Concurso Jueves de TBT. Fin de la primaria.

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(Edited)

Hola, mis amigos. Que placer saludarlos.

Cuando terminé el sexto grado estaba flaca como una lagartija. Esta foto fue en la escuela interna donde estuve becada casi toda la primaria. Pertenece al día de mi graduación de sexto grado. Fue un día muy importante para mi, pasaba para la secundaria, una nueva etapa de mi vida. Ver esta fotografía me hizo recordar a mi profesora Rosalina, una mujer recta y exigente como institutriz de colegio privado. También me hace recordar mi primera experiencia con las becas que se remonta al tercer grado de la primaria cuando, mis padres, por razones de trabajo, tuvieron que becarme en un internado.

Entraba los lunes en la mañana y salía los viernes después del medio día. Mi papá me recogía y me llevaba para su oficina donde también trabajaba mi mamá, que era su secretaria. En aquel entonces yo no sabía que era casi una regla que las secretarias se involucraran con sus jefes o viceversa. Lo primero que hacía mi mamá era revisarme la cabeza y allí mismo empezar a sacarme los piojos. En aquella época no existían los cuenta propistas que hoy se dedican a sacar piojos. Abrase visto semejante oficio. Mi pobre madre ya no sabía que hacer. En cierta ocasión me llenó la cabeza de petróleo y a la hora de lavármela, ocurrió una reacción química con el jabón y el pelo se me volvió una pasta. Tuvo que gastar un pomo de champú completo para poder salir del apuro.

Al lado de la oficina había una cafetería donde vendían unos copelitas deliciosos y unos pomitos de yogour de todos los sabores por solo 25 centavos. También había una enorme mata de mamoncillo con raíces que sobresalían de la tierra y en la cual sufrí una caída en la que perdí un diente. Terminaba sexto grado y mis fieles amiguitos de la cabeza no me abandonaban. Estaba flaca y mas pálida que una salamanca de esas que se esconden tras de los cuadros de pared. Me llevaron al médico y tenía anemia. Mis amiguitos ya habían causado estragos en mi salud.

-¿Cómo es posible, si ella se alimenta bien? Se preguntaba mi madre.

Y era cierto, mi papá me llevaba todos los días por la mañana un termo lleno de quaker. ¿Se acuerdan del quaker? Los contemporáneos conmigo saben de qué hablo. Era un alimento exquisito y con muchos nutrientes. En esos tiempos no se pensaba ni remotamente en periodo especial. Éramos los niños consentidos de la antigua URSS. Abundaba la comida barata, las latas de span, los chorizos, la carne rusa que no era más que carne res ripiada, los dulces en conserva, las manzanas y peras.

Antes si era bueno estar becados. Te daban leche y yogur a granel, sardinas y un montón de cosas más que hoy no existen, o al menos no se consiguen con facilidad. En fin, me mandaron unas vitaminas inyectables que mi misma madre me puso sin ser enfermera. Entré a la Secundaria, becada por supuesto y mis inseparables compañeritos de la cabeza al fin desaparecieron. Las vitaminas y la pubertad hicieron sus efectos y nunca más fui flaca.

Contest Thursday TBT. End of primary school

Hello, my friends. What a pleasure to greet you.

When I finished the sixth grade, I was as skinny as a lizard. This photo was taken at the boarding school where I was on a scholarship for almost all of elementary school. It's from my sixth-grade graduation day. It was a very important day for me; I was moving on to secondary school, a new stage in my life. Seeing this photograph made me remember my teacher Rosalina, a strict and demanding woman, like a governess from a private school. It also reminds me of my first experience with scholarships, which dates back to the third grade of elementary school when my parents, due to work reasons, had to put me on a scholarship at a boarding school.

I would arrive on Monday mornings and leave on Friday afternoons. My dad would pick me up and take me to his office, where my mom also worked as his secretary. Back then, I didn't know it was almost a rule for secretaries to get involved with their bosses or vice versa. The first thing my mom would do was check my head and immediately start removing the lice. At that time, there were no self-employed people dedicated to removing lice like there are today. Can you imagine such a job? My poor mother didn't know what to do anymore. On one occasion, she covered my head in petroleum, and when she went to wash it, a chemical reaction occurred with the soap, and my hair turned into a paste. She had to use an entire bottle of shampoo to get out of that mess.

Next to the office, there was a cafeteria that sold delicious little pastries and small cups of yogurt in all flavors for just 25 cents. There was also a huge Spanish lime tree with roots protruding from the ground, where I fell and lost a tooth. I was finishing the sixth grade, and my faithful little head companions hadn't abandoned me. I was skinny and paler than a salamander, the kind that hide behind wall paintings. They took me to the doctor, and I had anemia. My little friends had already wreaked havoc on my health.

"How is this possible if she eats well?" my mother wondered.

And it was true; my dad brought me a thermos full of Quaker every morning. Do you remember Quaker? My contemporaries know what I'm talking about. It was a delicious and highly nutritious food. In those days, the Special Period wasn't even remotely on anyone's mind. We were the spoiled children of the old USSR. There was an abundance of cheap food, cans of Spam, sausages, Russian meat (which was just shredded beef), preserved sweets, apples, and pears.

Back then, being on a scholarship was actually good. They gave you milk and yogurt in bulk, sardines, and a bunch of other things that don't exist today, or at least aren't easy to find. Anyway, they prescribed some injectable vitamins that my own mother administered to me, even though she wasn't a nurse. I started secondary school, on a scholarship of course, and my inseparable little head companions finally disappeared. The vitamins and puberty did their work, and I was never skinny again.

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Pues sí que eras delgadita, que tiempos aquellos jjjj

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Yo creía que iba a ser flaca siempre. Jjj. Abrazos

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ciertamente eras flaquita pero nunca olvidaras tu graduación. voy a tener que buscar mis fotos para sumarme.

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Que me has despertado la nostalgia. Mira que si fuimos felices, es verdad que estar lejos de la casa era tremendo pero era una época muy sana.

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Siii, estar becados era lo máximo. Gracias por la visita.

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Que maravillosa fotografía detallada a los momentos de tu historia con grandes detalles. Casi todas pasamos por esos bichitos en la cabeza, algo con la higiene y la época sin duda. La emoción de pasar de grado es maravillosa nos sentimos mayores. Muy bien contado, gracias por tu aporte. Una semana de éxitos.

!ALIVE
!BBH
!LADY

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Así es, muy pocos se salvaban de esos animalitos inoportunos. Jj. Abrazo. Muchas gracias por la visita

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