Sentido humano-teologico de los sacramentos

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Me encuentro preparando una clase que me comprometí a dar a finales del año pasado en la Arquidiócesis de mi ciudad. Serán seis sábados dedicados a la disciplina teológica de los sacramentos en general. Primeramente, podemos definirla como un estudio teológico sobre el sentido de los sacramentos de la Iglesia Católica. Se trata de temas generales que aplican a todos los sacramentos que tradicionalmente conocemos. Es por ello que aquí veremos temas referentes a su relación con la acción salvifica de Jesucristo, su institucionalidad, efectos, ministros, pero además las diversas formas de su realización en medio del mundo.

Precisamente, en el estudio de los sacramentos vamos a ir aprendiendo paulatinamente que la realidad sacramental es más amplia de lo que en un momento podemos pensar. Es decir, que aunque la palabra "sacramento" en la Iglesia Católica se restringe a unos cuantos, en realidad dicha palabra tiene una gran fuerza que no se puede, de ninguna manera, cerrar a los sacramentos conocidos, aunque esté aquí la institución, por decirlo de alguna manera, oficial de la Iglesia.

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El sentido etimológico de la palabra "sacramento" es precisamente cualquier medio sensible que nos comunique con las realidades sagradas. Es por ello que el sacramento va más allá de lo que conocemos como esta palabra, ya que cualquier tipo de realidad sensible que me transmite lo sagrado en cierto sentido es también un sacramento. Por ello, antes de tratar particularmente de los sacramentos en la Iglesia, vale la pena resaltar tres razones por las cuales estos tienen un lugar importante dentro de ella.

La primera razón es antropológica, es decir, se refiere al ser humano. Este es un ser corpóreo, lo que significa que necesita de realidades sensibles para la comunicación, para cualquier tipo de información o de cosa que quiera conocer. Lo sensible responde a la condición humana. Es por ello que los sacramentos en la Iglesia tienen un gran sentido humano, puesto que nos ayudan, mediante gestos, a conectar con lo divino. Ahora bien, estos gestos necesitan una explicación o significado, puesto que en la misma realidad humana un mismo gesto puede tener, dependiendo de la cultura, significados diferentes. Y es allí donde viene el sentido de la Iglesia, porque la Iglesia le da un significado a los sacramentos que ella, desde la Revelación de Cristo, ha instituido.

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La segunda razón es cristológica, es decir, se refiere concretamente a la persona de Cristo, que para los cristianos es la encarnación del mismo Dios. Es Dios que se hace sensible y visible; es la manera en la que Él ha querido hacer conocer su plan de salvación o su voluntad salvífica para toda la humanidad. Es por ello que Cristo es llamado en la teología cristiana católica "Sacramento del Padre", porque Él nos muestra cómo es el Padre. Podemos pensar, por ejemplo, en la parábola del Padre Misericordioso, a través de esta historia Él nos dice de qué forma actúa la misericordia de Dios.

Esto mismo hace a través de su ministerio, con su vida, muerte y resurrección, nos indica que El es el camino que nos conecta con Dios, donde nos introducimos en nuestra vida humana a esa vida espiritual a la que Dios nos ha destinado a todos. Es por ello que también hay otros gestos que Él ha realizado muy importantes y famosos algunos, como los milagros. Los milagros no se quedan en ellos, sino que nos transmiten algo más allá, qué es ese "más allá": el plan de Dios para la humanidad, que no es otro que su felicidad, que no es otro que su redención, que no es otro que su sanación, que no es otro que la restauración completa de su ser.

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La última razón n que explica el sentido de los sacramentos de la Iglesia es la dimensión eclesiológica, que se refiere a que la Iglesia es una comunidad visible que nos conecta y nos transmite realidades invisibles, es decir, esas realidades espirituales que vienen del plan de Dios, de su plan salvífico. Esto nos habla de la doble dimensión de la Iglesia: su dimensión visible, que son esos elementos visibles que vemos, pero su dimensión más profunda, invisible, que es Dios, que son las cosas espirituales. Por lo tanto, todas las cosas que la Iglesia hace y predica nos llevan a un centro: a Dios. La Iglesia no se predica a sí misma, transmite un mensaje que no le pertenece, es el mensaje del mismo Dios, del mismo Jesucristo. Es por ello que la Iglesia es comparada con la luna en su relación con el sol. El sol es Dios, es Cristo, es lo que brilla, Él es lo más importante. Pero la Iglesia está llamada a ser reflejo de esa luz.

Por esta razón, la Iglesia en su visibilidad, aunque imperfecta y limitada, tiene instituciones, es decir, costumbres y formas que van transmitiendo esas realidades trascendentes, esas realidades espirituales. En estas instituciones hay cosas que permanecen, puesto que están fundamentadas en el mismo Jesucristo, en la misma Revelación que Él nos trajo con su venida al mundo. Es aquí donde, para terminar este apartado, debemos notar que el estudio de los sacramentos nos hace comprender la importancia de la teología, puesto que esta disciplina ha ido estudiando en el tiempo esta revelación de Dios y ha ido estableciendo y discerniendo cuáles son esos elementos fundamentales en la transmisión de la salvación por medio de la Iglesia y que hoy llamamos los sacramentos.

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