50-cent shenanigans / Travesuras de 50 centavos


Ahmed ツ - Pexels

When we are children, living full of confidence that there will always be someone to take care of us, fear is not something we know directly, so we venture into anything without measuring the danger.

Now that I am a mother, I imagine such a feat and I get goosebumps at the thought that one of my children might do a prank like the one I came up with when I was 9 years old. Of course, it was a different time, somewhat less violent, but danger is always around the corner.

I was in fifth grade when I begged my mother to take me out of the school bus to go to and from school alone. I had to walk a couple of blocks to the bus stop and take a bus that dropped me off a couple more blocks from the school.

My mom accompanied me to the stop in the mornings, and then I left with the confidence that I would arrive safely and on time for my classes. Later, at dismissal time, I went with my group of friends to the stop and we all got on the bus.

We paid 50 cents, and the drivers sometimes complained about it, as the government apparently did not reimburse them the difference, but that was out of our control, we just needed to get back home!

One day, one of my classmates told me that we could walk, that although the distance was long, she had found a shortcut that would make us arrive faster than the bus itself. That way we would save the 50 cents, and with that, at the end of the week, we would treat ourselves to a feast in the school cafeteria.


Kimdaejeung - Pixabay

The plan seemed perfect to me! Although my dad always gave me money for snacks, having 2.5 bolívares on Fridays meant that I could buy sweets for the weekend. I didn't see any downside to all of that.

So the next day, I said goodbye to the rest of the girls, and my friend and I took the opposite path to take the shortcut. They were stairs that crossed the mountain and took us to the top, and then we went down other stairs to reach the city center. From there to home, it was about 5 blocks to my house.

I remember arriving tired, but without raising any suspicions with my mother. In my mind, it had been a total success!

After that, every day we came together through the shortcut. My friend would go as far as the second set of stairs, as her house was closer, and I would continue alone. It was very common to see boys and girls in elementary school uniforms walking through the city center, so I felt confident that nothing could happen to me.

One day, I had to buy an exam sheet, and I had spent all the snack money, so confidently I used the 50 cents for the bus fare that I was given at home to pay for it, only my friend told me she wouldn't take the shortcut, and in the middle of the dilemma I told myself, well, I'll go alone.

I was a little scared, but since we had been doing the same thing for a while, I knew I wouldn't get lost. So I arrived home as if nothing had happened, only a while later, a friend of my mother's visited, and in the middle of their conversation, she tells my mother that she saw me walking in an area that was not the route from the stop to my house.


Priscilla Du Preez - Unsplash

Of course, my mother, upset, called me to ask what I was doing in another place. And as I'm not good at lying (I can do it, but I always get caught!), I confessed my new routine.

Both women (my mom and her friend) scolded me for such a feat, especially when Cristina, the friend, tells her that that area is very lonely and somewhat dangerous.

I had lost the trust that my mother had placed in me, and I really felt that instead of making me more independent, it put me in the eye of those who commit a crime.

After that, my mother only let me go out alone, but she started looking for me at noon. I don't remember how many times she made me apologize, and I even stopped talking to the girl who had made me disobey her.

I learned that mischief should not compromise my physical or emotional integrity. And after some time, she let me return home alone, and she waited for me at the bus stop to make sure I did it the regular way.


Min An - Pexels

As an adult, I also did other things that my mother did not approve of, but she had confidence in me, and with a phone call to check in, I gave her the necessary peace of mind.

My mischievous behavior after that experience was less compromising, but it did not break my essence of being untamed. Perhaps it was the preparation for being the adventurous woman who has traveled and visited several countries on her own.

Cuando somos niños y vivimos llenos de confianza de que siempre habrá quien nos cuide, el temor no es algo que conozcamos directamente, así que nos aventuramos a cualquier cosa sin medir el peligro.

Justo ahora que soy madre, imagino semejante hazaña y se me pone la piel de gallina el hecho de pensar que alguno de mis hijos haga una travesura como la que se me ocurrió hacer a mi, cuando tenía 9 años. Por supuesto, eran otros tiempos, un tanto menos violentos, pero el peligro siempre está a la vuelta de la esquina.

Estaba en quinto grado de primaria, cuando le supliqué a mi madre que me sacara del transporte escolar para ir y venir sola a la escuela. Debía caminar un par de cuadras hasta la parada y toma un colectivo que me dejaba a otro par de cuadras de la institución.

Mi mamá me acompañaba a la parada en las mañanas, y luego yo me iba con la confianza de que iba a llegar bien y a tiempo para mis clases. Ya luego, a la hora de salida, me iba con mi grupo de amigas a la parada y nos montábamos todas hasta llenar el colectivo.

Pagábamos 50 centavos, y los choferes a veces se quejaban por ello, ya que el gobierno de turno al parecer no les cancelaba la diferencia, pero eso escapaba de nuestras manos, solo necesitabamos que nos devolvieran a casa!

