Hola a tod@s en este espacio de encuentros y lecturas diversas, que muestran las mil y un facetas de los que hacemos vida en HIVE.

Por acá estamos nuevamente, después de unas vacaciones un tantico largas, pero llenas de vivencias, lecturas y mucha reflexión, que luego les escribiré para compartir con todos.

En un post anterior les mencione que todos los días en la mañana, a eso de 4 o 4:30 am, que es cuando me levanto, me preparo con linterna en mano y la compañía de Simba, que es uno de mis perros Pitbull, para subir a la montaña que esta detrás de mi casa hasta el tanque reservorio con agua de la comunidad.

Una labor que realizo con gusto y con compromiso por el bienestar de todos donde habito, ya que en temporadas de sequia, las nacientes que surten al acueducto rural baja sus caudales y es necesario administrar el vital liquido para una comunidad de mas de 250 familias.

Una forma comunitaria de gestionar el agua ante los embates del cambio climático que ha producido alteraciones considerables en todo el planeta, y que afecta a todo ser viviente, que en nuestro caso son extremas, ya que las sequias se han prolongado mucho en el tiempo y cuando llega el invierno con las lluvias, las nacientes se colapsan con gran cantidad de hojas, ramas y sedimentos.

Debido a esto subo todos los días durante 15 min hasta el tanque en medio de la oscura madrugada, entrando en un pequeño bosque de pinos para verificar la condición del tanque, que esta en una planicie, con capacidad para almacenar 100 mil litros de agua, para abrir la válvula.

Pero eso, en los fines de semana me relajo un poco y subo pasadas las 7 de la mañana.

En una de esas caminatas sabatinas, ya con la luz del día y los primeros rayos de luz solar, a un costado del camino me percato que un animal esta tendido sobre las hojas secas, vale decir que he visto muchas zarigüeyas, a lo que Simba se lanza con mucha rapidez por instinto, cabe mencionar que a Simba le gusta cazar.

Inmediatamente hale la correa que sujeta la pechera del perro para que no se acercara demasiado, lo tranquilice y me acerque con cuidado para observar bien de que se trataba.

Para sorpresa mía, era un gavilán que por alguna razón estaba tendido a un lado de camino sujetando unas ramas entre sus patas, el mimetismo intervenía para que nadie lo viera, su Plumaje se mezclaba con impresionante vigor con todo su alrededor de ramas y hojas secas.

Lo tome con cuidado y lo revise, y vi que aun estaba vivo, respiraba con gran dificultad, no se cuanto tiempo estuvo allí, pero estaba vivo, con la respiración débil y sujetado a una rama con mucha fuerza.

Bajamos a la casa y busque una jeringa para hidratarlo cada 30 minutos aproximadamente, siempre observando su reacción y comportamiento, de vez en cuando abría y cerraba sus ojos.

Ya para el medio día, lo revise detenidamente y observe con mucha tristeza que ya se había ido, había levantado vuelo al encuentro del paraíso de las aves, así que dispuse de su cuerpo y lo lleve nuevamente hacia la montaña, dejándolo entre los matorrales.

Fue un día de verdad un poco triste, ya que en otras oportunidades me había sucedido lo mismo con otras aves y lograba revivirlas.