Mapas del corazón escondidos en las primeras páginas [Esp/Eng]

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Amigos lindos de #greenzone, ¿acaso no se han despertado algún buen día con la nostalgia por bandera? ¿No les ha sucedido que todo el día se la han pasado con los ojos aguados sin razón aparente y les da por desempolvar viejas cartas o simplemente rememorar sucesos clavados en la memoria?
Ayer se me coló la melancolía y no pude apartarla de mí hasta que en la noche, sentada frente a mi biblioteca, comencé a hojear libro tras libro. Mi biblioteca no es grande ni lujosa, pero está llena de lo más valioso que poseo: mis libros. Pero si alguien me preguntara cuál es el verdadero tesoro, no señalaría un lomo en particular; señalaría las dedicatorias escondidas en las primeras páginas.

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Para mí, un libro dedicado es mucho más que un objeto; es un fragmento de tiempo, algo así como una cápsula emocional que congela un instante preciso. Recuerdo entonces la novela de un querido escritor, dedicada con su firma segura, en una noche habanera. Quizás lo más bello de esta dedicatoria es la amistad que surgió después y de la que me enorgullezco tanto.

Hay dedicatorias especiales porque, aunque no son de amigos, sí son de grandes escritores que uno tiene como paradigmas. Esas dedicatorias, de las cuales tengo varias, las guardo como un trofeo, y aunque no se exhiben en un estante, sí las presumo con determinada frecuencia. Yo, al menos, cada vez que tengo oportunidad, lo menciono en las reuniones con colegas escritores: que tengo este o aquel ejemplar con una firma de ese gigante que tanto nos gusta leer.

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Hay otras dedicatorias que son divertidas, que capturan una broma interna, pero hay otras más sencillas y en cuya aparente simplicidad reside una profunda verdad. Una amiga querida viajó a otra provincia y desde allá trajo libros para todos sus amigos. ¿Acaso eso no derrite a las almas más frías? Ese tipo de detalle siempre se pega tan al ladito del alma.
Luego están los regalos de amigos y seres queridos, y esas dedicatorias son especialmente mágicas. Un amigo me regaló el libro más preciado para él y que sabía que sería igualmente uno de los más preciados para mí: un cancionero de Silvio Rodríguez. Conservo en su primera página, ya vieja y despegada, una de las más delicadas confesiones, que ahora también comparto con ustedes.

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En una era donde lo digital avanza imparable, estas anotaciones a mano son un acto de resistencia íntima y además una prueba tangible de que el vínculo entre dos personas no tiene precio y no se puede borrar con un clic.
Amigos, los libros nuevos, comprados por mí, son portales a mundos desconocidos, pero los libros dedicados son mapas del corazón de quienes nos rodean y nos quieren. Los libros dedicados me cuentan historias que los otros no, y es inigualable eso de saber que han sido hojeados por personas queridas que han dejado en ellos su olor.

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A veces, en tardes nostálgicas como la de ayer, saco alguno de esos libros al azar, no para releer la obra sino para releer dedicatorias. Yo a veces lo comparo con ver álbumes de fotos, pero en esta ocasión álbumes de sentimientos. Entonces mi pequeña biblioteca deja de ser una colección de títulos para convertirse en un archivo de afectos: un mapa donde el corazón a veces se pierde y se encuentra.

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_{✨¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓! ✨
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔.💛}

ENGLISH VERSION

Maps of the heart, hidden within the first pages

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Dear friends from #greenzone, have you not woken up on a fine day with nostalgia as your banner? Has it not happened to you that you've spent the whole day with teary eyes for no apparent reason, and you end up dusting off old letters or simply reminiscing about moments etched in your memory?
Yesterday, melancholy slipped into my day, and I couldn't shake it off until at night, sitting in front of my bookshelf, I began to leaf through book after book. My library isn't large or luxurious, but it's full of the most valuable things I own: my books. But if someone asked me what the real treasure is, I wouldn't point to a particular spine; I would point to the dedications hidden on the first pages.

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For me, a dedicated book is much more than an object; it's a fragment of time, something like an emotional capsule that freezes a precise instant. I then remember the novel by a dear writer, dedicated with his confident signature, on a Havana night. Perhaps the most beautiful thing about this dedication is the friendship that blossomed afterwards, which I am so proud of.

There are special dedications because, although they are not from friends, they are from great writers whom one holds as paradigms. Those dedications, of which I have several, I keep like a trophy, and although they are not displayed on a shelf, I do show them off quite frequently. I, at least, whenever I have the chance, mention it in meetings with fellow writers: that I have this or that copy with a signature from that giant we all love to read so much.

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There are other dedications that are funny, capturing an inside joke, but there are others more simple, and in whose apparent simplicity lies a profound truth. A dear friend traveled to another province and from there brought books for all her friends. Doesn't that just melt the coldest of souls? That kind of detail always sticks so close to the soul.
Then there are the gifts from friends and loved ones, and those dedications are especially magical. A friend gave me the book most precious to him, which he knew would be equally one of the most precious to me: a songbook by Silvio Rodríguez. I keep on its first page, now old and coming unglued, one of the most delicate confessions, which I now also share with you.

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In an era where the digital advances unstoppably, these handwritten notes are an act of intimate resistance, and also tangible proof that the bond between two people is priceless and cannot be erased with a click.
Friends, new books, bought by me, are portals to unknown worlds, but dedicated books are maps to the hearts of those around us who love us. Dedicated books tell me stories that the others do not, and it's unmatched, that feeling of knowing they have been leafed through by loved ones who have left their scent on them.

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Sometimes, on nostalgic afternoons like yesterday's, I randomly take out one of those books, not to reread the work but to reread the dedications. I sometimes compare it to looking at photo albums, but in this case, albums of feelings. Then my small library ceases to be a collection of titles and becomes an archive of affections: a map where the heart sometimes gets lost and finds itself again.

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_{✨𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈! ✨
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛}