📝A LA SOMBRA DEL ÁRBOL TUTELAR / De cómo mi fascinación por las plaquettes resultaría recompensada (Testimonio) Parte II ✨

El 15 de enero de 2008, mientras celebraba mi cumpleaños con un concierto de la banda Bouquet en el Muelle Real, recibí una 📲 videollamada al móvil y tuve que alejarme de los bafles para poder atenderla: eran los poetas José Antonio Taboada y Rafael Carballosa.

Me llamaban, no solo para felicitarme, luego de hacerlo, me dijeron:

-Queremos que estés con nosotros en Abril, en la 10ma Jornada Paco Mir In Memoriam.

Con los ojos invadidos por el mar que tenía delante acepté:

-Por supuesto, ahí estaré.

Los vi chocarse con desmesurada alegría las dos manos en alto antes de colgar. Hacía exactamente 10 años que yo había abandonado la Isla de Pinos, y aunque parte de mi familia allí permanecía, nada me había motivado a regresar.

Al parecer había llegado el momento de que mi alma se reconciliara con ése pedacito de tierra y ví la oportunidad de quedarme, después del Evento, unos días más junto a mis padres, hermanos y sobrinos.

Los organizadores de la Jornada me habían enviado un pasaje en ✈️ avión, 25 minutos y ya estaba en la 🏝️ Isla, pero ya que nos estábamos reconectando yo apelé por irme al Puerto de Batabanó y abordar el barco realizando una travesía por mar de 6 horas, como en los viejos tiempos de mi infancia y adolescencia; y tal como retrata en un pasaje de su 📕 Sinfonía Fantástica Paquito Mir, desde la borda observé largo rato la compañía de delfines y toninas.

Apenas percibí con la vista en la lejanía sus costas, tuve la necesidad de expresarme y retratar los sentimientos y sensaciones que me despertaba aquel reencuentro ⬇️

He vuelto a ver tus playas, Isla de Pinos,
mi Alejandría. Frágil se hace mi cuerpo
imantado por los arrecifes que embellecen
de manera escabrosa tu perfil.
Harto de recuerdos me suspende tu luz,
sirenas de Ítaca intentan conquistarme para ti
con sus canciones, pero no ignores
mi mala fe.

Poco hace que huí de tus noches,
en diez años no eché de menos al alga
que el mar vomita sobre tus muelles.
Has de saber también que tampoco extrañé
esa manera tan tediosa y voraz
conque infundes manía infernal al sexo.
No dejaré que la peculiar
aridez de tus ocasos vuelvan a asediarme
con sus colores tan poco frecuentes
en otras latitudes.

Debes saber que no me has perdido
como se pretende hacerte creer,
hay mucho de tus sueños,
fue demasiada entrega festinada
al amparo de tus paisajes
lo que aún hay en mi sangre
como para llegar a olvidarte así,
hay más melancolía
proveniente de tus parques
corriendo por mis venas,
a pesar del desencanto
que puedas inspirarme,
cuando nada similar me ocurre
con mi ciudad natal,
tan indiferente en la memoria,
tan escuálida y estéril.

Ah qué días aquellos en que fui juzgado
por la más aciaga de tus noches,
eres testigo de las más pesadas jornadas
por mí vividas.
Mas la incertidumbre de entonces
no endureció mi corazón,
ebrio de amor te abandoné, fiel a mi estirpe,
hijo de emigrantes no encontré otra opción
para preservarte de mis actos que partir.

Me deslumbra tu belleza
tan usual a los ojos de tus difuntos.
En la medida que se hacen
más cercanos a mi vista tus arrecifes
son más fervientes las voces
que el mármol dirige a mí,
la impudicia del agua me parece más altiva,
tengo la sensación de experimentar algo así
como el que ha visto la nieve por primera vez
y renace un sentimiento que creí dormido,
sepultado, ah Isla de Pinos, hermana mía,
mi perdición.

Lo más significativo de éste Testimonio que, aprovechando la cordialidad del 📫 Buzón de #ecency rememoro y les comparto, no es el asunto del viaje, y ni siquiera el poema, que leí la noche de Premiación en el Recital del Jurado.

Estaba ya leyendo la última estrofa, cuando a mis pies llegó y se posó una tojosa. A pesar de los aplausos del público que aquello presenciaba, no se espantó y repitió el mismo gesto a los pies de los otros discípulos de Paquito que allí se encontraban, uno por uno y los aplausos se fueron haciendo más intensos, pero la palomita no se fue hasta que hubo silencio.

Más de uno, miramos al reloj, y nos percatamos de que eran exactamente las 12 de la noche. Cosa mágica y de tamaña extrañeza, lo acontecido esa noche adquiere aún más relevancia, cuando sabemos que las tojosas no abandonan sus nidos de noche, y de día, por lo general, siempre se les ve en parejas.

Sin haber podido salir aún del asombro, me bebía una cerveza en el bar de la Uneac, cuando se me acercó el joven poeta pinero Yadián Carbonell (El Tiza) y me dijo:

-Oye, hermano, mira que Taboada y Nelton me lo habían dicho, pero hasta hoy no les creí: ¡qué clase de conexión tiene el espíritu de Paquito contigo!