Cuando la sonrisa se ocultaba tras la timidez. Mi historia personal / When my smile was hidden behind shyness. My personal story

Yo... no sabía sonreír!

Mis recuerdos más remotos son de cuando tenía 3 ó 4 años, y era una niña risueña, bastante habladora y muy extrovertida. Pero luego de los 7 años, todo se cambió para el otro lado de la historia, en la cual estuve sumida muchos años.

A los 7 años, un incidente que implicó a una de mis tías que vivía con nosotros, la alejó de mi lado, y de cierto modo el miedo y la incertidumbre se mudaron a mi cabeza. Sin ánimo de dañar, la decisión de mis padres en muchos aspectos que tenían que ver directamente conmigo, afectaron en mucho mi personalidad, llevándome a ser una niña muy tímida e insegura, siguiendo esta situación hasta ya entrada a la adultez.

Artista IG @solrodriguezart. Ubicación Lomas de Zamora

Gracias a las constantes críticas de mi madre, siempre pensaba que mis dientes eran muy grandes, y la sola idea de exhibirlos me causaba asco, pues no era "proporcionada". Lo mismo pasaba con mi manera de caminar, pues yo no movía los brazos al compás de los pasos, y las vecinas criticaban que parecía un robot.

Escuchando solo cosas malas sobre mi, difícilmente me provocaba sonreír. En las fotos de mis graduaciones de secundaria y de universidad, los fotógrafos tuvieron que recurrir a ardides para lograr que sonriera en alguna de las fotos.

Esta incapacidad de demostrar mis sentimientos, ideas y emociones, me llevó a ser una chica exageradamente retraída. Recuerdo cuando a mis 20 años, en uno de mis primeros empleos, mi compañero en la sala de edición, decía que yo no sonreía porque era vegetariana, y el hecho de no comer carne me hacía ser amargada.

Y fue justo luego de ese trabajo, cuando entré como asistente de producción en un programa de humor, y aunque mi experiencia en él fue bastante agridulce, también fue una válvula de escape que en cierto modo me ayudó a desenterrar a esa niñita risueña.

Mi risa es bastante escandalosa, y eso le parecía atroz a mi madre, quien siempre tenía para mi una crítica y no un halago. Y luego de salir de ese trabajo en Radio Rochela sumida en una depresión y anorexia nerviosa, lo poco que había avanzado se perdió entre las miles de pastillas que estuve tomando por casi un lustro.

Recuperé la risa cuando me fui a vivir con mi mejor amiga por un tiempo, lejos de casa y de la influencia de una familia que entendía poco y nada todo el revoltijo que estaba en mi mente, pero me costaba demasiado solo sonreír, era literalmente doloroso, pues ello traía consigo una carga emocional tan negativa que prefería no hacerlo.

Parte de mis terapias con el psiquiatra tuvieron este tema como problema a resolver, y desde entonces digo que valió el esfuerzo de cada centavo invertido, cada viaje los sábados en la mañana en lugar de quedarme durmiendo un poco más.

Al formar mi propia familia, el padre de mis hijos, quien es un fotógrafo aficionado bastante insistente, me pedía sonreír cuando yo iba a salir en la foto, y aunque me molestaba que siempre hiciera una sonrisa fingida para que yo sonriera, esta práctica constante con el tiempo me hizo sentir cómoda con mis "dientes grandes" y se fueron disipando todos los pensamientos negativos que asociaba con el hecho de sonreír.

La sonrisa, en mi caso, no fue terapéutica durante mucho tiempo, era más bien asociada al dolor y el miedo. También evitaba verme al espejo, pues siempre veía algo que no me gustaba. Por ello, es importante que eduquemos a los hijos siendo conscientes de su valor, de manera que esos estímulos externos, como la sonrisa - por ejemplo- se asocien con los aspectos positivos que traen para la salud emocional y mental.

El cerebro, como todo músculo, es algo que podemos entrenar, por lo que siempre será mejor hacerlo para el bien, y si somos conscientes de los efectos positivos que trae el saber sonreír, ¡con más razón! Por eso, tomar como práctica diaria el sonreír, debería ser una de las primeras tareas en nuestra agenda diaria.

I... didn't know how to smile!

My earliest memories are from when I was 3 or 4 years old, and I was a cheerful, talkative, and very outgoing child. But after I turned 7, everything changed for the worse, and I was stuck in that situation for many years.

