Who Will Save the Children [EN/ES]

With deep sadness and secondhand shame, I must confess that in my country, despite the existence of a Ministry of Children and Adolescents, there are no Child Protection Services. All government spending is limited to paying high salaries to the officials of this Ministry, which has no real function.

Additionally, there are Prosecutor’s Offices specializing in child protection, which almost never act on their own initiative and only react when a case becomes widely publicized.

In a country that self-identifies as Pro-Life and Pro-Family, children suffer from complete defenselessness and are left to their fate.

If they are fortunate enough to be born into a family with good values and economic resources, they are very lucky. But even then, this does not guarantee their safety.

Since the 1980s, Paraguayan family society has begun to crumble, with rural-to-urban migration being one of the most significant factors. Farming families, displaced due to the failure of agrarian reform and the lack of essential services, settled in the capital, in areas known as Bañados—flood-prone zones near the Paraguay River that are technically public land.

The lack of education and job opportunities created a caste of marginalized individuals, who lived off charity at best, and crime at worst.

Thus, several generations of “street children” have suffered from state neglect—without opportunities, without a future—trapped in a downward spiral that condemned them further into a life of misery.

The government never assisted street children, nor does it have a system to protect children living in abusive households. The level of child sexual abuse is alarming, with hundreds of cases involving pregnant girls—who, beyond the trauma of the abuse, must carry their pregnancies to term and raise their children, as the National Adoption System fails them as well.

Couples desperate to adopt must wait for years for a chance, even though homeless children are the most abundant population in the country. Bureaucracy drives more daring couples to “buy” babies and register them as their biological children.

The tragic reality is that no one truly cares about children's well-being. Even NGOs working in this area do so merely to produce good-looking reports, without actually changing reality.

For example, I worked at Plan International Paraguay, and I was disgusted by how donor budgets were executed. The majority of the funds went toward salaries. My supervisor, who held a mid-level position, earned over five times the minimum wage per month, plus paid travel expenses. Imagine how much her higher-ups earned!

What remained was spent on visibility initiatives and employee meals, with only a fraction going to the families supposedly receiving aid—who, absurdly, were middle-class families. None of them were anywhere near the poverty line, let alone extreme poverty.

That is why I feel sickened by the system, which never truly helps those in real need. And when it does offer assistance, it is neither long-term nor even medium-term.

The only exception to the rule, according to what I have been told (which leaves me only with the hope that it is true), is SOS Children's Villages. Their model consists of family-like units led by substitute mothers who care for vulnerable children in a home environment. Each mother raises a group of children under her care, and I have heard success stories of children who grew up to be happy and productive adults. I hope this is the case.*

Con profunda tristeza y vergüenza ajena, debo confesar que en mi país, a pesar de existir un Ministerio de La Niñez y Adolescencia, no existen Servicios de Protección Infantil. Todo el gasto que realiza el Estado se limita a pagar altos salarios a los funcionarios de este Ministerio que no tiene funciones.

Además existen Fiscalías especializadas en la Niñez, que casi nunca actúan de oficio, y solo reaccionan cuando un caso se hace mediático.

En un país que se autodenomina Pro Vida y Pro Familia, los niños sufren una completa indefensión, y están librados a su suerte.

Si tienen la buena estrella de nacer en una familia buena en valores y recursos económicos, son muy afortunados, pero igualmente eso no les asegura estar a salvo.

Desde los años 80 empezó a desmoronarse la sociedad familiar paraguaya, siendo el éxodo del campo a la ciudad, uno de los factores más relevantes. Familias campesinas expulsadas por el fracaso de la Reforma Agraria y la falta de servicios primarios se asentaron en la capital, en zonas denominadas Bañados, por ser zonas inundables del río Paraguay y por lo tanto terrenos fiscales.

La falta de educación y fuentes de trabajo, creó una casta de marginados de la sociedad, que vivía a base de limosnas en el mejor de los casos, y de la delincuencia en el peor.

Así, varias generaciones de "Niños de la calle" han sufrido el abandono estatal, sin oportunidades y sin futuro, hundiéndose en una espiral de debacle que cada vez los condenaba a una vida de miseria.

El Estado jamás asistió a los niños de la calle, pero tampoco tiene un sistema de protección a los niños que viven con familias abusivas. El nivel de abuso sexual en niños es alarmante, habiendo cientos de casos de niñas embarazadas, que además del trauma del abuso, deben llevar a término el fruto de su abuso, y además criarlo, ya que no funciona tampoco el Sistema Nacional de Adopciones.

Parejas ansiosas por adoptar niños, deben esperar por largos años, una oportunidad de adoptar, aún cuando niños sin hogar es lo que más abunda en el país. La burocracia del Estado lleva a que las parejas más audaces "compren" bebés y los registren como hijos biológicos.

La triste realidad es que nadie se preocupa por el bienestar de los niños, e inclusive las ONG que trabajan en ello, lo hacen solamente para tener buenos resultados en los informes, sin cambiar la realidad en absoluto.

Por ejemplo, me tocó trabajar en Plan International Paraguay, y me dió asco la forma en que se ejecuta el presupuesto de los Donantes. La mayor parte iba en salarios, solamente mi jefa, que era un mando medio, ganaba más de 5 salarios mínimos al mes, mas gastos pagados por desplazamiento. Imaginen cuánto ganarían sus jefes!

Lo que sobraba se distribuía en gastos de visibilidad y alimentación, pero de los funcionarios, y una fracción iba para las familias que ayudaba, que absurdamente eran familias de clase media, ninguna estaba en la línea de pobreza, y mucho menos de pobreza extrema.

Por eso estoy asqueada del sistema, que nunca ayuda a quienes realmente necesitan asistencia, y si dan alguna es una que no ayuda a largo y ni siquiera a mediano plazo.

La única excepción a la regla, según me contaron, por lo que solo me queda la esperanza de que sea así, son las Aldeas Infantiles S.O.S. cuyo sistema es una suerte de familias lideradas por madres sustitutas que cuidan a niños en situación de vulnerabilidad en el ambiente de hogar, cada una en una casa con unos niños bajo su cuidado, de quienes he oído casos de éxito, de niños que se volvieron adultos feliçces y productivos. Ojalá así sea.


*Translation into English and imagen generation by Microsoft Copilot


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Esta es una situación muy común en Sudamérica. Vemos a muchos niños sufriendo y el gobierno no hace nada para ayudarlos.

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Terrible es, pero sucede de otras formas en otros lugares. Estaba viendo un documental sobre la secta Edelweiss en España, que se vendía como un club de montañismo, pero el creador era un pederasta reincidente. Sus condenas? Un par de años y libre al ruedo. Esas penas leves, son otra forma de abuso infantil.

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