Many of our mothers kept the first lock of hair cut from us for the first time in life, as a memento of that particular day. And well, I was no exception, only that in my case, in addition to the lock (which stayed in Venezuela when we emigrated) there were also beautiful photos and an anecdote that happened many years later.

My first son was a very docile and cheerful baby, when taking him to get his hair cut by my hairstylist of many years, he behaved wonderfully. He didn't cry and entertained himself for a long time looking at himself in the mirror while the barber did his job.

With such a wonderful first experience, we were pleased, thinking it would always be like that, only that at two years old, everything changed. His fear of hair clippers and even of the salons and hairdressers was distressing for us.

It was truly horrible for us to take him to a salon, so we opted to give him a buzz cut, so we wouldn't have to go back for a good while to subject him (and ourselves) to such torture.

For many years, people would ask if he was sick or had lice, because of how short his hair was, but after hearing my version of how we had to hold him between mom and dad so he would let us cut his hair, while he screamed and cried so much that he scared the other clients away, they ended up agreeing with me.

It was because of him that I had to learn a bit about hairdressing, to cut his hair at home, using scissors, but even so, I had to do some convincing beforehand to get him to cooperate. At some point, letting him play on the DS was a great help.

By the time he turned 13, there was no way he would let anyone, not even me, cut his hair. Now he simply wears it long, and in his own words, that's how he feels good about the image of himself that he sees in the mirror.

_{My son has forbidden me to take his current image, that's why the emoji!}

Muchas de nuestras madres guardaban el primer mechón de cabello que nos cortaron por primera vez en la vida, como recuerdo de ese día particular. Y pues, yo no fui la excepción, solo que en mi caso, además del mechón (que quedó en Venezuela cuando emigramos) también quedaron lindas fotos y una anécdota que sucedió muchos años después.

Mi primer hijo era un bebé super dócil y risueño, al momento de llevarlo a su corte de cabello con quien fuera mi estilista por muchos años, realmente se portó de maravillas. No lloró y se entretuvo un buen rato viendose al espejo, mientras el peluquero hacía lo suyo.

Ante esta primera vez tan maravillosa, quedamos complacidos pensando que siempre sería así, solo que a los dos años, todo el panorama cambió. Su temor hacia las máquinas para cortar cabello e inclusive hacia los locales y las peluqueras, fue desesperante.

Para nosotros realmente era horrible llevarlo a una peluquería y optabamos por pasarle la uno, de manera de no tener que volver por un buen tiempo a someterlo (y someternos) a semejante tortura.

Durante muchos años me llegaron a preguntar si estaba enfermo o si le había caído piojos, por lo corto que llevaba el cabello, pero luego de escuchar mi versión de cómo había que agarrarlo entre mamá y papá para que se dejara hacer el corte, mientras gritaba y lloraba tanto que espantaba a los demás clientes, me terminaban dando la razón.

Fue por él que tuve que aprender un poco de peluquería, para cortarle el cabello en casa, eso si, con tijeras, pero inclusive así debía realizar un trabajo previo de persuación para que se dejara. En algún momento dejarlo jugar en el DS fue de gran ayuda.

Ya cuando pisó los 13 años, no hubo manera de que se lo dejara cortar ni por mi, ni por nadie más. Ahora simplemente lo usa largo, y en sus palabras, así es que se siente bien con la imagen de si mismo que ve ante el espejo.

_{Mi hijo me tiene prohibido sacar su imagen actual, por eso el emoji!}

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Foto/Photo by: album familiar de @mamemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.