y lo hice de tal modo,
me esmeré tanto, que terminé siendo
aquel mismo niño que jugaba con su camión, solitario, a la sombra
del ciruelo de mis abuelos.

Jugando a ciertos juegos prohibidos
me convertí en el Ladrón de La Olla,
en el aborrecible Rey del Gol,
que nadie del barrio atinaba
a no dejarlo llegar a sus anchas
para soplar el balón en la portería.
Así es como el tiempo, termina
premiándote con sus cuervos.

Sin embargo, aconteció lo imprevisto:
tras un largo chirrido, el concreto del cielo
se vino abajo, se desplomó la enorme
plancha de hormigón en la que se había
transformado mi Ego, y un Ángel
llamado Francisco Mir me aplastó
con su bota bondadosa el cráneo
y me hizo ver que me estaba comportando
como un perro que no ha adiestrado su nariz
para oler al mundo.

Fue tan severo su magisterio,
que navegué por largo tiempo como un pez
en el limitado espacio de su pecera
y cuando pude saltar y salir de ella,
sufrí, boquiabierto y sin oxígeno,
sobre la ardiente arena amarilla de una playa
donde el sol se mostraba impetuoso y obstinado.
Tuve que volverme un cactus
para crecer ante sus ojos.
Y una vez diminuto,
fue que ése Ángel me abandonó,
luego de enseñarme, hermano,
a abonar la palabra en el más profundo
y oscuro recinto de la tierra,
que es donde se esconde el secreto
de nuestra condición telúrica.

Como lo imprevisible siempre acontece
explotó la flor en su cerebro,
similar a la supernova que implosiona
regalándonos mil nuevas vidas,
miles de ojos expectantes
que nos observan parpadeando
para que podamos elegir una
que entre todas bautizamos
y regalamos a la amante de turno.
Yo tengo una ahora mismo
a la que he bautizado como
La Sombra de mi Existencia
y brilla como un girasol inaudito.
Si escucharas, hermano,
si pudieras ver con tus propios ojos
la música que me entrega.

El Amor funciona así,
opera con el mismo sistema de una estrella,
implosiona, es un estallido en positivo
o en negativo, tanto para nacer y sorprender
como para renovarse.
Lo comprendí allá abajo
contemplando su semilla
en el mismo centro donde su fuego
se reacomoda para luego irrumpir
como un volcán altisonante,
alarmante, ruidoso y voraz,
es a veces un violín que desafina
dentro de la orquesta del mundo,
o aparece, natural y sencillo
como un manantial que impetuoso
arremete contra la roca
para luego destinarse al mar
que terminará adormeciendo su dulzor,
devorándolo.

Allá abajo, mi hermano,
las raíces sedientas del cactus
que alguna vez fuí
me revelaron que nuestros corazones
se unen todos
aunque sean dispersas, diminutas
pero explosivas semillas sísmicas;
allá abajo se fermenta
el semillero de la vida, esperando
el momento más oportuno, el imprevisible
para germinar, extender el humilde tallo
y comenzar a erguirse aspirando a la luz,
se extiende y a pesar del embate del frío
le otorga nuevos matices a las hojas,
a pesar del calor, a pesar de la desidia otoñal
que siempre resultará ser una amenaza,
con sus aves e insectos,
con sus hongos tropicales.
Renacemos y seguimos siendo
el plancton victimizado, la cena predilecta
del murciélago y de los cerdos.
Pero florecemos, siempre damos fruto
y lo hacemos, de manera particular cada uno,
según la estación que acontezca,
debajo del sol impertinente,
bajo un torrencial aguacero nos levantamos.
Debajo de la hojarasca otoñal,
en conversaciones nocturnas
que sostendremos,
enarboladas como banderas
de la comprensión mutua
inventaremos la Primavera.

Mi corazón, por ejemplo, es una peonía,
ostenta colores que, por tu estirpe,
muy bien reconocerás; estuvo allí dormida
y hoy todavía sueña, porque sabe
que mi Alma le acompaña, una renovada
y aún más siniestra que la anterior,
tan asesina,
yo tengo un alma macabra,
dada a degustar la nobleza.
Es un alma que se forjó a través del dolor,
bajo el asedio de los retorcijones del silencio
que allá abajo en lo oscuro
ya le advertían del diluvio,
sobre la posibilidad de que el cielo
se desengrampara sobre nuestras cabezas
por obra y gracia de los falsos Dioses
que hoy practican
el cinismo más destempleado y antinatural,
para que nos sintamos culpables
de cargar sus frutos envenenados,
altamente nocivos para quien pretenda
alimentarse, robándonos el sueño,
cosa que nadie perdona.

