Corcel indomable ~ Iniciativa #38 Nuestro Insólito Universo [Esp/Eng]

Fuente PIXABAY

[ESP]

Hola a todos en esta comunidad @holos-lotus, hoy quiero participar en la iniciativa #38 de Esa Vida Nuestra de @charjaim, Nuestro Insólito Universo. Realmente es muy interesante este tema de como las personas son capaces de hacer lo impensable en situaciones extremas y son muy interesantes los relatos que han compartido. Quiero agradecerle a @vladimirmf por invitarme y poder contarles aquí una pequeña historia que me sucedió hace ya muchos años.

Por allá por el 2008 cuando apenas tenía 7 años, a punto de cumplir los 8, existían en mi pueblo unas fiestas colectivas conocidas como Carnavales, aunque no le hicieran justicia al nombre. No eran fiestas muy glamurosas ni exuberantes, más bien cosas sencillas, música, juegos para los niños y, sobretodo, mucha comida. Yo ansiaba cada año que el verano trajera consigo esta festividad, principalmente por una atracción en particular. No se trataba ni de una montaña rusa ni los carros de choque, lo típico que cualquier niño deseaba. Para mi el momento más emocionante era el paseo en pony.

Mi abuelo tenía caballos y siempre me subía con él, pero la experiencia del pony era mucho más atractiva para mí, esa sensación de ir sola, libre, segura e independiente, aun cuando guiaban al pequeño animal con una correa cerca de los demás. Pero aun así, era mi momento de sentirme grande y confiada, lo había hecho mil veces, ya sabía todo lo necesario, o eso pensaba.

Ese año en particular ocurrió algo inesperado. No eran los mismos ponys de siempre, y uno de ellos además no parecía un pony a ciencia cierta. Era más grande que los demás, como un punto intermedio entre pony y caballo, pero de un hermoso tono café y con la crin reluciente. El señor que cuidaba de ellos indicó que subiera a este, puesto que el resto de niños eran incluso más pequeños que yo. Mis padres confiaron en mi previa experiencia montando y me motivaron a que yo podía con esta aventura, lo cual me dio ánimos para sobreponerme al miedo que me estaba surgiendo y seguir adelante con el paseo.

Yo iba segura, a paso ligero, todo marchaba bien. Sin embargo no se esperaban que el señor del paseo estuviera más pendiente del resto de niños y que me dejara bastante más libre de lo que debería. Unos momentos más tarde una motocicleta pasó junto a nosotros haciendo un ruido estruendoso que alteró a todos los animales, y el mío por encontrarse libre comenzó a correr despavorido por el susto.

En ese momento entré en pánico, me sujeté con fuerza a las riendas e hice el intento de frenarlo pero mi escasa fuerza no era suficiente para tranquilizar al animal. Tras de mi todos los adultos corrieron a mi ayuda pero no alcanzaba el tiempo, tenía que actuar con rapidez. Por mi cabeza pasaban mil y un pensamientos, y prácticamente ninguno bueno, el suelo estaba tan lejos, el animal tan grande, ¿qué hacer?

En cuestión de segundo reaccioné y comencé a deslizarme suavemente al costado del animal, aun sujeta de las riendas, hasta que estuve lo suficientemente cerca como para casi tocar el suelo, y me dejé caer. Recordé una enseñanza de mi padre sobre como caer cuando vas en movimiento, y el momento que toqué la calle comencé a caminar hacia adelante y logré por los pelos no lastimarme. Mis padres llegaron corriendo al instante, ya me habían alcanzado prácticamente pero yo no lo había notado, si no creo que no hubiera reaccionado así. El animal continuó su carrera hasta que alguien lo alcanzó, la verdad ni siquiera presté atención a esa parte.

Hoy, 17 años después puedo decir que nunca más me he montado en un pony y menos en un caballo, fundamentalmente porque no se ha dado la ocasión pero tampoco la estoy buscando. Esta es la historia tal y como la recuerdo, espero que os guste.

Muchas gracias por llegar hasta aquí, me gustaría invitar a @inela91 y @luismiguel90 a participar y contarnos sus experiencias.

Fuente PIXABAY

[ENG]

Hello everyone in this @holos-lotus community, today I want to participate in initiative #38 of Esa Vida Nuestra (That Life of Ours) by @charjaim, Our Unusual Universe. This topic of how people are capable of doing the unthinkable in extreme situations is truly fascinating, and the stories shared are very interesting. I want to thank @vladimirmf for inviting me and allowing me to share a short story that happened to me many years ago.

Back in 2008, when I was just 7 years old, about to turn 8, there were community celebrations in my town known as Carnival, although they didn't quite live up to the name. They weren't glamorous or extravagant celebrations, more like simple things: music, games for the children, and, above all, lots of food. Every year I eagerly awaited the arrival of summer for this festival, mainly because of one particular attraction. It wasn't a roller coaster or bumper cars, the typical things any kid would want. For me, the most exciting moment was the pony ride.

My grandfather had horses, and I always rode them, but the pony experience was much more appealing to me—that feeling of being alone, free, safe, and independent, even though they were leading the little animal on a lead near the others. But still, it was my time to feel grown-up and confident. I had done it a thousand times; I knew everything I needed to know, or so I thought.

That particular year, something unexpected happened. They weren't the same ponies as always, and one of them didn't really look like a pony at all. It was bigger than the others, somewhere between a pony and a horse, but a beautiful shade of brown with a shimmering mane. The man who looked after them told me to get on it, since the other children were even smaller than me. My parents trusted my previous riding experience and encouraged me, saying I could handle this adventure, which gave me the courage to overcome the fear that was creeping in and continue the ride.

I was walking confidently, at a brisk pace, everything was going well. However, they hadn't expected the man on the promenade to be more focused on the other children and to let me roam much more freely than I should have. A few moments later, a motorcycle sped past us, making a deafening noise that startled all the animals, and mine, feeling free, began to run wildly from the fright. At that moment, I panicked. I gripped the reins tightly and tried to stop him, but my limited strength wasn't enough to calm the animal. All the adults rushed to my aid, but there wasn't enough time; I had to act quickly. A thousand and one thoughts raced through my mind, practically none of them good. The ground was so far away, the animal so big—what should I do?

In a matter of seconds, I reacted and began to gently slide alongside the animal, still holding onto the reins, until I was close enough to almost touch the ground, and then I let go. I remembered something my father had taught me about how to fall while moving, and the moment I hit the street, I started walking forward and narrowly avoided injury. My parents came running instantly; they had practically caught up with me, but I hadn't noticed. Otherwise, I don't think I would have reacted that way. The animal continued its run until someone caught up with it; honestly, I didn't even pay attention to that part. Today, 17 years later, I can say that I have never ridden a pony again, much less a horse, mainly because the opportunity hasn't arisen, but I'm not looking for it either.This is the story as I remember it; I hope you enjoy it.

Thank you so much for reading this far. I would like to invite @inela91 and @luismiguel90 to participate and share their experiences.

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TRADUCCIÓN CON DEEPL.COM

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