Un día, una de mis compañeras me dice que podíamos irnos caminando, que aunque la distancia era larga, ella había encontrado un atajo que hacía que llegaramos más rápido que el mismo colectivo. De esa manera nos ahorraríamos los 50 centavos, y con ello, al final de la semana, nos daríamos un festín en la cantina de la escuela.


Kimdaejeung - Pixabay

A mi, el plan me parecía perfecto! Aunque mi papá siempre me daba dinero para la merienda, el tener 2,5 bolívares los viernes, implicaba que podría comprar golosinas para el fin de semana. En todo eso no le veía ningún punto en contra.

Así que al día siguiente, me despedí del resto de las niñas, y mi amiga y yo agarramos camino contrario para irnos por el atajo. Eran unas escaleras que cruzaban la montaña y nos llevaban hasta la cima, para luego volver a bajar otras escaleras y llegar al centro de la ciudad. De ahí a casa eran unas 5 cuadras hasta mi casa.

Recuerdo haber llegado cansada, pero sin levantar ningún tipo de sospechas ante mi madre. En mi mente, había sido éxito total!

Después de eso, todos los días nos veníamos juntas por el atajo. Mi amiga llegaba hasta las segundas escaleras, pues su casa quedaba más cerca, y yo emprendía sola el resto del viaje. Era muy común ver a niños y niñas con uniformes de primaria caminando por el centro, por lo que me sentía confiada en que nada podría pasarme.

Un día, tocó comprar una hoja de examen, y yo había gastado todo el dinero de la merienda, así que confiada usé los 50 centavos del pasaje que me daban en casa para pagarla, solo que mi amiga me dice que no se irá por el atajo, y en medio del dilema me dije, pues me iré sola.

Me daba un poco de temor, pero como teníamos tiempo haciendo lo mismo, sabía que no me iba a perder. Así que llegué a casa como si nada, solo que un rato después, una amiga de mi madre llegó de visita, y en medio de su conversación, le dice que me vió caminando por una zona que no era la vía desde la parada a mi casa.


Priscilla Du Preez - Unsplash

Por supuesto, mi madre, contrariada me llama para preguntarme qué hacía yo en otro lugar. Y como no se me da ser mentirosa (lo puedo hacer, pero yo misma me descubro!) confesé mi nueva rutina.

Ambas mujeres (mi mamá y su amiga) espantadas me regañaron por semejante hazaña, sobre todo cuando Cristina, la amiga, le dice que esa zona es muy solitaria y un tanto peligrosa.

Había perdido la confianza que mi madre puso en mi, y realmente sentí que en lugar de hacerme más independiente, me puso en el ojo de quienes cometen un crimen.

Luego de eso, mi madre solo me dejaba ir sola, pero empezó a buscarme al mediodía. No recuerdo cuantas veces me hizo pedirle perdón, y hasta dejé de hablarle a la niña que me había hecho desobedecerla.

Aprendí que las travesuras no deben comprometer mi integridad fisica ni emocional. Y ya luego de un tiempo me dejó volver a casa sola, y me esperaba en la parada, para asegurarse que lo hiciera por la vía regular.


Min An - Pexels

Ya de grande, también hice otras cosas que mi madre no aprobaba, pero tenía la confianza de ella, y con una llamada para reportarme, le daba la tranquilidad necesaria.

Mis travesuras luego de esa experiencia fueron menos comprometedoras, pero eso no quebrantó mi esencia de ser indomable. Quizás fue la preparación para ser la mujer aventurera que ha viajado y conocido varios países por su cuenta.


Foto/Photo by: Ahmed ツ and Min An (Pexels), Priscilla Du Preez (Unsplash) & Kimdaejeung (Pixabay)
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.

Posted Using InLeo Alpha



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4 comments
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Ajha Indomable Gran definición.

La verdad que fueron travesuras muy atrevidas y por suerte, no paso nada malo. Eso sí, quedaron en tu memoria para siempre y es parte, de lo que hoy sois.

Saludos.

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La recuerdo como si fuera ayer y de estar allá, de seguro podría ir y hacer la misma ruta, aunque en estos tiempos si me daría terror

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Bravo @mamaemigrante.
Te leo y despiertas recuerdos.
Con 12 y recién llegado a Caracas, tome un autobús con mi primo que tampoco conocía la ciudad y terminamos perdidos en el barrio La Vega. Optamos por caminar y aunque nos tomó horas llegar a la avenida, no nos molestaron, a pesar de la apariencia tan distinta y lo perdidos que andábamos.
Otros tiempos, el pasaje costaba 0,25 y cuando podíamos nos montábamos sin pagar por la puerta de atrás. Y con ese medio real, al día siguiente me podía desayunar un cachito adicional.

Un abrazo y mis mejores deseos.

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