Mi autoprescripción de paz [Esp/Eng]


Creo que ya que otras veces les he comentado sobre la intensidad de mis miércoles, cuando una interminable consulta de Neurología Pediátrica me espera. Este miércoles no fue la excepción, y entre historias clínicas y electroencefalogramas, debí sortear la sensación de desfallecimiento tras varias horas sin siquiera probar bocado. Esta mala práctica la adopto para abreviar el tiempo de espera de mis pacientes para ser atendidos. Total, que al finalizar la jornada laboral, mi mente no era más que un archivo de síntomas y diagnósticos diferenciales, con toda la carga emocional que conlleva el trabajo con los niños.

Ahora bien, lo que sí no es justo es que cargue con ese peso sobre mis hombros y lo deposite en mi casa, donde me espera una familia ansiosa por verme. Y sabiendo que eso no solo nos pasa a los médicos, he decidido compartir mi experiencia a modo de consejo.



Sabía que hoy necesitaba una desconexión, resetear mi mente para impedir que mi familia recibiera de mí solo restos de energía, las sobras de atención. Ellos merecen mi versión completa.

¿Y cuál fue mi autoprescripción?

Pues algo tan sencillo como la decisión consciente de salir a caminar. Ese fue el ritual que ensayé hoy. Tomé a mi niña de la mano y, en el simple acto de cambiar la bata por una camiseta y unos tenis, nos embarcamos en una caminata hacia cualquier parte. Después de todo, como yo a veces digo: el camino siempre lo construyen nuestros pies.



La compañía fue lo mejor: la mano de mi hija, con su ritmo diferente al mío, que a veces me obligaba a cambiar la velocidad de mis pasos. No tardó en llegar la avalancha de preguntas constantes que me anclaban a cada instante en los rincones de la calle, las aceras, incluso en los pequeños charcos de los contenedores, repletos de renacuajos.

Llegamos a un sitio un tanto alejado de nuestro hogar y era innegable que allí la naturaleza ganaba la batalla; nuestros pulmones respondían agradecidos ante la pureza del aire. Amenazaba con llover mientras el sol se empeñaba en esconderse. Me di cuenta entonces de que no necesitaba un cojín para meditar, que solo precisaba de esta experiencia sensorial, única y a la vez compartida con la personita que más amo.



Y entonces aparecieron las lecciones mágicas que el universo se empeña en brindarte: bajo un joven arbusto, en medio de un desolado paraje, encontramos los restos de una máquina de escribir. Todavía elaboro hipótesis de cómo llegó hasta allí… ¿Será una señal de que necesito dedicarle tiempo de nuevo a la literatura y a la producción literaria que tengo abandonada desde hace meses?

Más adelante, ya de regreso a casa, vimos un árbol muy parecido a un sauce llorón, aquel mágico y singular árbol de China, y no pude resistirme a su belleza… ¿Será que el día seguía empeñado en brindarme maravillas?




Como neuróloga que pasa encontrando explicaciones neurobiológicas para cada uno de mis actos, pienso que después de un día de estrés, en el que mi sistema de lucha o huida (el simpático) ha estado hiperactivo, este paseo tranquilo y lleno de sorpresas intangibles activó mi sistema parasimpático. Literalmente, reorganicé bioquímicamente mi cuerpo para calmarlo.

Ahora, mientras escribo esta publicación embargada por la paz, pienso que la mejor terapia para un cerebro agotado no es más pensamiento; quizás la solución no sea la meditación, sino las sensaciones.




Hoy me encontré siendo doctora y paciente, mientras me recetaba una dosis exacta de aire fresco y, sobre todo, de amor. Créanme, funcionó a la perfección.

🌻

🌻

¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓!
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔.💛

cinti 800x20 - copia.jpg

ENGLISH VERSION

cinti 800x20 - copia.jpg

My Self-Prescription for Peace


I think I've told you before about the intensity of my Wednesdays, when an endless Pediatric Neurology clinic awaits me. This Wednesday was no different, and between medical charts and electroencephalograms, I had to fight off the feeling of faintness after several hours without even a bite to eat. I adopt this bad practice to shorten the time my patients wait to be seen. So, by the end of the workday, my mind was nothing more than a file of symptoms and differential diagnoses, with all the emotional weight that working with children entails.

However, what is not fair is that I carry that heavy load on my shoulders and deposit it at home, where a family eager to see me is waiting. And knowing that this doesn't only happen to us doctors, I have decided to share my experience as a piece of advice.



