Titanes en el ring (SPA-ENG)
Cuando era pequeño, esta mezcla de deporte, espectáculo y coreografía guionada era tremendamente popular en mi país; "Titanes en el ring" fue un programa de televisión semanal seguido por muchísimos niños y adultos, hacían giras por todo el país montando esos shows de combates entre "buenos y malos" que hacían las delicias de toda la familia. Fueron precursores del denominado wrestling que se ve en la actualidad y cuyos principales exponentes son el WWE, AEW, la UFC y el Bellator.
El creador y organizador de ese espectáculo era un personaje de origen armenio llamado Martín Karadagian, que además hacía las veces de campeón del mundo y principal protagonista de las peleas, siempre se reservaba la última lucha de la noche contra algún rival de temer, en ocasiones uno bueno y en otras uno malo, las dos categorías de luchadores en que se dividía su troupe, no por la calidad de persona o atleta sino principalmente por su comportamiento arriba del ring, los buenos eran caballeros del deporte, hacian caso a las indicaciones de los árbitros y respetaban a su rival, los malos por supuesto eran la antítesis.
También entre los árbitros había una distinción importante y los buenos trataban de impartir justicia en cada combate, mientras que los otros mostraban una fuerte inclinación por favorecer a los tramposos o lo que era similar, perjudicar a los buenos.
En el año 1966, apenas finalizó el mundial de fútbol en Inglaterra, por aquí no se acallaban los ecos de la eliminación de nuestro seleccionado local a manos de los ingleses, que a la postre se coronarían campeones mundiales por única vez en la historia del fútbol hasta el momento.
En aquel tiempo, la TV y las transmisiones interoceánicas eran todavía un proyecto inalcanzable; había que contentarse con escuchar el relato por radio, imaginar cada encuentro y depender de la perspectiva de los comentaristas para conocer los detalles y las características de los mismos.
Aquí todos tuvimos la seguridad de un despojo, de una injusticia extrema al haber perdido ante Inglaterra ese match con más de 90.000 personas como testigos colmando el mítico estadio de Wembley . Principalmente porque el árbitro alemán Rudolf Kreitlein expulsó al capitán de nuestro equipo, Antonio Ubaldo Rattin, a los 35 minutos de juego supuestamente por haberlo insultado, aunque el jugador argentino no sabía una palabra de alemán y el alemán tampoco de español. El match se definió con un gol en los últimos minutos por parte del delantero inglés Geoff Hurst.
Ese partido y la acción del árbitro, sin saberlo, terminaron por cambiar la historia del fútbol para siempre; fue el motivo principal de la creación de las tarjetas amarillas y rojas, pero eso ya lo conté.
Ustedes pensarán a estas alturas del relato, ¿qué tiene que ver el espectáculo de lucha con el partido de Argentina e Inglaterra de 1966? No se apresuren, ya viene lo mejor.
Martín Karadagian no había creado ese lucrativo espectáculo de casualidad; detrás del personaje desalineado, algo obeso y con escasas chances de haber sido un campeón mundial de lucha libre, se escondía una mente ágil y aguda para los negocios. Poco después de finalizado el mundial de fútbol, trajo al país al réferi alemán Rudolf Kreitlein para convertirlo en juez de las peleas de Titanes en el ring.
En realidad, no era el árbitro real sino un personaje de similar aspecto, pero ¿a quién le importaba? Todos nos creímos que era el real y descargábamos nuestra bronca y frustración por el fútbol en cada pelea en la que debía impartir justicia, fue un acelerador del éxito del espectáculo que disparó el rating del programa a la estratosfera.
Karadagian era solidario y ocurrente, no dudaba en participar en cruzadas solidarias, más todavía cuando se trataba de niños. Todavía conservo entre mis recuerdos la vez que mis padres me llevaron a verlo bajar de un helicóptero en la ciudad de los niños de la localidad de Gonnet disfrazado de rey mago junto a otros dos partenaires, solo para divertir y juntar fondos para el hospital de niños en una fecha tan sensible como es el 6 de enero de cada año en la religión católica.
Creo recordar que la farsa del árbitro alemán no duró mucho tiempo; sin embargo, el prestigio del armenio y su troupe de luchadores continuó vigente por muchos años, brindando diversión y alegría a miles de niños de mi generación y las siguientes.