Ante el peligro que representa ser
aquel que se despierta un día
como un relámpago,
y que algunos reconocen de inmediato
como el Gran Soñador, El Imprevisible,
el portador de la esperanza
que pretendían haber agotado,
siempre habrá un incauto,
dispuesto a sacar el destornillador
de su bolsillo
para reajustar
o desajustarle el engranaje.

Nos han cambiado las piezas de lugar,
pero mi corazón permanece
desvelado a muerte por incomprendido,
más bien, enfermo natural,
como estoy convencido que se comporta
también el tuyo, sembrado
en lo más recóndito del monte,
porque te asiste la certeza
de que llegará el día,
llegará la noche, el preciso minuto de reanidar
y reanudar la aventura, hermano mío,
cimarrón que has heredado la voluntad
de los Osorios, para no hacer de la vida
un osario de lamentos.

Retornamos así de momento,
más fortalecidos,
actuamos como el bejuco
que a su sueño de ser árbol se aferra,
y no habrá Dios en el mundo
que pueda decidir
cuál podría ser el destino
de cualquier hombre sobre la tierra.

Y en ése instante de luz que irrumpe,
mi hermano Argenis, te abrazaré
como al otro hermano de sangre
que recién he perdido, decidiendo optar
por la libertad del Tocororo
antes que las rejas.
Y mi alma será el pájaro invisible
que trasladará hasta el cielo, animado por ti,
la pequeña semilla bicolor
entre sus garras firmes,
aunque diminutas, la agarrará fuerte
y la pondrá a salvo, para que esos dos colores
que estoy convencido ya muy bien identificas,
recobren entre nosotros, el verdadero sentido
de su espíritu.

Por ahora me mantengo aquí,
postrado sobre éste cable de Alto Voltaje
que entraña el verso, cantándole mi elegía
a tu canto, como un ruido en el sistema
para el oído del incauto.

¿Te atreverías a musicalizarlo?

©️ Contenido Original.
Imagen de Portada & Banner
diseñados en Fluer.
El poema es inédito
y pertenece a mi 📕
Baladas para conjurar el desafecto



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(Edited)

Anonadada ante tanta belleza y verdad. Las madreselva de tus versos tienen poderes agrios, una canción dulce y tenebrosa que ojalá @marabuzal se atreva a ponerle música.
Gracias, es lo más bello que he leído hoy.

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🥹 Es que me conoces tanto, que sabes entender perfectamente todo lo que hemos cantado: tiene un reto duro el hermano 😅🌿

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Uuuffff, música con el toque de @marabuzal es lo único que le falta a estos versos 🥰🥰🥰

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Vamos a ver si se anima, y sobre todo, en qué ritmo le parece mejor que suena 🤓🤭

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Bachata frappé 🤣🤣🫂🫂🫂

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Cómo que bachata? Y en hielo?
😅🥴🤐

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En el instante donde la luz se quiebra
y el Tocororo anuncia su grito de libertad,
recibo tu abrazo, hermano de tinta y alma,
como raíz que sostiene al árbol en la tormenta.

Mi pecho es nido para la semilla bicolor,
ese pájaro invisible que viaja, tímido y feliz, en las palabras.
Los colores serán bandera,
tierra fértil donde el espíritu germina.

Te elevas en el cable del verso, hermano Ian,
y yo me hago luz en tu elegía,
cuerda que tensa y vibra en ese aire,
y dolor, en esa esperanza.

Aquí me quedo, hermano, @restaurador. Restaurando cada trozo de mi ser, destruido ante el cañonazo inesperado y fulminante de tus versos.
Escuchando cómo tu canto
convierte el voltaje en alas,
y la pérdida en vuelo.

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👀👏🫂🌿🫵
Merecido, de lo contrario no me poso ahí 😅
Ah respondiste con música de la Palabra y yo esperando el MP3 x WhatsApp 😏

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Trazas un viaje de transformación desde un dolor mecánico y oxidado hacia un renacimiento orgánico y telúrico. Metáforas; de cables, ángeles, cactus y semillas, el yo lírico narra la caída del ego y su forja en la adversidad. Lo catalogo un himno a la resiliencia y la voluntad compartida. Afirmando que tras la implosión personal, el regreso a la raíz permite resistir e inventar juntos la esperanza. Bien hecho.

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Wao... 👀
Has hecho un mini ensayo asombroso y certero 🫵🫂✨👏

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Conmovida... no pude separarme de tus versos. Me creaste un escenario, uno donde solo estaban ustedes y la quietud de un lienzo. Ya escribí mi homenaje a @marabuzal, ante esto hago reverencia.

💜🤍

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DESCOMUNAL!!!! Creo que restaurar el corazón le costará a nuestro amigo @marabuzal.

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Mira que han pasado meses desde que que no recibía un bofetón poético como este, un golpe en la cara... ¡Qué descomunal derroche!

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