Rencor: una metástasis emocional [Esp/Eng]

“Dicen que el tiempo cura todo”, reza una canción de Christian Castro que en los 90 fue un gran hit musical, y en parte es cierto. Las heridas emocionales, tanto como las físicas, con los días dejan de sangrar y se cierran, formando eventualmente una cicatriz. Algunas cicatrices son apenas perceptibles, como marcas tenues que solo recordamos al pasar el dedo sobre ellas, pero otras se convierten en queloides grotescos: abultados, dolorosos al tacto e imposibles de ignorar.

Así funciona el rencor, y no es que sea solo una herida mal curada, también se convierte en una infección que se enquista en el alma y crece como un tumor, robándonos la luz, la calidez y nuestra propia humanidad.

Imaginemos entonces, por un momento, que cada injusticia y cada traición es una célula maligna, que al principio es microscópica, y si no la tratamos, si no la perdonamos, la soltamos o la comprendemos, esa célula se multiplica y forma nódulos amargos que se adhieren a nuestras entrañas. Entonces comienza a crecer el rencor como una verdadera metástasis emocional.

El rencor deja de ser una emoción pasajera para convertirse en una estructura sólida, un quiste lleno de veneno que distorsiona todo, como un cáncer invasivo, reemplazando la confianza por paranoia, la risa por sarcasmo y el amor por cálculo.

Pero todo esto es conocimiento de todos, y es paradójico que, aunque sabemos que el rencor nos hace daño, lo abrazamos como si fuera un escudo. Creemos que guardar ese resentimiento es una forma de mantener el control sobre el dolor, sobre aquel que nos lastimó, pero la realidad es otra. El rencor es un lastre que nos ata al pasado, a la persona que nos dañó y afianza cada vez más su poder sobre nosotros.

Ya habrán notado la moraleja de esta historia: el rencor no castiga al otro, nos castiga a nosotros mismos. Es como beber nosotros el veneno mientras esperamos que el enemigo muera. Y mientras tú revives una y otra vez la ofensa, la persona que te lastimó probablemente duerme en paz, totalmente indiferente al tormento que llevas.

Hay señales que te dicen que el rencor se está apoderando de ti, que ese cáncer invasivo te está colonizando por completo. Ocurre cuando recuerdas el daño con lujo de detalle, te alegras secretamente cuando al otro le va mal, te cuesta celebrar las cosas buenas de los demás, justificas todo con eso de que “ya no eres el mismo” y lo contaminas todo con desconfianza. Son terribles señales de una enfermedad devastadora.

Pero hay una buena noticia: aunque es cierto que no hay una quimioterapia para curar ese tumor maligno, sí hay herramientas. No son fáciles, porque duelen como una operación sin anestesia, pero créanme que es la única forma de evitar que el rencor te consuma por dentro.

Por favor, reconoce que guardas rencor. Escribe una carta a esa persona y luego quémala (la carta, claro). Luego practica la compasión y corta el contacto físico con esa persona. Así estarás eligiendo soltar el rencor, no como un regalo al que te lastimó, sino como un acto de egoísmo sano. Estarás eligiendo que tu corazón no sea un cementerio de viejas batallas, sino un jardín donde, aunque queden cicatrices, al menos puedas plantar algo nuevo.

El rencor, cuando crece demasiado, no solo ocupa el lugar del perdón, sino también del amor.

Querida @iriswrite, ha sido un placer reflexionar sobre el rencor, y quizás esto nos sirva como vacuna ante tal enfermedad. Invito a @jrobe y @apineda a acompañarnos en @greenzone y en esta iniciativa de Las Cosas de Iris👇🏻

https://ecency.com/hive-164923/@iriswrite/sombra-silenciosa-que-devora-el

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¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓!
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔. 💛

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ENGLISH VERSION

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Resentment: an emotional metastasis

“They say time heals all wounds”, so goes a Christian Castro song that was a huge musical hit in the 90s, and to some extent, it’s true. Emotional wounds, much like physical ones, stop bleeding and close with time, eventually forming a scar. Some scars are barely noticeable, faint marks we only recall when running a finger over them, while others turn into grotesque keloids: raised, painful to the touch, and impossible to ignore.

This is how resentment works. It’s not just a poorly healed wound; it becomes an infection that festers in the soul, growing like a tumor, stealing our light, warmth, and even our humanity.

Imagine, for a moment, that every injustice and betrayal is a malignant cell, microscopic at first. But if we don’t treat it, if we don’t forgive, let go, or understand it, that cell multiplies, forming bitter nodules that cling to our core. Resentment then grows like true emotional metastasis.

