My Walk through Las Flores || Mi paseo por Las Flores [Eng /Esp]
Good morning everyone! Today I want to share with you, through words and photographs, my walk through a small town located in the very center of the province of Buenos Aires, Las Flores, a town that still retains the peaceful pulse of the villages of yesteryear.
There, children still ride bicycles, and cars don't stop at corners for traffic lights, but rather do so respectfully, knowing that pedestrians always have priority.
Founded on March 25, 1856, by Manuel Venancio Paz, Las Flores was born in the shelter of work and hope, on that vast plain caressed by the Salado River from afar. Its name, some say, was a tribute to the natural beauty of the area; others claim it was simply a reflection of the spirit of its people: simple, kind, and full of life.
The Florenses, as those born there are called, heirs to a history made of fields, railroads, and afternoons sipping mate on the sidewalk, can enjoy magical sunsets on the river, a view that offers magical natural paintings every day.
In Las Flores, the air smells of freshly cut grass, damp earth after a rain, and homemade bread fresh from the bakeries. Everything in Las Flores has that peaceful rhythm that invites you to stay a little longer: the slow conversation, the greetings between strangers, the feeling that time doesn't just run, but marches on.
I truly spent two beautiful days here, a unique place in the world to rest and slow down the pace of the big city.
Buen día para todos, hoy les quiero compartir mi paseo con palabras y fotografías por una pequeña ciudad ubicada el centro mismo de la provincia de Buenos Aires, Las Flores, una ciudad que todavía conserva el pulso tranquilo de los pueblos de antes.
Allí los niños aún andan en bicicleta y los autos no se detienen en las esquinas por los semáforos, sino que lo hacen con respeto sabiendo que los transeúntes siempre tienen la prioridad.
Fundada el 25 de marzo de 1856 por Manuel Venancio Paz, Las Flores nació al abrigo del trabajo y la esperanza, en esa vasta planicie que el río Salado acaricia de lejos. Su nombre, dicen algunos, fue un homenaje a la belleza natural de la zona; otros aseguran que simplemente era un reflejo del espíritu de su gente: simple, amable y llena de vida.
Los florenses, así se los denomina a los que nacen allí, herederos de una historia hecha de campo, ferrocarril y tardes de mate en la vereda.ñ pueden disfrutar de unos mágicos atardeceres en el rio, una vista que cada día da unas mágicas pinturas naturales.
En las Flores el aire huele a pasto recién cortado, a tierra húmeda después de la lluvia, a pan casero que sale de los hornos de las panaderías. Todo en Las Flores tiene ese ritmo apacible que invita a quedarse un rato más: la charla lenta, el saludo entre desconocidos, la sensación de que el tiempo no corre, sino que camina.
Realmente pase dos días hermosos en este lugar, un lugar único en el mundo para descansar y bajar el ritmo alocado de la gran ciudad.