El latido más profundo: lo que la medicina sembró en mí [Esp/Eng]



Acaba de culminar el 3 de diciembre, cuando conmemoramos en esta parte del mundo el Día de la Medicina Latinoamericana, y aclaro que no es un día donde prefiero los festejos, sino más bien los silencios cargados de memorias. Hoy es un día en el calendario donde me detengo a mirar el camino recorrido, y no desde los títulos ni los logros, sino desde el alma, porque la medicina no fue solo la carrera que elegí a los 17 años, sino más bien el universo que elegí para que me moldeara, ya fuera a martillazos o con suavidad.

Aprovecho para felicitar y dedicar esta publicación a amigos hivers con los que comparto esta profesión: @emiliorios, @psicologopoeta, @dulcekpricho, @loren89 y @camelia28.

Este camino por el que hoy transito comenzó con una decisión adolescente, quizás impulsada por una vaga idea de ayudar, pero la verdadera iniciación no ocurrió en las aulas, sino a los 23 años, ya recién graduada, frente a un consultorio en una comunidad rural de difícil acceso. Allí, siendo apenas una médica general recién salida del horno, tuve la necesidad de deshacer la teoría ante la vida en crudo. Fui confesora, consejera y a veces hasta la testigo que solo sostenía una mano, y aprendí la primera y más brutal lección de crecimiento personal: la humildad ante lo desconocido.



Los libros entonces no tenían respuestas para el dolor de una pérdida, para la resignación de la pobreza o para esa sabiduría ancestral de los ancianos del lugar. La medicina en esos momentos, en esencia, me ayudó a escuchar y a callar mi mente académica para oír el ritmo único de cada historia humana.

Esa escucha se convirtió en mi herramienta más valiosa cuando, años después, mi camino se encaminó a la especialización en Neurología Pediátrica, y dejé de ver pacientes para ver niños y familias en su batalla más íntima. Mi rol dejó de ser solo diagnosticar, sino el de traducir, acompañar y, a veces, encontrar breves chispas ante diagnósticos muy grises. Y justo aquí, la segunda lección que me trajo la medicina: la resiliencia.



Claro que ser mujer en este camino añadió otras capas, donde la intuición me ha servido de brújula, y percibir la ansiedad no dicha en una madre y el miedo escondido tras la pregunta me ha llevado al crecimiento personal más contundente: reconciliarnos con la fragilidad propia y con la ajena. He tenido que aprender a habitar la incertidumbre, a sostener la esperanza sin prometer milagros y, sobre todo, a encontrar la paz.

La Medicina ha sido el espejo más honesto que he tenido, y me ha mostrado mis propios límites, mi impaciencia y mis grandes miedos, pero sobre todo ha sacado a la luz una fortaleza que no sabía que tenía.



Hoy, después de tantos años desde aquel consultorio rural, miro atrás y no veo una simple trayectoria profesional; veo un camino donde la medicina tomó lo joven que era, tan llena de teorías y certezas, y la mezcló con el dolor, la esperanza, la muerte y la vida más tenaz.



El resultado es esta persona que soy ahora: una mujer que ha aprendido que el acto médico más importante a veces no está en la receta, sino en la presencia; un ser humano agradecido por el privilegio absurdo y hermoso de ser testigo de momentos cruciales de la existencia ajena, y por ello agradezco con humildad profunda a la vida por haberme dado este oficio, y así seguir caminando, aprendiendo y creciendo, con la consulta abierta.

🩺

🩺

¡𝑮𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓!
𝑺𝒊 𝒂ú𝒏 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔: 𝒔𝒐𝒚 𝒏𝒆𝒖𝒓ó𝒍𝒐𝒈𝒂 𝒚 𝒆𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒓𝒂 𝒄𝒖𝒃𝒂𝒏𝒂, 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆, 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒚 𝒔𝒐ñ𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓ó 𝒆𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒂𝒓.
𝑬𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕𝒐 𝒚 𝒍𝒂𝒔 𝒊𝒎á𝒈𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒂𝒖𝒕𝒐𝒓í𝒂, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 (𝒔𝒊𝒏 𝑰𝑨).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
¿𝑻𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕ó 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒖𝒃𝒍𝒊𝒄𝒂𝒄𝒊ó𝒏? 𝑽𝒐𝒕𝒂, 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒐 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒂𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒂𝒍𝒂𝒔.💛

cinti 800x20 - copia.jpg

ENGLISH VERSION

cinti 800x20 - copia.jpg

The beat of the deepest: what medicine sowed within me



December 3rd has just passed, the day we commemorate in this part of the world as Latin American Medicine Day, and I clarify that it is not a day for celebrations, but rather for silences heavy with memories. Today is a day on the calendar when I stop to look at the path traveled, not from the perspective of titles or achievements, but from the soul, because medicine was not just the career I chose at 17, but rather the universe I chose to mold me, whether with hammer blows or with gentleness.

I also take this opportunity to congratulate and dedicate this post to hiver friends with whom I share this profession: @emiliorios, @psicologopoeta, @dulcekpricho, @loren89 and @camelia28.

This path I walk today began with an adolescent decision, perhaps driven by a vague idea of helping, but the true initiation did not happen in the classrooms. It happened at age 23, freshly graduated, in front of a doctor's office in a hard-to-reach rural community. There, as a newly minted general practitioner just out of the oven, I had to undo theory in the face of raw life. I was a confessor, a counselor, and sometimes even the witness who simply held a hand, and I learned the first and most brutal lesson in personal growth: humility in the face of the unknown.



Books had no answers for the pain of loss, for the resignation of poverty, or for the ancestral wisdom of the local elders. In those moments, medicine essentially helped me to listen and to silence my academic mind to hear the unique rhythm of each human story.

