REMEDIOS PARA EL ALMA (41)

REMEDIOS PARA EL ALMA (41)

Recuerda:

Tal vez en algún momento sientas el peso de la rutina, te sientas agobiado, cansado de día tras día de repetir la misma historia.

Una diminuta pero hermosa y joven hormiguita, al menos así ella se veía y sentía, se hartó de la rutina diaria de levantarse, salir del hormiguero en una interminable fila en busca de alimentos y regresar tarde, cansada, a asearse, comer algo y dormir para mañana más de lo mismo.

Un buen día logró escabullirse de la guardia y sola se fue a explorar. "Huaau", exclamó después de trepar una inmensa piedra. Los sonidos del río, los pájaros e insectos recolectando el néctar de las flores y los olores de tierra húmeda que traía el aire la hicieron sentir plenamente viva. Fue como una inyección revitalizadora.

Corrió a unirse a los demás, pero un guardia la vio e informó a la reina, y ella apenas regresaron de su jornada la mandó a llamar. "Disculpe, madre suprema, usted quería hablar conmigo", dijo, con el corazón palpitando muy fuerte, era su primera vez. "Sí", le respondió la reina, y agregó: "Me comentaron que hoy sucedió algo fuera del orden habitual, que te involucra personalmente."

A nuestra amiguita no le quedó otra que contarle todo al detalle. "Bueno", exclamó la reina, "primero, las reglas establecidas son para el bien común. Somos tan diminutas que cualquier agresor nos comería sencillamente, y acá lo que ha funcionado desde antes de nosotras no se cuestiona, al contrario, se hace caso omiso."

"Lo segundo, tal vez tu juventud e inexperiencia y entendimiento del porqué de las reglas comunes a todas por igual te llevó a un arrojo de valentía inesperado, y eso te promueve. Si así lo deseas, que a partir de mañana seas del equipo de exploradoras de las que buscan dónde debe ir el grupo a cosechar nuestros alimentos para almacenar y estar preparadas en épocas de escasez."

"Cumplo con avisarte que ahí también hay normas a seguir, que si no las cumples, volverás a la fila de las operarias." Y así nuestra amiguita salió día tras día a esplorar nuevos terrenos de recolección de alimentos con el aire golpeando susvemente en su rostro llenándola de vitalidad y segura de haber encontrado su lugar en el mundo.

Al igual que aquella pequeña, diminuta pieza del gran rompecabezas, sintió que encajó y sentía la felicidad galopando por todo su cuerpo. Tal vez sea eso animarnos a romper el molde, para descubrir que si algo tiene la vida, nuestra existencia es falta de monotonía, nosotros la creamos en busca de seguridad.

Deberíamos ser más atrevidos, después de todo, la vida es el único camino a la muerte que conocemos. ¡Ahora deberíamos buscar cómo vivirla y qué nos haga sentir plenos!

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