Hace un tiempo que estoy algo alejada de Hive, ya que las cosas en mi vida se complicaron un poco, pero ahora parecen estar volviendo a la normalidad. Lo que me pasó en estos días tiene que ver con el tema de la abundancia, o mejor dicho, de la carencia de abundancia. Para mí, los conceptos de abundancia y pobreza son muy claros. Económicamente hablando, la pobreza se refiere a la falta de dinero, a la imposibilidad de cubrir las necesidades básicas, mientras que la abundancia es tener los recursos suficientes para vivir cómodamente, cubrir tus necesidades y más.

Sin embargo, lo que me hizo pensar en todo esto fue que recientemente pasé por un momento difícil económicamente. Tuve que hacer frente a situaciones que me costaron mucho solucionar, pero al final lo logré. Este episodio me hizo reflexionar sobre cuán condicionados estamos a ver la pobreza como algo exclusivamente económico. Y aunque es cierto que la falta de dinero afecta nuestras vidas de manera considerable, también he aprendido que la pobreza no solo se mide en términos materiales.

Recuerdo que en mi familia siempre se hablaba de la pobreza. Mis padres siempre decían que éramos pobres, que no teníamos para muchas cosas. Mi papá, aunque siempre fue un hombre muy trabajador, honesto, y con un gran amor por su labor, a veces sentía que la pobreza lo ponía en desventaja frente a otros. A pesar de su esfuerzo, siempre hubo esa sensación de ser juzgados por no tener lo que otros sí podían permitirse.

Lo que me sorprendió en la publicación de la persona que lanzó esta Iniciativa, la señora @damarysvibra, fue que ella nunca se sintió pobre, a pesar de haber crecido en una familia donde el dinero siempre fue algo que se ganaba con esfuerzo y honestidad. Para ella, la pobreza y la abundancia no solo son términos económicos, sino que también tienen que ver con el valor que uno se da a sí mismo y con la forma en que ve el mundo. En su caso, su familia le enseñó a ser rica en valores, en esfuerzo, y en creatividad. Es una perspectiva muy distinta a la mía, en la que la falta de dinero siempre fue el factor que definió si éramos pobres o no.

Lo que también me ha llamado la atención es cómo algunas personas de mi familia siguen siendo muy conscientes de la opinión que los demás tienen de nosotros. Algunos familiares, por ejemplo, siempre han sido muy conscientes de las marcas, de lo que las personas piensan al verlas. Y aunque no siempre cuentan con los recursos para adquirir lo que desean, hacen lo posible por aparentar tener lo que otros consideran "abundancia", como comprar un iPhone o ropa de marca, cuando no tienen para cubrir otras necesidades más básicas como la alimentación. Este tipo de comportamientos siempre me han desconcertado, porque no entiendo por qué dar tanta importancia a lo material, cuando lo verdaderamente importante es el bienestar emocional, el cariño, y los valores que uno transmite a los demás.

Creo que lo que he aprendido de todo esto es que la abundancia no siempre tiene que ver con el dinero. Se trata de cómo te sientes contigo mismo, con lo que eres capaz de ofrecer, y con las conexiones emocionales que estableces con las personas que te rodean. Abundancia es tener paz mental, ser capaz de amar y de compartir, y de ser agradecido por lo que se tiene, sin dejar que la presión externa te haga sentir que lo material es lo único que importa.

