The hostage of the final day (ENG-SPA)
I
The repeated crowing of roosters surprises many in the ultra-modern city. It had never been heard before. The sun was peeking, as always, from the east. But the blinding brightness seemed more intense and unusual at that time of the year when October ends. At the end of Sixth Street, at house 66, the gates opened to receive the unmarked car. The garage door swung up quickly, and the black car, with opaque windows, entered. The electric door retracted in sync with the jamming thump of the large gates' rack and pinion.
“Take him down carefully! We need him alive, without a scratch on him." Shouted a burly man stationed in front of the door leading into the large house, built at the turn of the last century and now retrofitted with high-tech systems.
“As you command, boss!”
A hooded figure, tied by his hands behind his back, climbed down without resistance. The driver and two subjects led him to the boss. They walked without speaking down the long corridor and up two stairs. The atmosphere was pleasantly warm, and the cold lights gave total clarity until they reached a large dark room.
“Alpha, turn on the lights!” The ceiling immediately illuminated the room with all its brightness. “Set it to eight, and adjust it to the brightness of the window.”
“Do you want me to open the window and draw the curtains?”
“No, I prefer the lighting to be adjusted. Yes, please, the curtain. Thank you.”
The room, divided in two by a thick floor-to-ceiling photochromic glass, was set up to provide comfort in both rooms. The hooded man, after releasing her hands, moved into one of the rooms. The mechanical sound indicated that he could now remove his hood and gag.
“Where am I?”
“Mr. Ganaliel, in a hotel room” The boss answered through the microphone with a certain irony.
Silence reigned and the abductee slowly sat down, staring at the large window. The sun had reached the first quarter of its routine path. A flock of birds was flying south, and the roosters were still crowing at full blast.
“Boss, why are the roosters crowing? Who brought them and when?”
“Strange, isn't it!”
Ganaliel listened to them and whispered, “Fate catches up with them”.
“What did he say?”
Ganaliel kept silent and stopped talking. Suddenly, through the windows, spheres appeared whose lights rivaled the sun's luminosity. Inner flashes indicated a drop in power.
“Alpha, what is it?”
“Millions of spheres are reported in cities around the globe, and major power outages, boss. I'm operating at minimum capacity, and I estimate that in six minutes I'll shut down.”
“Turn on the emergency battery bank!”
"Boss, the hostage is gone!”
“Impossible! Check the camera monitors. Alpha, help them.”
“I can't, boss.”
“What do you mean you can’t?” The boss replied nervously and tried to make a cell phone call. On the other end of the receiver, a familiar voice answered: “Relax, you're in a hotel room, with company, waiting for the last cock crow.”
II
The spheres of light absorbed everything in their path. It was Friday, and the sun crawled until it reached the third quarter of the celestial vault. The incandescence was extreme, but the cold seeped into the marrow. Likewise, the energy was drained from the devices, paralyzing the autonomous vehicles, chimeras of a happy world at the hand of the omnipresent artificial intelligence.
An alien invasion, one prophesied millennia ago, was the hypothesis that the forces of order were handling. So they were not taken by surprise. The key hostage, the recently kidnapped, undercover ambassador, was in safekeeping. At headquarters, the commander was giving his final instructions.
“Go at once to Sixth Avenue, and reinforce the boss's periphery!”
Two hundred men, armed to the teeth, hurriedly boarded the old diesel trucks. They only reached Fifth Street when they were surrounded by an intense light coming from seven spheres. In the blink of an eye, they disappeared without a trace.
“The boss is alone with his men, I hope they can handle Ganaliel,” everything suddenly lit up to the commander's surprise.
City after city was deserted under the intense lights of the spheres. The last redoubt of that society is housed in the mansion, the supreme bunker, the knowledge for the final confrontation.
“Alpha! Activate the Omega protocol.” Shouted the chief in desperation, dropping the cell phone from his hand.
Alpha and Omega, in the form of mystical warriors, armed with thick darkness, materialized next to the boss and his three henchmen.
“Where are you, Ganaliel?”
The crowing of the roosters was heard for the third time, giving fulfillment to the final radiance. Without a word, those dark beings disappeared forever, sealing the prophecy.
The end
An original drabble by @janaveda
Cover image generated by Easy Difussion v3.0.9 (local) with the following prompt: A crowing rooster wrapped in a luminous sphere in broad daylight. The rooster is on the cornice of a building. In artstation style and edited in Mac Keynote.
Thanks for reading me. I hope this micro-fiction is to your liking. I would very much like to read your comments in this regard to enrich myself with your criticism.
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Versión en español
I
El canto reiterado de los gallos sorprende a muchos en la ciudad ultramoderna. Nunca antes se había escuchado. El sol se asomaba, como siempre, por el este. Mas el brillo cegador parecía más intenso e inusual en esa época del año, cuando finaliza octubre. Al final de la sexta calle, en la casa 66, los portones se abrieron para recibir el carro sin matrícula. La puerta de la cochera subió rápidamente, y el bólido negro, con ventanas opacas, ingresó. La puerta eléctrica se retrajo en sincronía con el golpe de atasco de la cremallera de los grandes portones.
―¡Bájenlo con cuidado! Lo necesitamos vivo, sin ningún rasguño ―. Gritó un hombre corpulento apostado delante de la puerta que daba al interior de la gran casa, construida al principio del siglo pasado, y ahora, reacondicionada con sistemas de alta tecnología.
―¡Cómo usted ordene, jefe!
Una figura encapuchada y atada por las manos a su espalda, bajó sin oponer resistencia. El chofer y dos sujetos lo condujeron hasta el jefe. Caminaron sin hablar por el largo pasillo y subieron dos tramos de escaleras. El ambiente atemperado era agradable y las luces frías daba total claridad hasta llegar a una gran habitación a oscura.
