A very special day - Un dia muy especial (Eng/Spa)

Today, my friends, I had the chance to show some of my newest onboards the true power of our blockchain. Seeing their faces light up as their imaginations took over brought the biggest smile to my face, and I guess I’m still riding that high.

Maybe it was the excitement I was feeling last night, or maybe it was the few mosquitoes that snuck into our mesh, but I woke up around 2 AM and couldn’t go back to sleep. I took it as a sign, as if the universe was telling me to get all my ducks in a row for the work ahead. You see, today I was going to meet @jersonsweetplace and show him this "magic internet money" is very, very real.

I remember vividly the day it all clicked for me in 2017, the year I decided I wouldn’t work for anyone but myself. In that hustle for freedom, I stumbled upon Steem (legacy chain). At the time, I was dabbling in stock trading to make ends meet, though with little success. (I’m still not a good trader, by the way, but that’s another story.)

I was brought here by someone who is long gone now. And right away, I started writing on this very blog to an audience of zero. I thought I was bringing out the heavy guns… but all I saw was digital tumbleweeds. I was on the verge of giving up when a few upvotes started showing up on my posts.

Are these real? I wondered, having no idea how anything worked yet.

It wasn’t long after that I found and joined the Open Mic contest—now carried forward by Vibes. Suddenly, a video of me singing one of my songs got a @curie vote, and a $100+ number sat at the bottom of my post. I couldn’t believe my eyes, so I decided to remain skeptical until further notice.

I didn’t win that round, though I would later. But when the seven-day payout arrived, those liquid tokens landed in my wallet without any friction. Can I make this money? I thought, still skeptical about this whole thing.

After watching some @blocktrades tutorials and setting up a Coinbase account, I was able to magically summon “real money” into my bank. And just like that, I realized: I didn’t understand a damn thing about money after all. Who paid me? From where? Why would they? What’s going on?

My hunger and curiosity took over. I binged videos and read everything I could find. I learned about Bitcoin and its problematic children. But more importantly, I began to understand just how much we—the common folk—have been getting screwed all along. I could see the scars in my own skin, they had always been there.

A new vocabulary emerged in my life: inflation, sovereignty, permissionless, trustless, decentralization. I must’ve sounded like a toddler trying out big words he didn’t quite grasp, but there I was, trying to explain it all to my wife, wide-eyed and fired up.

And today, I think I saw a bit of that same fire in my friend Jerson. I could sense his excitement, his mind racing with ideas. I told him, and I meant it, that he’s my best student so far. Why? Because he carries the one essential ingredient needed to make it in this jungle we call life: hunger for knowledge.

We started around 9:30 AM and spoke for hours. The whys, the hows, and the everythings in between. After it felt like I’d been preaching at him for far too long, we opened his Binance account, got him verified, and I showed him how "real" it all was.

By 2:30 PM, aside from my stomach begging for mercy, I felt like a million bucks. Jerson had completed his first trade, his first cash out—and most importantly, he understood every step.

To mark the occasion, I spent $10.75 at his establishment, going through the motions: creating an invoice, generating a QR code, making the payment, and claiming my discount with @distriator.

After leaving Jerson’s business, I drove home and decided to cook a celebratory meal for my wife and me. But thanks to my scatterbrain, I ended up with charred, inedible vegetables instead. Frustrated and still hungry for wins, I asked my wife if we needed to buy cigarettes for her mom. She nodded.

So we drove to see @charlieripalda.

As is often the case in tiny towns, the only gas station around—where Charlie has his shop—also sells drinks, snacks, and yes, cigarettes. We bought a full carton of cancer sticks and paid our tab.

With what? With HBD of course. With our stable token, once again.

I showed @charlieripalda how I’d “magically” gotten a discount for the cigarettes, and it didn’t come out of his pocket. I even showed him how I scored another discount on my bread earlier that day. I could almost see the gears in his head turning in real time.

We came back home, and round two in the kitchen was a success. I improvised, like I usually do—but it’s hard to miss the flavor target when you mix pork and peanuts.

At any rate, I’m exhausted. Not sleeping will do that to a middle-aged man. But I also feel like I won some kind of race today.

You know... there’s no better feeling than knowing a beautiful dawn is just minutes away, and I'm right here to witness it.

MenO

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Traducción al español

Hoy, amigos míos, tuve la oportunidad de mostrarles a algunos de mis nuevos referidos el verdadero poder de nuestra blockchain. Ver cómo se les iluminaba el rostro mientras su imaginación despegaba me sacó una sonrisa enorme, y creo que todavía sigo montado en esa ola.

Quizá fue la emoción que sentía anoche, o tal vez fueron los mosquitos que se colaron en nuestra malla, pero me desperté alrededor de las 2 AM y no pude volver a dormir. Lo tomé como una señal, como si el universo me dijera que pusiera todo en orden para lo que se venía. Verán, hoy iba a reunirme con @jersonsweetplace para mostrarle que este "dinero mágico de internet" es muy, muy real.