Tampoco quiero hacerme la tonta: sé que el dinero es importante, y no lo niego. Es necesario para vivir con dignidad, para alimentarse, pagar las cuentas, tener un techo, vestirse, y poder acceder a salud o educación. No se puede romantizar la pobreza ni negar que, sin dinero, muchas veces se vive con angustia. Pero también creo que hay un límite. Nunca he soñado con ser millonaria, jamás ha sido mi anhelo. Para algunas personas esto puede sonar como una “mentalidad de pobre”, como he leído por ahí, pero lo cierto es que a mí simplemente no me interesa tener en exceso. No quiero mansiones, ni autos lujosos, ni joyas, ni fiestas interminables. Me interesa la tranquilidad, lo básico, lo justo. Si hubiese tenido la posibilidad de tener más dinero, me habría gustado usarlo para conocer otros países, admirar su arquitectura, visitar museos, asistir a conciertos de música clásica o haber estudiado en un conservatorio. Para mí, eso es riqueza: acceder a experiencias que enriquecen el alma, no lo contrario. Y siendo honesta… lo más probable es que hubiera terminado gastando todo ese dinero en ayudar a los animales sin hogar. Sí, ya sé, no me miren así, ¡yo me conozco! Seguro también habría regalado plata a gente que ni sé quién es, y al final ni uno me habría servido para mí. Pero qué le voy a hacer, soy la loca de los bichitos, y uno es como es nomás. 😅

I've been away from Hive for a while, as things in my life got a bit complicated, but now it seems like everything is getting back to normal. What happened to me these past few days is closely related to the topic of abundance—or rather, the lack of it. For me, the concepts of abundance and poverty are very clear. Economically speaking, poverty means the lack of money, the inability to meet basic needs, while abundance means having enough resources to live comfortably, to cover your needs and more.

However, what really made me think about all this was that I recently went through a tough financial moment. I had to face situations that were very hard to solve, but in the end, I managed. This experience made me reflect on how conditioned we are to see poverty as something purely economic. And while it's true that the lack of money significantly affects our lives, I’ve also learned that poverty is not measured only in material terms.

I remember that in my family, we always talked about being poor. My parents used to say we were poor, that we couldn’t afford many things. My dad, although he was a very hardworking, honest man with a great love for his work, sometimes felt that poverty placed him at a disadvantage compared to others. Despite his efforts, there was always that feeling of being judged for not having what others could afford.

What surprised me in the post by the person who launched this Initiative, Mrs. @damarysvibra, is that she never felt poor, even though she grew up in a family where money was always earned through hard work and honesty. For her, poverty and abundance are not just economic terms, but also about the value one gives to oneself and the way one views the world. In her case, her family taught her to be rich in values, effort, and creativity. That’s a very different perspective from mine, where the lack of money was always the defining factor for whether we were poor or not.

What also caught my attention is how some people in my family remain very concerned about how others perceive us. Some relatives, for example, have always been very brand-conscious, caring about what others think when they see them. And even when they don’t have the resources to buy what they want, they go out of their way to appear as if they have what others consider “abundance,” like buying an iPhone or brand-name clothes, even when they can’t afford basic needs like food. This kind of behavior has always puzzled me, because I don’t understand why so much importance is given to material things, when what truly matters is emotional well-being, affection, and the values one passes on to others.

I think what I’ve learned from all this is that abundance isn’t always about money. It’s about how you feel about yourself, what you’re capable of offering, and the emotional connections you build with the people around you. Abundance is having peace of mind, being able to love and share, and being grateful for what you have, without letting external pressure make you feel that material things are all that matters.

I don’t want to play dumb either: I know money is important, and I’m not denying it. It’s necessary to live with dignity—to eat, pay the bills, have a roof over your head, get dressed, and have access to healthcare or education. We can’t romanticize poverty or ignore the fact that, without money, life often comes with anxiety. But I also believe there’s a limit. I’ve never dreamed of being a millionaire—that has never been my goal. For some, this might sound like a “poor mindset,” as I’ve read out there, but the truth is that I simply have no interest in having too much. I don’t want mansions, luxury cars, jewelry, or endless parties. What I care about is peace, the basics, just enough. If I had ever had the chance to have more money, I would’ve loved to use it to travel the world, admire architecture, visit museums, attend classical music concerts, or study at a conservatory. To me, that’s wealth: having access to experiences that enrich the soul—not the opposite. And to be honest… I’d probably have ended up spending all that money helping homeless animals. Yeah, I know, don’t look at me like that—I know myself! I probably would’ve handed out money to random people too, and in the end, not a cent would’ve been left for me. But hey, what can I say, I’m the crazy animal lady, and that’s just how I am. 😅