Hello, friends of #Freewriters.

Lately, I have seen childhood's time running increasingly separated from spontaneous fantasy and books. There is a risk that our children will lose touch with purity and innocence in an increasingly mediated world. Thinking about these reasons and the reality of my two young children, the idea arose to write a story where fantasy, magic, and poetry take place, and I aim to imbue their ability to be amazed with these codes. This is how my novel project The Lighthouse of Miracles' originated, of which I share a brief excerpt today, hoping to receive your thoughts and contributions.

On the warm night when the sacred Egg of Light began to crack, it was quite hot, at least inside the new and tall Lighthouse. Outside, the temperature remained cool due to the full moon. But the Ancients had been vigilantly aware for a long time, ensuring that the atmosphere in the Murano lamp was appropriate for the hatching because that day was the one marked for the awaited birth.

When the girl, with her abundant and tangled hair so bright that it blended with rays of sunlight, finally broke the shell, the remnants of the ancient Egg turned to dust. Due to a chemical phenomenon difficult to explain, from the dust imbued with the radiance of Naná emerged thousands and thousands of luminous insects that filled the lamp with impertinence. Some stayed there by the large fountain, while many others went to populate the little streets of Lychnos where the little lamps would never have to turn off.

Naná, with her wide plate-like eyes, as if she wanted to learn the world at a glance, was born with a question: - Who am I? And the Ancient Beings, who were given to telling, but not stories, rather arithmetic accounts, did what they could to explain to her. They said that she was the Spirit of the Purest Light, that no one knew where she came from, where she would go, or why, but that her purpose was to keep alive the Lighthouse… They also said that the famous Egg had been in the world since times before memory and that this, surely, made it very special.

Naná, with her eyes downcast, like someone who believes and doesn’t believe, began a thorough inspection of herself. She discovered her five-fingered hands that added up to two, her feet with the same count, two eyes, ears, a nose, and a mouth, two very flexible knees for when she wanted to jump, a head with tousled hair and a iridescent tutu dress, made of a fine fabric called muslin that adorned her figure. She kept examining herself for a long time until she knew what she had to say about herself and communicated her conclusion to everyone: —I am just a girl!

With that certainty in mind, Naná spent hours gazing into the distance from the Lighthouse, drowsy in her glass limbo, with a thousand and one unanswered questions and a bunch of nightglow creatures flying around her, waiting for another good night, the one of answers, and it arrived early.

Absorbed, Naná went on remembering these things, with an uncomfortable sensation poking her between the ribs that was not fear, although it could be confused; it was more the anguish of not knowing. What awaits a little girl? — she thought, and little by little she fell asleep curled up in the maternal lap of the Lunanueva, with the 'I don't know' on the surface of her skin.

—She is just a little girl; she shouldn't know— thought Mr. Ears, watching over a dream that would also fade away at some point.

I hope you find it pleasant.

We will meet soon.

Until then, I'm sending you hugs of light.

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Hola, amigos de #Freewriters.

Últimamente he visto correr el tiempo de la infancia cada vez más separado de la fantasía espontánea y de los libros. Existe el riesgo de que nuestros niños pierdan el contacto con la pureza y la ingenuidad en un mundo cada vez más madiatizado. Pensando en estas razones y en la propia realidad de mis dos hijos pequeños, surgió la idea de escribirl una historia donde la fantasía, la magia, la poesía, tengan lugar y pretendo impregnar de estos códigos su capacidad de asombro. Así surgió mi proyecto de novela El Faro de los Milagros de la cual hoy les comparto un breve fragmento, en espera de recibir sus consideraciones y aportes.

La buena noche en que el sagrado Huevo de Luz comenzó a agrietarse hizo mucho calor, al menos dentro del nuevo y alto Faro. Afuera la temperatura se mantuvo fresca a causa del plenilunio. Pero los Antiguos permanecieron mucho tiempo antes en vigilia, al tanto de que el ambiente en la lámpara de murano fuera el adecuado para la eclosión pues ese día era el marcado para el esperado nacimiento.

Cuando la niña, de cabellos abundantes y enmarañados tan brillantes que se confundían con rayos de sol, rompió el cascarón al fin, los restos del milenario Huevo se hicieron polvo. Por un fenómeno químico de difícil explicación, del polvo impregnado del fulgor de Naná salieron miles y miles de insectos luminosos que llenaron la lámpara con impertinencia. Unos se quedaron ahí junto a la fuente grande, otros muchos se fueron a poblar las callecitas de Lychnos donde las lamparitas no se tendrían que apagar jamás.

Naná con sus ojos de plato muy abiertos, como quien quiere aprenderse el mundo de un vistazo, nació con una pregunta:- ¿Quién soy? Y los Antiguos Seres que eran dados a contar, pero no historias sino cuentas aritméticas, hicieron lo que pudieron para poderle explicar. Dijeron que ella era el Espíritu de la Luz más Pura, que nadie sabía de dónde venía, a dónde iría o por qué, sino que lo suyo era mantener vivo al Faro…Dijeron también que el famoso Huevo estaba en el mundo desde los tiempos de antes de la memoria y que eso, de seguro, le hacía muy especial.

Naná con sus ojos agachados, como de quien cree y no cree, inició una completa inspección de sí misma. Descubrió sus manos de cinco dedos que sumaban dos, sus pies con igual cuenta, dos ojos, orejas, una nariz y una boca, dos rodillas muy flexibles para cuando quisiera saltar, una cabeza de melena despeinada y un vestido tutú tornasol, de una tela fina que se llamaba muselina y le adornaba la figura. Siguió estudiándose por largo rato hasta que supo lo que debía de sí misma y a todos les comunicó su conclusión:—¡Yo sólo soy una niña!

Con esa certeza en mente Naná pasaba las horas mirando a lo lejos desde el Faro, adormecida en su limbo de cristal, con mil y una preguntas sin respuestas y un montón de noctilucas que volaban a su alrededor, esperando otra buena noche, la de las respuestas, y esa temprano llegó.

Absorta iba Naná recordando estas cosas, con una incómoda sensación que le hincaba entre las costillas y que no era miedo, aunque se le podía confundir; era más angustia de no saber. ¿Qué le esperará a una niña?- pensó y poco a poco se fue quedando dormida acurrucada en el regazo maternal de la Lunanueva, con los “no sé” a flor de piel.

—Ella sólo es una niña, no tendría que saber—pensaba el Señor Orejas velando un sueño que en algún momento se habría de borrar también.

Ojalá que les resulte agradable.

Nos encontramos pronto

Hasta entonces, les envío abrazos de luz.

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