Mis amigos que son palmas (Jueves de TBT) -Una foto, una historia, un día de estos- [Esp/Eng]

Después de algunas semanas de no estar por acá, en un jueves mágico✨ de estos, en que @lanzjoseg nos invita a recordar, he sentido la necesidad de evocar un momento que solo me trae alegrías.

Hace poco más de dos años, y como cada cuatro viernes, un grupo de amigos amantes de la literatura que nos hacemos llamar La Rueda Dentada, nos reunimos en la sede de la Fundación Nicolás Guillén de nuestra provincia, y allí nos rendimos ante el encanto que traen los versos cuando ruedan y ruedan entre amigos. Aquella ocasión fue realmente especial: se reunieron muchos amigos, el lugar tenía una concurrencia más allá de lo habitual.

Dentro de los amigos reunidos estaban estos dos tiernos personajes que, en aquel momento, daba la casualidad, llevaban dreadlocks como cabellos. Mis amigos, ese par de genuinos caballeros: un trovador y un actor-poeta llevaban esas rastas libres y orgánicas que son más que un peinado, que parecen hebras de historia, resistencia y espiritualidad.

De ellos y otros amigos aprendí que en la cultura rasta, los dreadlocks son cables que conectan la tierra con el cielo, símbolo de la melena del León de Judá y de un pacto con lo natural. No se cortan, no se peinan; crecen como raíces, como versos que el tiempo teje lentamente.

Ese día, me tomé esa foto con ellos, me pareció estar al lado de dos palmeras: altos, coronados de movimiento, con ese pelo que ondea como hojas al viento caribeño, y ese día dije que mis amigos eran palmas, de esas que se pueden doblar pero no se rompen.

Mis amigos tenían dreadlocks como tienen arte: esa era su selva personal. Cuando mi amigo trovador cantaba, le vibraban los cabellos con el bajo, y cuando mi otro amigo, el actor, declamaba, era como si las palabras salieran enredadas en esos hilos negros, y a mí me quedó claro que ese no era cabello sino extensiones del alma, como las palmas son extensiones de la tierra hacia el sol.

Hoy, mis amigos palmas 🌴 no llevan dreadlocks, pero miro esta linda foto y sonrío como niña.

Gracias, jueves de #tbt, por ayudarme a recordar.
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_{✨ ¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓! ✨
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔. 💛}

ENGLISH VERSION

My friends who are palm trees

After a few weeks of not being here on a magical Thursday✨, one of those when @lanzjoseg invites us to remember, I’ve felt the need to recall a moment that brings me nothing but joy.

A little over two years ago, and as we do every fourth Friday, a group of literature-loving friends who call ourselves La Rueda Dentada (The Cogwheel) gathered at the Nicolás Guillén Foundation in our province, and there we surrendered to the charm of verses that roll and roll among friends. That occasion was truly special: many friends came together, and the place had an unusually large turnout.

Among the friends gathered were these two tender characters who, at the time, happened to wear dreadlocks as their hair. My friends, that pair of genuine gentlemen, a troubadour and an actor-poet, wore those free and organic dreads that are more than just a hairstyle, strands that seem like threads of history, resistance, and spirituality.

From them and other friends, I learned that in Rastafari culture, dreadlocks are cables connecting earth to heaven, a symbol of the Lion of Judah’s mane and a pact with nature. They are not cut or combed; they grow like roots, like verses slowly woven by time.

That day, I took this photo with them, and I felt like I was standing beside two palm trees: tall, crowned with movement, their hair swaying like leaves in the Caribbean wind. That day, I said my friends were palms, the kind that may bend but never break.

My friends had dreadlocks the way they have art: that was their personal jungle. When my troubadour friend sang, his hair vibrated with the bass, and when my actor friend recited, it was as if the words came tangled in those black threads. To me, it was clear that this wasn’t just hair but extensions of the soul, just as palms are extensions of the earth toward the sun.

Today, my palm friends 🌴 no longer wear dreadlocks, but when I look at this lovely photo, I smile like a child.

Thank you, #tbt Thursday, for helping me remember.

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_{✨ 𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈! ✨
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛}