Urban Explorations: The sweet bitterness and first taste of Coca Cola/ La dulce amargura y el primer sabor de Coca Cola [ ENG-ESP]

Few people know that the humble and remote land of Aguacate is linked to one of the most popular beverages: Coca Cola. The story begins with a wit (of which I have already spoken briefly in other posts).

The central Rosario was the heart of the economic life of this region. At the beginning of the 20th century it was already a center of high quality sugar production. The excellence was not only in the manufacturing process of the product, but also in the variety of the grass grown and in the humid and cold microclimate of the area. The low temperatures enhanced the concentration of the sweetness of the cane, of a crystalline variety. Word of its high value spread quickly and proposals for commercial consortiums began to appear.

Coca Cola wasted no time and sealed a deal to purchase the annual productions and thus guarantee the distinction in sugars that marked the taste of the beloved beverage, although not before bidding in battle against Mr. Hersey, a businessman with a high prestige and power in the confectionery industry; yes, the same one who gave his name to those chocolates that I believe we have all tasted at some time or another.

And I briefly refer to this story to round up the main message of this post, which is less sweet because it is more nostalgic.

Nostalgia also has traces of bitterness. After years of industrial exploitation, the mill underwent a process of renovation of its machinery, changed its name and over time its popularity waned despite its excellent response to demand. When it was decided to massively close the industries, part of a terrible economic sustainability strategy, the tradition of the town's honey masters died and, of course, the town began to experience a process of gradual and progressive decadence. The smell of sugar, which once perfumed the atmosphere, dissipated with time. The old tower remains in our memory as a symbol of resistance.

How not to feel that pang in the soul at the sight of so much decadence? How not to evoke the past splendor? How to ignore the old tower that day by day is a decrepit giant in the landscape refusing to die? At what point was the vision of prosperity, the commitment to tradition, the roots, lost?

A week ago I was with my young children on a tour of these sites of the town that define us. I don't want them to stop knowing their surroundings, I don't want them to ignore the past to which we owe respect, I don't want them to be rootless and ignorant beings.

When we arrived at the ruins of El Rosario (later Villena Industrial Complex) my children were amazed after the personal encounter with this space and there I told them what I share with them today. Then I managed to provoke their eagerness to learn and they themselves began to explore as far as the safety barriers would allow them to go.

So they approached the big rusty silos. They were close to the tower and its hydraulic system, the remains of which are still exposed to the elements; they discovered its interior refractory lining with a glance from a distance and, above all, they admired the majesty that still supports it.

When we were returning home, my daughter, the eldest of my little ones, said something with innocent wisdom: And to think that Coca Cola grew in this town. Then, melancholy and satisfied for having fulfilled one of my objectives for this adventure, I stroked her head, before she went off to race with her brother Lucas.

Until another adventure among living memories and traces of the past.

I invite you to visit the project DRIP - WITNESS NODE - BPUD

Support the witness and vote for TheBbhProject! Project carried out by @bradleyarrow

Pocos saben que la humilde y apartada tierra de Aguacate está ligada a una de las bebidas más populares: Coca Cola. La historia comienza con un ingenio (del cual ya he hablado someramente en otros post).

El central Rosario fue el corazón de la vida económica de esta región. A principios del siglo XX ya era un centro productor de azúcar de gran calidad. La excelencia estaba, no solo en el proceso de fabricación del producto, sino en la variedad de la gramínea que se cultivaba y en el microclima húmedo y frío de la zona. Las bajas temperaturas potenciaban la concentración de la dulzura de la caña, de variedad cristalina. Rápidamente la voz de su alto valor se corrió y comenzaron a aparecer propuestas para consorcios comerciales.

Coca Cola no perdió tiempo y selló un trato para la compra de las producciones anuales y así garantizar la distinción en los azúcares que marcaban el sabor de la gustada bebida aunque no sin antes pujar en batalla contra Mr. Hersey, empresario con un alto prestigio y poder en la industria confitera; sí, el mismo que le dio nombre a esos chocolates que creo que todos hemos probado alguna vez.

Y refiero brevemente esta historia para redondear el mensaje principal de este post que es menos dulce por cuanto es más nostálgico.

La nostalgia también tiene rastros de amargura. Tras años de explotación industrial el ingenio pasó por un proceso de renovación de su maquinaria, cambió su nombre y la popularidad con el tiempo fue mermando a pesar de contar con una excelente respuesta a la demanda. Cuando se decidió el cierre masivo de las industrias, parte de una pésima estrategia de sostenibilidad económica, murió la tradición de los maestros de las mieles del poblado y, por supuesto el pueblo comenzó a experimentar un proceso de decadencia gradual y progresiva. Los olores del azúcar, que antes perfumaron el ambiente, fueron disipándose con el tiempo. Para el recuerdo queda la vieja torre como un símbolo de resistencia.

¿Cómo no sentir esa punzada en el alma al ver tanta decadencia? ¿Cómo no evocar el esplendor pasado? ¿Cómo ignorar a la antigua torre que día a día es un gigante decrépito en el paisaje negándose a morir? ¿En qué momento se perdió la visión de prosperidad, el compromiso con la tradición, la raíz?

Hace una semana estuve con mis pequeños hijos en un recorrido por estos sitios del pueblo que nos definen. No quiero que ellos dejen de conocer su entorno, no quiero que ignoren el pasado al cual debemos respeto, no quiero que sean seres desarraigados e ignorantes. Cuando llegamos a las ruinas del Rosario (luego Complejo Industrial Villena) mis hijos estaban maravillados tras el encuentro personal con este espacio y allí les conté esto que les comparto hoy.

Entonces conseguí provocar su avidez por conocer y ellos mismos se lanzaron a explorar hasta donde las barreras de seguridad les permitieron llegar.
Así se acercaron a los grandes silos oxidados. Estuvieron cerca de la torre y su sistema hidráulico del que aún quedan restos expuestos a la intemperie; descubrieron su recubrimiento refractario interior con una ojeada desde la distancia y, sobre todo, admiraron la majestad que aún le sostiene.

Cuando regresábamos a casa, mi hija, la mayor de mis pequeños, dijo algo con sabiduría inocente: Y pensar que en este pueblo creció la Coca Cola. Entonces, melancólica y satisfecha por haber cumplido con uno de mis objetivos para esta aventura, le acaricié la cabeza, antes que se lanzara a la carrera con su hermano Lucas.

Hasta otra aventura entre memorias vivas y trazas del pasado.

I invite you to visit the project DRIP - WITNESS NODE - BPUD

Support the witness and vote for TheBbhProject! Project carried out by @bradleyarrow