Casa de las Américas nos abrió sus puertas

En el marco de esta trigésimo segunda (32) edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, como cada año aconteció el Encuentro de Escritores de Iberoamérica, del 19 al 23 de febrero. Un espacio muy provechoso para intercambiar saberes, cultura y sobre todo buena literatura. Tuve el gusto tremendo de formar parte una vez más de los escritores y escritoras participantes, invitados por parte del equipo de coordinación perteneciente a La Casa de la Poesía de La Habana, quienes también estuvieron a cargo del Festival de Promotores de la Poesía, que aconteció días antes, del 15 al 17 de febrero y en el cual también tuve la oportunidad de participar.

Fueron jornadas realmente provechosas, en las que no faltó oportunidad para intercambiar con amigos entrañables y colegas que hacía algún tiempo no veía. Marco preciso para descubrir jóvenes talentos, nuevas voces poéticas y narrativas con interesantes visiones de la panorámica literaria actual. Pero, ya habrá espacio para compartirles algunos post reseñando momentos específicos de relevante importancia, por lo pronto, hoy me gustaría hacerles la reseña de lo que aconteció en el recital de poesía inaugural del Encuentro de Escritores de iberoamericana en la Casa de la Poesía. Fue realmente un honor y un placer tremendo para todos los que participamos el haber leído nuestros textos en semejante lugar, tan reconocido y distinguido en la cultura latinoamericana.

Hilvanar mis versos al rededor de las sirenas en el árbol de la vida, ubicado en la sala principal de Casa de las Américas, se sintió bien, firme.

Por segunda vez tuvimos la oportunidad de escuchar al grupo Sendero Sonoro, venidos desde el Sur de Chile, con una cumbia fusionada y bien pegajosa, que nos puso a mover la cintura. Que ricooooo!!! Era todo cuanto gritaba mi cerebro al escucharlos. Fue hermoso ver a todos aquellos escritores dejándose llevar al compás de la música.

Casa de las Américas recibió nuestro abrazo con este buen arte. Sé de la felicidad que nos sobrecogió a todos esa tarde. Hacía mucho frío, pero, tanto baile nos entró en calor.
Quedo muy agradecida por tanta belleza, por tanta buena vibra y los abrazos de amigos que comparten mi misma sensibilidad por la literatura.

Todas las imágenes son de mi propiedad.