Titans in the ring
When I was a kid, this blend of sport, spectacle, and scripted choreography was tremendously popular in my country. "Titans in the Ring" was a weekly television show watched by countless children and adults. They toured the country putting on these "good guys vs. bad guys" combat shows that delighted the whole family. They were precursors to the wrestling we see today, whose main exponents are WWE, AEW, UFC, and Bellator.
The creator and organizer of this spectacle was a figure of Armenian origin named Martin Karadagian, who also doubled as a world champion and main event host. He always reserved the last fight of the night against a fearsome opponent, sometimes a good one and sometimes a bad one. The two categories of fighters his troupe was divided into, not based on the quality of the person or athlete, but primarily on their behavior in the ring. The good ones were gentlemen of the sport, heeding the referees' instructions and respecting their opponents; the bad ones, of course, were the exact opposite.
There was also an important distinction among the referees: the good ones tried to impart justice in each fight, while the others showed a strong inclination to favor the cheaters or, in other words, to harm the good ones.
In 1966, the World Cup had barely ended in England, and the echoes of our local team's elimination at the hands of the English, who would ultimately be crowned world champions for the only time in the history of football to date, continued unabated.
At that time, TV and in-country broadcasts were still an unattainable project; we had to be content with listening to the radio report, imagining each match, and relying on the commentators' perspective to understand the details and characteristics of each match.
Here, we were all certain of a dispossession, of an extreme injustice, having lost that match to England with more than 90,000 people filling the legendary Wembley Stadium. Mainly because German referee Rudolf Kreitlein sent off our team's captain, Antonio Ubaldo Rattin, 35 minutes into the game, supposedly for having insulted him, even though the Argentine player didn't know a word of German, and the German didn't know a word of Spanish either. The match was decided by a goal in the final minutes by English striker Geoff Hurst.
That match and the referee's actions, unwittingly, ended up changing the history of football forever; it was the main reason for the creation of yellow and red cards, but I've already mentioned that.
You might be wondering, at this point in the story, what the wrestling show has to do with the 1966 Argentina-England match? Don't worry, the best is yet to come.
Martín Karadagian hadn't created this lucrative show by chance; behind the scruffy, somewhat overweight character with little chance of ever having been a world wrestling champion lay a keen and agile business mind. Shortly after the World Cup ended, he brought German referee Rudolf Kreitlein to the country to judge the Titans' fights in the ring.
In reality, he wasn't the real referee, but a similar-looking figure, but who cared? We all believed he was the real deal, and we vented our anger and frustration with football in every fight in which he had to administer justice. This was a catalyst for the show's success, sending the program's ratings soaring.
Karadagian was caring and witty; he didn't hesitate to participate in charity events, especially when they involved children. I still fondly remember the time my parents took me to see him descend from a helicopter in the children's city of Gonnet, dressed as a Three Wise Men with two other partners, just to have fun and raise funds for the children's hospital on such a sensitive date as January 6th each year in the Catholic faith.
I seem to recall that the German referee's charade didn't last long; however, the prestige of the Armenian and his troupe of wrestlers continued for many years, bringing fun and joy to thousands of children of my generation and those that followed.
Héctor Gugliermo
@hosgug
He visto algunas variantes de esos programas en televisoras de Estados Unidos y la verdad no son de mi agrado, quizás no entendía la trama.
Los despojos en mundiales de futbol han tenido diferentes maneras y, en el caso de Argentina, además de este que usted refiere yo sigo recordando la final de Italia 90 porque, además del penaltie en la final contra Alemania, Argentina había cometido el "pecado" de eliminar al país sede que tuvieron gestos delesnables en la final cuando se entonaba el himno argentino.
Gracias por compartir y enseñar.
Feliz semana.
Salud y saludos.
Gracias @tonyes.
Como menciono en mi publicación, en aquella época no se podían ver las imágenes de los partidos, por lo tanto solo confiábamos en lo que veían los periodistas acreditados. Al término "despojo", cobijémoslo con un manto de dudas, ya que no fuimos testigos como en aquella final de 1990.
¡Saludos y que tengas tú también una excelente semana!