MATANZA DE CETÁCEOS, TRADICIÓN QUE DUELE/WHALE SLAUGHTER, A PAINFUL TRADITION. (ESP/ENG)

Sean bienvenidos a mi blog, hivers✨✨.

Me presento en esta comunidad por primera vez con una propuesta que espero les interese. Gracias por su visita.🙏😘

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Cuando leí sobre este tema, hace algunos años, mi primera reacción fue pensar en una broma, un chiste de mal gusto, pero no, enseguida entendí que era algo tan real como el día y la noche, entonces sentí una opresión inmensa en el corazón, me negé a creerlo. Lo cierto es que en las aguas frías del Atlántico Norte, justo en las Islas Feroes, pertenecientes a Dinamarca, un ritual ancestral tiñe el mar de rojo cada año. Esta funesta práctica implica la caza masiva de ballenas y delfines. Una tradición arraigada en su cultura desde la época vikinga que resulta intolerable e inconsebible a esta altura del desarrollo de la humanidad. Semejante suceso, que rompe con todo intento de lograr un mundo mejor y que pone en duda el mejoramiento humano, es digno del más macabro filme de terror.

Hasta cierto punto, es comprensible que en épocas remotas, cuando el hombre apenas tenía conocimiento y juicio de las consecuencias de sus actos hacia la naturaleza, que comunidades de esta zona aisladas, con escasos recursos, se vieran obligadas a hacer estas masacres para alimentarse, pero continuar haciéndolo es un acto de total irresponsabilidad y sobre todo, de insensibilidad. El planeta ha alcanzado un desarrollo extraordinario y existen muchas opciones de alimentación para seguir anclados al pasado y a una tradición que lacera a la humanidad.
El "Grindadráp", que es como se nombra este ritual, se remonta al siglo XIII. Y hoy, ocho siglos después, aún se mantiene. Utilizando el mismo método de caza, los pobladores que participan, rodean a los cetáceos con barcos, los acorralan en bahías y los matan con cuchillos y lanzas especiales que cortan la médula espinal, un método definido como "rápido y humano" por autoridades de allí. Y yo me pregunto ¿Qué hay de humano en este disparate? ¿Cómo es posible que tantas personas coincidan en este terrible acontecimiento?

Algo que le agrega más tristeza a este asunto es la presencia de niños, quienes observan como ballenas y delfines sufren agonías prolongadas, rodeados de su propia sangre y los cuerpos de sus crías. Lo más probable es que algún padre les hable de valentía, de comunidad, del deber de alimentar a los suyos. Y los niños asentirán con sus cabezas aunque no entiendan, aunque sus miradas permanezcan clavadas en el horizonte, donde las aletas de los indefensos animales rompen el agua en círculos cada vez más estrechos, aunque ese mismo padre le haya regalado un pequeño perro de mascota y le hable del cariño y el amor hacia los animales. No hay dudas de que hacer partícipes a niños de está penosa práctica, es una cruda forma de endurecer los corazones de esos pequeños, que crecerán pensando que matar ballenas y delfines, es lo más normal del mundo.
Para aumentar un poco más este absurdo, algunos niños arrastran cadáveres o saltan sobre ellos. Las mujeres recogen la carne en silencio, el silencio complice de quien se sabe culpable y pretende ignorar, de quien no le ve importancia a semejante descabello. Los testigos describen escenas brutales: ballenas y delfines mutilados, chillidos desgarradores y playas convertidas en un matadero carmesí.

Las Islas Feroe, aunque pertenecen a Dinamarca, no forman parte de la Unión Europea, lo que les permite eludir ciertas prohibiciones comunitarias. El "Grindadráp"nos presenta un dilema planetario ¿Hasta qué punto las tradiciones justifican el sufrimiento animal? En septiembre de 2021, la matanza de más de mil delfines en un solo día, marcó un punto de inflexión, generando fuertes críticas internas y replanteamientos sobre su continuidad. En un mundo donde la conciencia ecológica crece, prácticas como esta chocan con valores como la conservación y compasión. Por suerte, hay muchas personas de buena voluntad luchando en contra de esta deshumanizada tradición.

Ya sabemos que el hombre es el más grande depredador que existe en la cadena alimentaria, pero eso no justifica que vivamos en constante contribución a extirguir el resto de las especies. Me aferro a la idea de tener, más temprano que tarde, un océano libre de sangre.
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WHALE SLAUGHTER, A PAINFUL TRADITION.

Welcome to my blog, hivers✨✨.

I’m introducing myself to this community for the first time with a proposal I hope will interest you. Thank you for visiting.🙏😘

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When I first read about this topic years ago, my initial reaction was to think it was a joke, a tasteless prank. But no—I quickly realized it was as real as day and night. My heart sank, and I refused to believe it. Yet, it’s true: in the cold waters of the North Atlantic, on the Faroe Islands (part of Denmark), an ancestral ritual stains the sea red every year. This ill-fated practice involves the mass slaughter of whales and dolphins. A tradition rooted in their culture since the Viking Age, it feels intolerable and inconceivable in this era of human progress. Such an event, which shatters all efforts to build a better world and calls humanity’s moral growth into question, belongs in the darkest horror film.

To some extent, it’s understandable that in ancient times, when humans lacked awareness of their impact on nature, isolated communities with scarce resources resorted to these massacres for survival. But continuing this today is sheer irresponsibility and, above all, a profound lack of empathy. Our planet has achieved extraordinary development, with countless food alternatives available. Clinging to a tradition that wounds humanity’s conscience is unjustifiable.

The Grindadráp, as this ritual is called, dates back to the 13th century. Eight centuries later, it persists. Using the same hunting method, participants surround cetaceans with boats, corral them into bays, and kill them with special knives and spears that sever the spinal cord—a method local authorities deem "quick and humane."

Yet I ask: What is humane about this madness? How can so many people unite in such cruelty?

Adding to the tragedy is the presence of children witnessing whales and dolphins endure prolonged agony, surrounded by blood and the bodies of their young. Parents likely speak of bravery, community, and duty to feed families. The children nod, even as their gazes fixate on the horizon, where the fins of defenseless animals churn the water in ever-tightening circles. These same children may have pet dogs at home, taught to love and care for animals. Involving them in this brutal practice hardens their hearts, normalizing the slaughter of cetaceans as they grow.

Absurdity deepens as children drag corpses or jump on them, while women silently collect meat—complicit silence from those who know better yet choose indifference. Witnesses describe brutal scenes: mutilated whales and dolphins, heart-wrenching cries, and beaches transformed into crimson slaughterhouses.

Though part of Denmark, the Faroe Islands are not in the European Union, allowing them to bypass certain bans. The Grindadráp poses a global dilemma: To what extent do traditions justify animal suffering? In September 2021, the killing of over 1,000 dolphins in a single day marked a turning point, sparking internal criticism and debates about its continuation. In a world increasingly embracing ecological awareness, such practices clash with values like conservation and compassion. Fortunately, many compassionate individuals are fighting to end this inhumane tradition.

We know humans are the apex predators of the food chain, but this doesn’t justify relentlessly eradicating other species. I cling to hope that sooner rather than later, our oceans will run free of blood.
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