Playa del Francés: Where the Mountains Meet the Ocean [Eng/Esp]

Escaping routine and embarking on a journey to one of the stunning corners hidden within our country’s geography is always a challenge that should never be overlooked. As someone from Camagüey, simply crossing the island from west to east is already an adventure, but what awaited me on that occasion surpassed all my expectations.

I left Camagüey on a bus that allowed me to enjoy the Cuban landscape in all its splendor, but the best part would come upon arriving in the province and city of Santiago de Cuba, where it’s impossible not to be impressed by the imposing equestrian statue of Antonio Maceo, standing firm like a guardian of the city. Further ahead, the Hotel Santiago, with its modern architecture and aura of grandeur, and the Railway Terminal, undoubtedly one of the most beautiful.

Nothing compares to catching a distant glimpse of the Sierra Maestra mountains, majestic, green, mysterious. I knew my destination was right there, in that place where the land meets the sea.

The journey from Santiago to Playa del Francés was a spectacle in itself. The road wound through the mountains, and with every turn, the scenery changed.

We arrived at the hotel, a resort that, far from disrupting the harmony of its surroundings, seemed part of the landscape. Built amid mountainous terrain, it featured large windows so nature would never go unnoticed.

The place was an oasis of peace, with its crystal-clear pools, well-kept green areas, and an atmosphere that always invites relaxation. But the most fascinating aspect was its location, nestled into the mountain.

Access to the beach was unique, through a tunnel, and it felt like stepping into a secret world, a passageway transporting you from the comfort of the hotel to the wild nature of the coast.

Playa del Francés, a golden-sand beach with unique charm. The sea there is strong and vibrant, the waves crashing furiously against the shore, almost a reminder that nature’s power must always be respected.

I walked along the shore, lay on the golden sand, and felt the salty wind on my face over and over. The hypnotic sound of the waves and their constant rhythm, which seems to erase all thoughts, never fails to captivate me.

I decided to explore further and hiked up a trail to a nearby hill. I admit the walk wasn’t easy, but every drop of sweat was worth it. From above, the view was spectacular, the hotel embraced the mountains, and the beach stretched out like a golden crescent.

As sunset approached, the sky began dreaming in shades of orange and pink, while the mountain shadows lengthened. I stood there, silent, lost in the beauty of the moment.

Playa Francés is a sensory experience. The smell of salt, the sound of the waves, the sight of the mountains plunging into the sea… It all creates the feeling of being in a place where nature rules and time seems to stand still.

Without a doubt, gazing at the horizon, you realize there are simply places that can never be forgotten.

_{✨ 𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈! ✨
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕, 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛}

VERSIÓN EN ESPAÑOL

Playa del Francés: donde la montaña besa el mar

Escapar de la rutina y embarcarse en un viaje hacia uno de los impresionantes rincones que guarda la geografía de nuestro país es siempre un desafío que nunca se debe dejar a un lado. Como camagüeyana, el solo hecho de cruzar la isla de occidente a oriente ya es una aventura, pero lo que me esperaba en aquella ocasión superó todas mis expectativas.

Salí de Camagüey en un autobús que me permitió disfrutar del paisaje cubano en todo su esplendor, pero lo mejor ocurriría al llegar a la provincia y la ciudad de Santiago de Cuba, donde es imposible no impresionarse con la imponente estatua ecuestre de Antonio Maceo, erguida con firmeza como guardiana de la ciudad. Más adelante, el Hotel Santiago, con su moderna arquitectura y su aura de grandeza, y de paso la Terminal de Ferrocarriles, que es sin duda una de las más bellas.

Nada se compara con comenzar a ver a lo lejos las montañas de la Sierra Maestra: majestuosas, verdes, misteriosas. Bien sabía que mi destino estaba justo allí, en ese lugar donde la tierra se sumerge en el mar.

El trayecto desde Santiago hasta Playa del Francés fue un espectáculo en sí mismo. La carretera serpenteaba entre las montañas, y a cada curva el paisaje cambiaba.

Llegamos al hotel, un complejo hotelero que, lejos de romper con la armonía del entorno, parecía parte del paisaje. Construido en medio de un relieve montañoso, contaba con amplios ventanales para que la naturaleza nunca pasara desapercibida.

El lugar era un remanso de paz, con sus piscinas cristalinas, áreas verdes cuidadas y ese ambiente que siempre invita al descanso. Pero lo más fascinante era su ubicación, empotrado en la montaña.

El acceso a la playa tenía la particularidad de ser mediante un túnel, y era como entrar a un mundo secreto, un pasadizo que te transportaba de la comodidad del hotel a la naturaleza salvaje del litoral.

Playa del Francés, una playa de arena dorada, con un encanto único. El mar allí es fuerte y vibrante, de tal modo que las olas, que rompen con furia contra la orilla, son casi un recordatorio de que siempre debes respetar la fuerza de la naturaleza.

Caminé por la orilla, me acosté en la arena dorada y sentí el viento salado en mi rostro una y otra vez. Jamás deja de parecerme hipnótico el sonido de las olas y su ritmo constante, que parece borrar cualquier pensamiento.

Decidí explorar un poco más y subí por un sendero hacia una loma cercana. Admito que la caminata no fue fácil, pero valió la pena cada gota de sudor. Desde arriba, la vista era espectacular: el hotel abrazaba las montañas, y la playa se extendía como una media luna dorada.

Casi al atardecer, el cielo comenzó a teñirse de tonos naranjas y rosados, mientras las sombras de las montañas se alargaban. Me quedé allí, en silencio, absorta en la belleza del momento.

Playa Francés es una experiencia sensorial. El olor a salitre, el sonido de las olas, la vista de las montañas sumergiéndose en el mar… Todo da esa sensación de estar en un lugar donde la naturaleza manda y el tiempo parece detenerse.

Definitivamente, mirando el horizonte, te das cuenta de que hay lugares que jamás pueden olvidarse.

_{✨ ¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓! ✨
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔. 💛}