REMEDIOS PARA EL ALMA (40)

Recuerda:

No sé por qué motivo o circunstancia, muchas veces hacemos las cosas a desgano, con muy mala voluntad y cargados de negatividad.

Un hombre ya entrado en años, albañil de oficio, estaba a punto de jubilarse. Le faltaban días y no veía la hora en que eso sucediese. Como encargado de obras, lo inscribió el contador, o sea, su patrón, con quien trabajó más de 40 años, lo respetaba y lo puso en la máxima categoría permitida para que sus haberes pasivos fueran lo más dignos posibles. Obvio que él se lo había ganado siendo leal y muy trabajador.

Una mañana, tipo 6 horas, el patrón tocó el timbre y el hombre, que estaba alistándose para ir a trabajar, atendió. "Sí, jefe, ¿qué deseaba?" El hombre le explicó que su hermana necesitaba que, en no más de 8 meses, le hicieran el departamento de sus sobrinos para que tuvieran un lugar propio el año entrante, cuando vinieran del campo para estudiar en la facultad. Y como podía negarse después de todo, eran sus sobrinos.

El patrón le pidió que fuera a las diferentes obras y que eligiera personalmente al mejor equipo de trabajadores, que pusiera los mejores materiales existentes y que batiera récord en tiempo de entrega, ya que sería su último trabajo y tenía que ser digno de admiración. Y con un gesto de sonrisa falsa, dijo que, así se haría y partió a acometer el pedido.

Cómo nunca en sus adentros, sintio que a tan pocos días se le diera esa titánica requisitoria, tomó los planos, buscó a los obreros, dio sus órdenes y se fue al corralón en busca de la primera tanda de materiales para empezar, los cuales cambió por de segunda, ya que una vez tapados nadie se daría cuenta. Y cuando fallaran, vaya a saber si él estaría vivo y ahora le dejaba una jugosa diferencia.

Y así fue todo. Cuando iba a la obra, llegaba tarde y se retiraba temprano, o sea, no le puso el debido interés y respeto que requería el proyecto, ya que lo estaba haciendo a desgano. Y por fin, 6 meses después, todo estaba listo.
Así que el patrón lo citó a la oficina central de la empresa de construcciones.

En medio de una fiesta que se preparó por su retiro, le entregó un sobre color amarillento, medio oficio, con su liquidación de haberes, que a simple vista pudo constatar que era mucho más de lo que esperaba, y un manojo de llaves con el llavero que tenía el logo de la empresa. Asombrado, preguntó: "¿Y esto qué es?" El jefe, mirándolo a los ojos, le dijo: "Amigo mío, crees que sería tan ingrato de saber que no tienes casa propia y no te hubiera obsequiado una. Así que estos últimos meses estuviste construyendo y dirigiendo el proyecto de tu casa propia. Solo me resta desearte muchas felicidades a ti y a tu esposa."

Su patrón premió todo su desarrollo como obrero de una forma magistral, y el que en estos últimos tiempos se comportó excesivamente mal, tendrá que vivir el resto de su vida con las consecuencias. Qué se le va a hacer simplemente cosechamos aquello que sembramos...

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