At age 7, an incident involving one of my aunts who lived with us took her away from me, and in a way, fear and uncertainty took root in my mind. Without meaning to cause harm, my parents' decisions in many aspects that directly affected me greatly impacted my personality, leading me to become a very shy and insecure child, a situation that continued into adulthood.

Artista IG @solrodriguezart. Ubicación Lomas de Zamora

Thanks to my mother's constant criticism, I always thought my teeth were too big, and the mere idea of showing them made me feel disgusted, as I was not “proportional.” The same thing happened with the way I walked, because I didn't move my arms in time with my steps, and the neighbors criticized me for looking like a robot.

Hearing only bad things about myself, it was difficult for me to smile. In my high school and college graduation photos, the photographers had to resort to tricks to get me to smile in some of the photos.

This inability to express my feelings, ideas, and emotions led me to become an overly withdrawn girl. I remember when I was 20, in one of my first jobs, my colleague in the editing room said that I didn't smile because I was a vegetarian, and that not eating meat made me bitter.

It was right after that job that I started working as a production assistant on a comedy show, and although my experience there was quite bittersweet, it was also an outlet that in a way helped me unearth that cheerful little girl.

My laugh is quite loud, and that seemed appalling to my mother, who always had criticism for me and never a compliment. And after leaving that job at Radio Rochela, mired in depression and anorexia nervosa, what little progress I had made was lost among the thousands of pills I was taking for almost five years.

I regained my laughter when I went to live with my best friend for a while, far from home and the influence of a family that understood little or nothing about the jumble that was in my mind, but it was too hard for me to just smile. It was literally painful, because it brought with it such a negative emotional burden that I preferred not to do it.

Part of my therapy with the psychiatrist focused on this issue as a problem to be solved, and since then I have said that it was worth every penny invested, every trip on Saturday mornings instead of staying in bed a little longer.

When I started my own family, the father of my children, who is a rather persistent amateur photographer, would ask me to smile when I was going to be in the picture, and although it bothered me that he always made a fake smile to make me smile, this constant practice eventually made me feel comfortable with my “big teeth” and all the negative thoughts I associated with smiling dissipated.

Smiling, in my case, was not therapeutic for a long time; it was more associated with pain and fear. I also avoided looking in the mirror, as I always saw something I didn't like. Therefore, it is important that we educate our children to be aware of their value, so that external stimuli, such as smiling, for example, are associated with the positive aspects they bring to emotional and mental health.

The brain, like any muscle, is something we can train, so it will always be better to do so for the good, and if we are aware of the positive effects of knowing how to smile, all the more reason! That is why making smiling a daily practice should be one of the first tasks on our daily agenda.


Invito a @doriangel y a @leidimarc a participar en esta iniciativa del mes.


Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated and formatted with Deepl

Posted Using INLEO



0
0
0.000
5 comments
avatar

Qué te puedo decir, alguna razón genética te dio esos dientes tan grandes, pero no tanto como para que te comerás a la abuela.
Tú risa franca me parece contagiosa y la verdad, la verdad no asustas, ni cuándo te pones la barba.

Un abrazo fuerte y suerte, pero de la buena.

0
0
0.000
avatar

Ese tema de mi relación madre-hija fue algo que me persiguió casi toda la vida. ¿Puedes creer que ella decía eso de mis dientes, cuando ella no tiene ninguno? Son karmas familiares que me ha tocado sanar a mi, y antes de hacerlo consciente fue muy doloroso.
La barba no asusta, me parece divertida, pero necesito un jabón que no me la borre! jajaja

0
0
0.000
avatar

😘 Será un jaboncillo de sastre que te la pinte blanca cómo la del jabonero. Ja, ja.
Creo qué las generaciones pasadas nos dejaron algunas herencias indeseables, pero hicieron lo mejor, sólo también traían sus traumas y creencias grabadas.
Honrrarlos es romper la secuencia y librar a nuestra hijos.

Buena suerte.

0
0
0.000
avatar

Hola amiga, que lástima este tipo de comentarios de las personas que se supone tienen que reforzar la confianza en uno mismo, ademas de todo lo que tuviste que pasar.

Gracias a Dios ahora eres hasta comediante, prácticamente y ademas tienes una dentadura bella, peor es estar sin dientes y muchas veces igual hay que sonreír le a la vida.

0
0
0.000
avatar

Pues si, son cosas que se van superando en la vida. En cuanto a lo de ser comediante, creo que es una válvula de escape, pues yo que tuve la oportunidad de trabajar con algunos, la verdad es que sus historias personales eran bastante tristes.

0
0
0.000