I knew today that I needed to disconnect, to reset my mind to prevent my family from receiving only leftover energy from me, the scraps of my attention. They deserve my complete version.

And what was my self-prescription?

Well, something as simple as the conscious decision to go for a walk. That was the ritual I tried today. I took my little girl by the hand, and in the simple act of swapping my lab coat for a t-shirt and sneakers, we embarked on a walk to anywhere. After all, as I sometimes say: the path is always built by our feet.



The company was the best part: my daughter's hand with its rhythm, different from mine, which sometimes forced me to change my pace. It wasn't long before the avalanche of constant questions anchored me at every moment to the street corners, the sidewalks, even the small puddles by the curbs, full of tadpoles.

We reached a place somewhat far from our home, and it was undeniable that nature was winning the battle there; our lungs responded gratefully to the purity of the air. It threatened to rain while the sun insisted on hiding. I realized then that I didn't need a cushion to meditate, that I only needed this unique sensory experience, shared simultaneously with the little person I love the most.



And then appeared the magical lessons the universe is bent on giving you: under a young bush, in the middle of a desolate spot, we found the remains of a typewriter. I'm still coming up with hypotheses about how it got there... Could it be a sign that I need to dedicate time again to literature and literary production, which I have abandoned for months?

Further on, already on our way back home, we saw a tree very similar to a weeping willow, that magical and unique tree from China, and I couldn't resist its beauty... Was the day still insisting on offering me wonders?




As a neurologist who spends her time finding neurobiological explanations for every one of my actions, I think that after a stressful day, where my fight-or-flight system: the sympathetic one, has been hyperactive, this calm walk, full of intangible surprises, activated my parasympathetic system. I literally biochemically reorganized my body to calm it down.

Now, as I write this post filled with peace, I think that the best therapy for an exhausted brain is not more thought; perhaps the solution is not meditation, but sensations.




Today I found myself being both doctor and patient, as I prescribed myself an exact dose of fresh air and, above all, love. Believe me, it worked perfectly.

🌻

🌻

𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈!
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛



0
0
0.000
11 comments
avatar

La suspicacia y el crecimiento está en esa necesidad de cambio. Gracias por el consejo. 💜🤍

0
0
0.000
avatar

Hola, yo como que hoy voy a hacer eso.
Si el tiempo ayuda por supuesto, ayer llovizno un poco.
Ojalá y se mantenga así, por qué así no hace calor en las noches y también para que la mayoría de la gente esté tranquila y confiada en sus casas , o trabajo.
Exitos y feliz día.

0
0
0.000
avatar

En tí su funcionó ese de médico curarte a ti mismo.jjjj
Es bueno siempre tenernos presente, amarnos y apapacharnos y atendernos a nosotros mismos. Tú sabes bien como hacerlo.

avatar

Con frecuencia me sucede que después de un mal día en el trabajo las energías negativas y el cansancio tienden a manifestar una cierta inercia. Creo que tomaré tu técnica de inventarme alguna actividad Intermedia para evitar transmitir ese tipo de cosas a mi familia. Excelente post.

!BBH

0
0
0.000
avatar

Piensa en tu cerebro como en una máquina, porque en esencia es algo parecido, el sobreuso lo agota, y un cerebro agotado se traduce en disregulación corporal. Y fíjate, olvidemos el mal carácter, la falta de concentración o el sueño por el agotamiento mental, pensemos en las arritmas cardíacas, el colon irritable, las enfermedades dermatológicas, todas esas causadas por el estrés mantenido...
No nos cuesta nada hacer catarsis y salir a caminar, el contacto con la naturaleza o simplemente con lugares poco frecuentados, te reinicia esa máquina que llevamos dentro.

0
0
0.000
avatar

Excelente ejercicio y creo que la naturaleza identificó, lo que las ciencias a veces no. Espectaculares las fotos, me llevó a caminar con usted 🤗.

0
0
0.000
avatar

Caminar, el verde, Geraldine...la fórmula idónea para dejar atrás el peso y recargar las baterías.

Pues bien harás en retomar tu camino literario porque se extrañan tus letras. Te lo dijo la máquina de escribir desvencijada y ahora yo, que no soy una señal pero te sigo.

0
0
0.000
avatar

Excelente método de relajación. Tu trabajo es de mucha atención y concentración y es justo y necesario que te regales buenos momentos para recuperarte. Abrazo 🤗

0
0
0.000