Resentment stops being a fleeting emotion and becomes a solid structure, a cyst filled with poison that distorts everything, like invasive cancer. It replaces trust with paranoia, laughter with sarcasm, and love with calculation.

Yet, we all know this, and it’s paradoxical that even though we know resentment harms us, we cling to it like a shield. We believe holding onto that grudge keeps us in control of the pain, of the one who hurt us, but the truth is different. Resentment is an anchor that ties us to the past, to the person who harmed us, only strengthening their hold over us.

You’ve probably guessed the moral of this story: resentment doesn’t punish the other person, it punishes us. It’s like drinking poison ourselves while waiting for the enemy to die. And while you relive the offense over and over, the person who hurt you likely sleeps peacefully, utterly indifferent to your torment.

There are signs that resentment is taking over you, that this invasive cancer is colonizing you entirely. It happens when you remember the hurt in vivid detail, secretly rejoice in the other’s misfortune, struggle to celebrate others’ happiness, justify everything by saying “I’m not the same anymore,” and taint everything with distrust. These are terrible signs of a devastating disease.

But there’s good news: while there’s no chemotherapy to cure this malignant tumor, there are tools. They’re not easy, they hurt like surgery without anesthesia, but trust me, it’s the only way to stop resentment from consuming you from within.

Please, acknowledge that you’re holding onto resentment. Write a letter to that person, then burn it (the letter, obviously). Practice compassion and cut off physical contact with them. In doing so, you’re choosing to let go of resentment, not as a gift to the one who hurt you, but as an act of healthy selfishness. You’re choosing for your heart not to be a graveyard of old battles, but a garden where, even with scars, you can at least plant something new.

When resentment grows too much, it doesn’t just take the place of forgiveness, it also replaces love.

Dear @iriswrite, it’s been a pleasure reflecting on resentment, and perhaps this will serve as a vaccine against such a disease. I invite @jrobe and @apineda to join us in @greenzone and in this initiative of Las Cosas de Iris👇🏻

https://ecency.com/hive-164923/@iriswrite/sombra-silenciosa-que-devora-el

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𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈!
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛



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Gracias por sumarte con tu excelente texto. Siempre revelador y educativo. Un abrazo y éxito.

💜🤍🫂

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Amiga @neuropoeta, agradezco la invitación, y me sumo, claro que sí! Concuerdo con las ideas que nos presentas e incluso, sin atrever a afirmar, sino preguntándote desde tu perspectiva como investigadora del funcionamiento del cerebro: ¿Acaso nos mantenemos atados al rencor porque puede que nuestro organismo este adaptado a determinadas sustancias que se producen cuando experimentamos vivencias negativas, estrés, etc.? ¿Acaso casi como una adicción?
Es que el funcionamiento psicológico tiene una base biológica y como las emociones tienen un componente biológico...

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A mi me funciona mucho la distancia física, me ayuda a tomar distancia emocional de quien me dañó. Sacado el mal de mi círculo se anula todo lo demás.
Gracias por hacernos reflexionar contigo
!LADY

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Si, es una de las maneras más radicales, distancia y que el tiempo nos ayude a sanar. La distancia nos da la paz que aleja el rencor.
Mi abrazo 🫂🤗

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Me gustó la reflexión de que "el rencor ocupa el lugar del amor", eso debería bastar para poner tamaña alerta en cualquiera y apresurarse a resolver esos "pendientes" que amenazan con robarnos lo más preciado

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Así mismo es. Imagina entonces el poder del rencor en nosotros, y solo en nosotros. No le hacemos daño a nadie más que nosotros mismos.
Mi abrazo 🫂🤗

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Yo ya estaba preparando la hoguera para quemar cucarachos.
Qué bueno que especificaste que lo que había que quemar, era la carta 🫣🫣🤭🤭🤣🤣🤣🤣

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Siiiiiiiii, te puse claro que la carta 🤣🤣🤣🤣🤣🤣

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Mmmm, la idea es reconocerlo y atacarlo, una vez ganada la batalla, mirarás a tu alrededor de una manera diferente, liberadora. Bendiciones.

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Ese es uno de los puntos, reconocerlo y tener deseos de arrancarlo. Conozco a personas que abrazan el rencor y se consumen lentamente... Eso de ser un cáncer es mucho más que una metáfora.

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El rencor es un arma que termina destruyéndonos a nosotros mismos. Es por lo que no podría estar más de acuerdo con esta afirmación que hiciste "el rencor no castiga al otro, nos castiga a nosotros mismos". Es la más cruda pero sincera realidad. El rencor es como querer pegarte a ti mismo y que le duela al otro, es un tan ejercicio tan inútil como dañino para nosotros. Excelente contribución esta publicación.

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