Luz de Vida - Relato
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Se conocieron en la universidad, donde estudiaban medicina. Se enamoraron y compartieron la pasión por ayudar a los demás, lo llevaban en la sangre y soñaban con trabajar juntos en algún hospital.
Pero la vida les tenía preparada una prueba muy dura. Un día, cuando regresaban de una fiesta, sufrieron un accidente de tránsito. Ella salió ilesa, pero él quedó gravemente herido. Los médicos le diagnosticaron una lesión medular irreversible que le impediría volver a caminar.
Ella se sintió destrozada, pero no se rindió. Decidió dedicar su vida a cuidar de él y a buscar una cura para su condición. Se graduó con honores y consiguió una beca para investigar en un prestigioso centro de neurociencia. Allí trabajó incansablemente, probando diferentes tratamientos y terapias para estimular la regeneración de las células nerviosas.
Él, por su parte, se sumió en una profunda depresión. Sentía que era una carga y pensaba que ella sería más feliz sin él.
Le propuso que lo dejara, que siguiera su camino y que encontrara a alguien que pudiera darle todo lo que él no podía. Pero ella se negó. Le dijo que lo amaba con todo su corazón y que nunca lo abandonaría.
Le recordó todos los momentos felices que habían vivido juntos y le prometió que habría muchos más. Le hizo ver que aún tenía mucho que aportar al mundo y que podía seguir ejerciendo la medicina desde una silla de ruedas.
Ella fue la luz de su vida, la que le devolvió la esperanza y la ilusión. Con su apoyo, él logró superar su depresión y se adaptó a su nueva realidad.
Se especializó en psiquiatría y empezó a trabajar en un hospital, donde ayudaba a otros pacientes con problemas similares al suyo. También se involucró en varias asociaciones y campañas para defender los derechos y la integración de las personas con discapacidad.
Pasaron los años y siguieron juntos, enfrentando las dificultades con amor y generosidad. Un día, ella recibió una noticia que cambiaría sus vidas para siempre. Su investigación había dado resultados positivos y había encontrado una posible cura para la lesión medular. Era un tratamiento experimental, que implicaba un riesgo, pero que ofrecía una esperanza.
Ella le preguntó si quería probarlo. Él se quedó sin palabras. No podía creer que después de tanto tiempo, hubiera una oportunidad de recuperar la movilidad. Pero también tenía miedo de que todo fuera peor.
Esa noche, él reflexionó sobre su vida. Se dio cuenta de que, a pesar de su discapacidad, era feliz. Tenía el amor de su vida, una profesión que le llenaba. Se preguntó si valía la pena arriesgar todo eso por una posibilidad incierta. Y se preguntó si ella estaría dispuesta a seguir con él si el tratamiento no funcionaba o si empeoraba su situación.
Al día siguiente, expresó su respuesta. Le dijo que no quería someterse al tratamiento, que no necesitaba nada más. Que si ella quería dejarlo, lo entendería y lo aceptaría.
Ella lo abrazó con fuerza y le dijo que no lo dejaría nunca, que también lo amaba tal como era y que no necesitaba nada más. Agregó que estaba orgullosa de él y de su decisión, que quería seguir a su lado, compartiendo su vida.
Y así lo hicieron. Siguieron juntos, amándose y apoyándose mutuamente. Fueron un ejemplo de generosidad y de amor incondicional.
Fueron luz de sus vidas.
La moraleja de la historia es que el amor verdadero no se basa en las condiciones físicas, sino en la aceptación y el apoyo mutuo.
Ellos valoran lo que tienen y no lo que les falta. Son generosos el uno con el otro y con los demás.
La generosidad genera felicidad sin dimensiones.
Contenido original, escrito para:
Encuentro de Talentos y la Generosidad
Imágenes procesadas con:
Illustrator
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Todos los Derechos Reservados. © Copyright 2023 Germán Andrade G.
Hermoso relato, Germán, muy inspirador.
Gracias por tu amable comentario.