That listening became my most valuable tool when, years later, my path led me to specialize in Pediatric Neurology, and I stopped seeing patients to see children and families in their most intimate battle. My role ceased to be solely about diagnosing and became about translating, accompanying, and sometimes finding brief sparks in the face of very gray diagnoses. And right here lies the second lesson medicine brought me: resilience.



Of course, being a woman on this path added other layers, where intuition has served as my compass, and perceiving a mother's unspoken anxiety and the fear hidden behind a question has led me to the most powerful personal growth: reconciling ourselves with our own fragility and that of others. I have had to learn to live with uncertainty, to hold onto hope without promising miracles, and above all, to find peace.

Medicine has been the most honest mirror I have had; it has shown me my own limits, my impatience, and my great fears, but above all, it has brought to light a strength I did not know I possessed.



Today, so many years after that rural doctor's office, I look back and do not see a simple professional trajectory. I see a path where medicine took the young woman I was, so full of theories and certainties, and mixed her with pain, hope, death, and the most tenacious life.



The result is the person I am now: a woman who has learned that the most important medical act is sometimes not in the prescription, but in the presence; a human being grateful for the absurd and beautiful privilege of being a witness to crucial moments in others' existence. And for that, I thank life with profound humility for having given me this vocation, to thus keep walking, learning, and growing, with the consultation room open.

🩺

🩺

𝑻𝒉𝒂𝒏𝒌𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒊𝒏𝒈!
𝑰𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏’𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒆 𝒚𝒆𝒕. 𝑰’𝒎 𝒂 𝑪𝒖𝒃𝒂𝒏 𝒏𝒆𝒖𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒊𝒔𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒘𝒓𝒊𝒕𝒆𝒓, 𝒂 𝒎𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓, 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏, 𝒂𝒏𝒅 𝒂 𝒅𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒘𝒉𝒐’𝒔 𝒇𝒐𝒖𝒏𝒅 𝒊𝒏 𝑯𝒊𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝒔𝒑𝒂𝒄𝒆 𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒂𝒓.
𝑨𝒍𝒍 𝒕𝒆𝒙𝒕 𝒂𝒏𝒅 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒆𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒎𝒚 𝒐𝒓𝒊𝒈𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏𝒔, 100% 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏-𝒎𝒂𝒅𝒆 (𝒏𝒐 𝑨𝑰).
𝑩𝒂𝒏𝒏𝒆𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒊𝒈𝒏𝒆𝒅 𝒃𝒚 𝑳𝒖𝒎𝒊𝒊.
𝑳𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒑𝒐𝒔𝒕? 𝑼𝒑𝒗𝒐𝒕𝒆, 𝒄𝒐𝒎𝒎𝒆𝒏𝒕, 𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒃𝒍𝒐𝒈 𝒕𝒐 𝒔𝒑𝒓𝒆𝒂𝒅 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒊𝒏𝒈𝒔 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒆𝒂𝒕𝒊𝒗𝒊𝒕𝒚! 💛



0
0
0.000
7 comments
avatar

Espero que hayas pasado un gran día, y me gusta mucho tu escrito, porque es desde lo humano, siempre es bueno hacer retrospectiva de lo vivido, de ese camino que nos ha traído al presente, de como hemos evolucionado en el proceso.
Me gusta eso de "dejar de ver pacientes, y ver niños, ver la ansiedad de una madre", eso es humanizar el ejercicio profesional, y esto es algo que es bonito ver.
Bonito día. 🙂

0
0
0.000
avatar

Es un día que claro que tú mereces celebrarlo y que lindo que lo hayas hecho de esta manera, en el silencio, realizando en tí una introspección, dándote cuenta de todo lo que la medicina ha hecho nacer en tí, y me complace que el título no te hizo sentirte más que los otros a tu alrededor, al contrario, te hizo más humilde, más resiliente, más bondadosa, más fuerte, porque te ha tocado enfrentar momentos felices y tristes, y se que eres una excelente persona porque esto que dices, habla por si solo:

"He tenido que aprender a habitar la incertidumbre, a sostener la esperanza sin prometer milagros y, sobre todo, a encontrar la paz.

Siempre es un gusto leerte, Dios siga dándote esa sabiduría para ejercer tu profesión y llene de bendiciones tu vida.🙏

0
0
0.000
avatar

Muchísimas felicidades, estimada.
Qué inmensa e imprescindible tu profesión.

0
0
0.000
avatar

Felicidades para usted también. Gracias por compartir y mencionar a los que pertenecemos a esta rama aquí en Hive

0
0
0.000
avatar

Espero tuvieras un día excelente y gracias por ser como eres. La medicina es una profesión de mucha entrega y sacrificios, también es bonita y satisfactoria en muchos sentidos. Muchas Felicidades realmente deberíamos Felicitar a los médicos y personal de la salud todos los días. Un abrazo 💛

0
0
0.000
avatar

Me siento tan identificado.
Es amor por lo que haces.
Estos escritos son los que hacen que uno enteinda que la elección, que en mi caso fue mucho antes de los 17 años cuando comencé la carrera, fue la elección correcta.
Muchas gracias, @neuropoeta
¡Qué bueno tenerte por aquí!

0
0
0.000
avatar

Woow mi amiga, te felicito y felicito a todos esos profesionales que ejercen esa noble labor con el amor más profundo, siendo humildes, siendo resilentes y empaticos con sus pacientes, realmente eres una verdadera joya en el mundo🙌🙌🙌

Dios te bendiga Grandemente por lo que haces y que siga dándote mucha salud para que lo hagas por muchos años más 🙏🙏🙏

Cada letra que plasmaste me regocijo contigo, un fuerte abrazo y besote grande en la distancia 😘😘😘

0
0
0.000