La real bomba atómica


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Hoy en la clase de antropología filosófica tocamos el tema de la voluntad humana, uno que es bastante definitorio en cuanto a aproximarnos más y mejor a un conocimiento más profundo de la realidad del ser humano, en efecto, mientras los demás seres existentes en el mundo tienen definido lo que van a realizar, el ser humano lo que tiene más cierto es una variedad de opciones para elegir su realización personal. Y es aquí donde el tema de la voluntad se torna interesante, ya que aunque sabemos que la tendencia de la misma para afirmar algo en nuestra vida es innegable, al final hay que reconocer que son pocos los que terminan asumiendo esta responsabilidad.

En efecto es más fácil y/o cómodo no elegir sino seguir órdenes y determinados mandatos, puesto que de esta manera se le da la responsabilidad a otros, no obstante cuando se asume desde una voluntad libre el sentido de nuestras acciones es entonces cuando podemos experimentar la razón del título de este post: la voluntad humana como la real bomba atómica, esto es, como una facultad humana que tiene un potencial casi ilimitado, en efecto, si lo pensamos bien podemos lograr todo lo que nos proponemos, tanto para bien como para el mal de hecho, ese poder que radica en nuestro interior es capaz de hacer del mundo un paraíso pero lamentablemente también es capaz de hacerlo un infierno.


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Como diría Schopenhauer es difícil escapar de este poder de la voluntad, incluso muchos de los dolores de esta vida son productos de que nuestros deseos no son satisfechos. Esto es una muestra de lo irresistible que es es la tendencia que llevamos dentro de nosotros, ese ímpetu que nos mueve a la acción. Por ello, si hay algo propio del ser humano es precisamente que es un ser que actúa, un ser que necesita motivos que muevan su voluntad para realizar las cosas.

Una de las áreas donde podemos visualizar la necesidad de esta voluntad es la disciplina, en efecto, sin ella prácticamente no podemos lograr nada de lo que nos propongamos. En este sentido me gusta cómo actualmente se está resaltando mucho cómo la inteligencia sin disciplina no hace nada, a mí me gusta decir que la disciplina es la auténtica inteligencia, puesto que nos lleva a lograr cosas de las cuales en principio no podemos estar totalmente capacitados. Hay una frase que dice: "La disciplina hace la excelencia" y creo que es así, ninguno nace aprendido sino que nos vamos perfeccionando en nuestras diversas cualidades, el vehículo de este entrenamiento que nos perfecciona se llama disciplina.

Para ser disciplinado hay que tener una voluntad bien entrenada, y para llegar a este punto hay que estar convencidos de que realmente está en nuestras manos ese futuro que anhelamos. Esto significa que aunque de momento no hayamos alcanzado nuestros sueños, será la constancia nuestra mayor garantía sobre el hecho de que más allá del tiempo que podamos durar todos nuestros proyectos serán una realidad, tal vez no exactamente como lo tenemos pensado pero sí la esencia de los mismos.


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En este sentido también me parece muy importante que la motivación de nuestro accionar no lo hagamos depender solamente de factores externos, sino que sea desde el interior de nuestro ser de donde se alimenten esos motivos que nos impulsan a seguir adelante, sea desde nosotros mismos donde podamos encontrar esas anclas que nos mantengan firmes en la lucha a pesar del viento de la dificultad, que sea en nosotros mismos donde principalmente encontremos los recursos necesarios para levantarnos y seguir adelante. La fuerza de la voluntad nace primeramente de la convicción que tenemos en nosotros mismos, esto es, de la certeza de que cuando nos enfocamos en nuestros propósitos ,como una bomba atómica, no hay nada que nos detenga en la consecución de nuestro destino.

Ahora bien, hay un punto importante con el cual de hecho cerramos la clase de hoy, y es que al final nuestra voluntad tiene su raíz también en la persona porque no decimos mi voluntad quiere esto o aquello sino yo quiero esto o aquello. Es de ahí donde vienen los límites de nuestra voluntad porque a veces no solo vemos claro lo que tenemos que hacer sino que realmente lo deseamos, pero al final no terminamos de concretizar ningún tipo de acción. Esto es así porque junto a nuestra voluntad está la manera como conocemos, los sentimientos, las emociones, el entorno que nos condiciona, la educación recibida, etc. Es por ello que la voluntad también debe ser educada, esto es, conocernos interiormente y guiar nuestras acciones hacia ese bien que queremos conseguir, solo así tendrá un real impacto todo lo que hagamos tal como ocurrió con la bomba atómica, no obstante, aquí se trata de canalizar todas las fuerzas para el mayor bien posible de la humanidad.



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