Recuerdo vívidamente el día en que todo hizo clic para mí, en 2017, el año en que decidí que no trabajaría para nadie más que para mí mismo. En esa lucha por la libertad, me topé con Steem (cadena original). En ese entonces, coqueteaba con el trading de acciones para sobrevivir, aunque con poco éxito. (Todavía no soy buen trader, por cierto, pero esa es otra historia).

Llegué aquí gracias a alguien que ya no está. Y enseguida comencé a escribir en este mismo blog, con una audiencia de cero. Creí estar sacando artillería pesada… pero lo único que veía eran bolas de pasto digitales rodando. Estuve a punto de rendirme cuando comenzaron a aparecer algunos votos positivos en mis publicaciones.

¿Son reales?, me preguntaba, sin tener idea de cómo funcionaba nada.

Poco después descubrí y me uní al concurso Open Mic—que ahora continúa bajo el nombre Vibes. De repente, un video mío cantando una de mis canciones recibió un voto de @curie, y un número de más de $100 apareció al final de mi post. No lo podía creer, así que decidí mantenerme escéptico por el momento.

No gané esa ronda, aunque luego sí lo haría. Pero cuando llegó el pago de siete días, esos tokens líquidos cayeron en mi wallet sin ninguna fricción. ¿Puedo hacer dinero con esto?, pensé, aún sin confiar del todo.

Después de ver algunos tutoriales de @blocktrades y abrir una cuenta en Coinbase, logré hacer aparecer “dinero real” en mi banco. Y fue entonces cuando me di cuenta de que no entendía absolutamente nada sobre el dinero. ¿Quién me pagó? ¿Desde dónde? ¿Por qué lo harían? ¿Qué está pasando?

Mi hambre y curiosidad tomaron el control. Me devoré videos y leí todo lo que encontraba. Aprendí sobre Bitcoin y sus hijos problemáticos. Pero más importante aún, comencé a entender cuánto nos han jodido a los trabajadores todo este tiempo. Veía las cicatrices en mi propia piel.

Un nuevo vocabulario emergió en mi vida: inflación, soberanía, permissionless, trustless, descentralización. Seguro sonaba como un niño diciendo palabras grandes que aún no entendía bien, pero ahí estaba yo, tratando de explicárselo todo a mi esposa, con los ojos abiertos como platos ondos.

Y hoy, creo haber visto un poco de ese mismo fuego en mi amigo Jerson. Sentí su emoción, su mente corriendo con ideas. Le dije—y lo digo en serio—que es mi mejor alumno hasta ahora. ¿Por qué? Porque tiene el ingrediente esencial para sobrevivir en esta jungla llamada vida: hambre de conocimiento.

Comenzamos alrededor de las 9:30 AM y hablamos durante horas. Los porqués, los cómos, y todo lo demás. Después de sentir que lo había estado sermoneando demasiado, abrimos su cuenta de Binance, la verificamos, y le mostré qué tan "real" era todo esto.

A las 2:30 PM, aparte de mi estómago suplicando misericordia, me sentía como un millón de dólares. Jerson había hecho su primer trade, su primer retiro—y lo más importante, entendía cada paso.

Para celebrar, gasté $10.75 en su negocio, pasando por todos los pasos: crear una factura, generar un código QR, hacer el pago, y reclamar mi descuento con @distriator.

Después de salir del local de Jerson, manejé a casa y decidí cocinar una comida de celebración para mi esposa y para mí. Pero gracias a mi cabeza en las nubes, terminé con vegetales quemados e incomibles. Frustrado y aún con hambre de victorias, le pregunté a mi esposa si necesitábamos comprarle cigarrillos a su mamá. Ella asintió.

Así que fuimos a ver a @charlieripalda.

Como suele pasar en los pueblos pequeños, la única gasolinera del lugar—donde Charlie tiene su tienda—también vende bebidas, snacks y sí, cigarrillos. Compramos una caja entera de palos de cáncer y pagamos nuestra cuenta.

¿Con qué? Con HBD, por supuesto. Con nuestro token estable, una vez más.

Le mostré a @charlieripalda cómo había conseguido un descuento “mágico” en los cigarrillos, sin que saliera de su bolsillo. Incluso le mostré cómo había conseguido otro descuento en mi pan más temprano. Podía ver casi literalmente los engranajes girando en su cabeza.

Regresamos a casa, y la segunda ronda en la cocina fue un éxito. Improvisé, como siempre—pero es difícil fallar en sabor cuando mezclas cerdo con maní.

En fin, estoy agotado. No dormir hace eso con un hombre de mediana edad. Pero también siento que hoy gané alguna especie de carrera.

Sabes… no hay mejor sensación que saber que un hermoso amanecer está a minutos de distancia, y yo estoy justo aquí para presenciarlo.

MenO