―¡Alpha, enciende las luces! ―de inmediato el techo iluminó el recinto con todo su brillo. ―Regúlalo en ocho, y ajústalo con la claridad que entra por la ventana.
―¿Quiere que abra la ventana y recoja las cortinas?
― No, prefiero que se ajuste la iluminación. Sí, por favor, la cortina. Gracias.
La habitación dividida en dos por un grueso vidrío fotocromático desde el piso al techo, estaba preparada para dar comodidad en ambos ambientes. El encapuchado, luego de soltarle las manos, pasó a uno de los ambientes. El sonido mecánico indicó que ya podía quitarse la capucha y la mordaza.
―¿Dónde estoy?
―Señor Ganaliel, en un cuarto de hotel ―respondió a través del micrófono el jefe con cierta ironía.
El silencio reinó y el abducido tomó asiento con lentitud fijando la mirada sobre el gran ventanal. El sol había alcanzado el primer cuarto de su rutinario recorrido. Una bandada de pájaros volaba hacia el sur, y los gallos seguían cantando a todo gañote.
―Jefe, ¿por qué cantan los gallos? ¿Quiénes los trajeron y cuándo?
―¡Qué raro, no!
Ganaliel los escuchaba y susurro «el destino los alcanza».
―¿Qué dijo?
Ganaliel guardó silencio y dejó de hablar. De súbito, a través de los ventanales se vio aparecer esferas cuyas luces rivalizaban con la luminosidad del sol. Destellos internos indicaban una caída de potencia.
―¡Alpha! ¿Qué ocurre?
―Reportan millones de esferas en las ciudades en el orbe, y grandes apagones, jefe. Estoy operando a mínima capacidad, y estimo que en seis minutos me apagaré.
―¡Enciende el banco de batería de emergencia!
―¡Jefe, el rehén ya no está!
―¡Imposible! Revisen los monitores de las cámaras. Alpha, ayúdalos.
―No puedo, jefe.
―¿Cómo que no puedes? ―replicó nervioso el jefe, e intentó llamar por celular. Al otro lado del auricular, una voz familiar le contestó: «relájate, estás en un cuarto de hotel, acompañado, esperando el último canto de los gallos».
II
Las esferas de luces absorbían todo a su paso. Era viernes, el sol reptó hasta alcanzar el tercer cuarto de la bóveda celeste. La incandescencia era extrema, pero el frío se colaba hasta la médula. Asimismo, la energía era drenada de los aparatos, paralizando los vehículos autónomos, quimeras de un mundo feliz de la mano de la omnipresente inteligencia artificial.
Una invasión alienígena, una profetizada hace milenios, era la hipótesis que manejaban las fuerzas del orden. Así que no fueron tomados por sorpresa. El rehén clave, recién raptado, el embajador encubierto, estaba a buen resguardo. En el cuartel general, el comandante daba sus últimas instrucciones.
―¡Vayan enseguida a la avenida sexta, y refuercen la periferia del jefe!
Doscientos hombres, armados hasta los dientes, abordaron a toda prisa los viejos camiones a diesel. Solo alcanzaron la quinta calle cuando fueron rodeados por una intensa luz proveniente de siete esferas. En un pestañear, desaparecieron sin dejar rastro.
―Demonios, el jefe está solo con sus hombres, espero que puedan con Ganaliel ―Todo se iluminó de repente para sorpresa del comandante.
Ciudad tras ciudad fue quedando desierta bajo las intensas luces de las esferas. El último reducto de aquella sociedad albergaba en la casona, el búnker supremo, los saberes para la confrontación final.
―¡Alpha! Activa el protocolo Omega ―gritó el jefe con desesperación, dejando caer, de su mano, el celular.
Alpha y Omega, en forma de guerreros místicos, armados de espesa oscuridad, se materializaron al lado del jefe y de sus tres secuaces.
―¿Dónde estás, Ganaliel?
El canto de los gallos se oyó por tercera vez, dando cumplimiento al resplandor final. Sin mediar palabra alguna, aquellos seres oscuros desaparecieron para siempre, sellando la profecía.
Fin
Un microrrelato original de @janaveda
Imagen de portada generada por Easy Difussion v3.0.9 (en local) con el siguiente prompt: Un gallo cantando envuelto en una esfera luminosa a plena luz del día. El gallo está en la corniza de un edificio. En estilo artstation y editada en Mac Keynote.
Gracias por leerme. Espero que esta micro-ficción sea de su agrado. Me gustaría mucho leer sus comentarios al respecto para enriquecerme con sus críticas.
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Posted Using InLeo Alpha
Wow, it's a short but very good and original story. Thank you so much for sharing it on Hive's Avernus, it's the ideal place. I hope to read more creepy stories like this in the future, you are a great author...
Hello, @jesuslnrs
Thank you for your kind words. I am committed to continue writing to the best of my ability to honor expectations and enjoy the pleasure of creative writing.
Greetings.
Hello my friend, how are you?
An interesting story, some dark and anonymous actors to whom each reader can give names.
Excellent game of codes: A name, an address, a beginning, and an end, between the light of the spheres against those who like to act between roosters and midnight.
As Aly Khan would say, a bet on a winner that is not to be missed. Him.
Feliz día @janaveda
Well, my friend! I hope you are too.
As always, very thorough. Every word counts in the weaving of these types of stories.
Greetings, Félix. Have an excellent weekend.
Congratulations @janaveda! You have completed the following achievement on the Hive blockchain And have been rewarded with New badge(s)
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